Schwartz volvio la cabeza.

—?Pola! —exclamo—. Usted es Pola, ?verdad? La muchacha que…

La muchacha hizo un gesto de asentimiento. Schwartz no la habia reconocido por el contacto mental, ya que hacia dos meses ni se imaginaba que pudiera existir algo semejante. En aquella epoca su progreso mental solo habia llegado a la etapa de la sensibilidad a «la atmosfera», pero su soberbia memoria le permitia recordarlo perfectamente.

Pero ahora poder captar el contenido de la mente de la muchacha le permitio enterarse de muchas cosas. El hombre que estaba acostado sobre el banco contiguo al de la muchacha era el doctor Shekt, y el mas alejado de ella era el doctor Bel Arvardan. Schwartz podia captar sus nombres, percibir su desesperacion y sentir el sabor amargo del horror y el miedo acumulados en la mente de la muchacha.

Por un momento les compadecio, y entonces recordo quienes eran y lo que eran…, y su corazon se endurecio de repente.

?Ojala muriesen!

Los otros tres estaban alli desde hacia casi una hora. Bastaba con verla para comprender que la sala donde habian sido paralizados era utilizada para realizar asambleas que reunian a mucha gente, y los prisioneros se sentian solos y perdidos en su inmensidad. No tenian nada que decirse. Arvardan sentia un molesto ardor en la garganta, y giraba la cabeza continuamente de un lado a otro en una nerviosa agitacion que no le servia de nada. La cabeza era la unica parte del cuerpo que podia mover.

Shekt permanecia con los ojos cerrados, y sus labios exangues estaban tensos.

—Shekt… ?Shekt, le estoy hablando! —susurro freneticamente Arvardan.

—?Que quiere? —respondio Shekt con otro susurro.

—?Que esta haciendo? ?Es que va a quedarse dormido? ?Piense, hombre, piense!

—?Por que? ?En que tengo que pensar?

—?Quien es el tal Joseph Schwartz?

—?No te acuerdas, Bel? —intervino Pola con un hilo de voz—. Despues de que te conociera, en los grandes almacenes…, hace tanto tiempo…

Arvardan hizo un terrible esfuerzo y descubrio que podia levantar la cabeza unos centimetros, aunque al precio de sentir un dolor considerable. La nueva posicion le permitia ver una parte del rostro de Pola.

—?Pola! ?Pola! —Si hubiese podido ir hacia ella…, tal y como habia podido hacer durante dos meses sin que se le hubiera pasado por la cabeza aprovechar esa oportunidad. Pola le estaba mirando, y la cansada sonrisa que habia en sus labios bien podria haber pertenecido a una estatua—. Triunfaremos, Pola… Ya lo veras.

Pero la muchacha meneo la cabeza, y el sufrimiento que aguijoneaba los tendones del cuello de Arvardan se hizo tan intenso que acabo teniendo que bajar la cabeza.

—Shekt —repitio—. Shekt, escucheme. ?Como conocio a Schwartz? ?Por que era paciente suyo?

—El sinapsificador… Vino como voluntario.

—?Y fue sometido a tratamiento?

—Si.

—?Por que acudio a usted? —pregunto Arvardan mientras daba vueltas a aquella informacion en su cerebro.

—No lo se.

—Entonces quiza…, quiza sea un agente imperial.

(Schwartz estaba siguiendo sin ninguna dificultad el curso de los pensamientos de Arvardan, y sonrio para sus adentros. No dijo nada. Estaba decidido a permanecer en silencio.)

—?Un agente imperial? —murmuro Shekt, y meneo la cabeza—. ?Porque lo dice el secretario del Primer Ministro? Oh, tonterias… ?Y en que cambiaria las cosas el que lo fuese? Schwartz se encuentra tan indefenso como nosotros… Oiga, Arvardan, si nos ponemos de acuerdo y nos inventamos una historia plausible ellos esperaran, y pasado un tiempo podriamos…

El arqueologo dejo escapar una risa hueca que le hizo sentir una punzada de dolor en la garganta.

—Querra decir que nosotros sobreviviriamos, ?no? ?Con la Galaxia muerta y la civilizacion en ruinas? ?Para vivir de esa manera prefiero morir!

—Estoy pensando en Pola —murmuro Shekt.

—Yo tambien —respondio Arvardan—. Bien, se lo preguntare. Pola, ?quieres que nos entreguemos? ?Debemos tratar de sobrevivir?

—Ya he escogido mi bando —dijo Pola con voz firme—. No quiero morir, pero si los mios caen yo caere con ellos.

Arvardan sintio que le invadia el triunfo. Cuando la llevase a Sirio podrian decir que era una terrestre, pero Pola era su igual y para Arvardan seria un inmenso placer hacer tragarse los dientes a quien…

Y de repente recordo que no habia muchas probabilidades de que pudiera llevarla a Sirio…, de hecho, habia muy pocas probabilidades de que llevase a nadie a Sirio. Lo mas probable era que Sirio no tardara en dejar de existir, y Arvardan descubrio que necesitaba escapar de aquella idea.

—?Eh, usted! —grito buscando refugio en algo que le permitiera olvidarla—. ?Schwartz!

Schwartz alzo la cabeza por un momento y le contemplo, pero siguio callado.

—?Quien es usted? —pregunto Arvardan—. ?Como se ha visto metido en todo esto? ?Que papel desempena en este asunto?

En cuanto oyo la pregunta Schwartz comprendio de repente la terrible injusticia que habia en todo aquello. Recordo la inocencia de su pasado, y percibio el infinito horror del presente.

—?Que como me he metido en esto? —exclamo con voz enfurecida—. Oiga, hubo un tiempo en el que yo no era nadie… Era un hombre honrado, un sastre que se ganaba la vida trabajando con sus manos. Nunca hice dano a nadie…, cuidaba de mi familia y no molestaba a nadie. Y entonces, sin ningun motivo…, sin ningun motivo…, me encontre aqui…

—?En Chica? —pregunto Arvardan, que no habia entendido muy bien la explicacion.

—?No, no estoy hablando de Chica! —grito Schwartz con creciente desesperacion!—. Me encontre en este mundo sin pies ni cabeza… Oh, ?que importa que me crean o no? Mi mundo pertenece al pasado. En mi mundo habia espacio libre y comida, y miles de millones de seres humanos, y era el unico planeta habitado…

Aquel chorro de palabras dejo mudo a Arvardan.

—?Entiende lo que ha dicho? —pregunto volviendose hacia Shekt.

—?Sabe que tiene un apendice vermiforme de siete centimetros de longitud? —murmuro Shekt, maravillado—. ?Te acuerdas, Pola? Y las muelas del juicio y el pelo en la cara…

—?Si, si! —grito Schwartz con voz desafiante—. ?Y ojala tuviera una cola para poder ensenarsela! Vengo del pasado, y he viajado a traves del tiempo; pero no se ni como ni por que. Ahora dejenme en paz —anadio—. Pronto vendran a buscarnos. Esta espera tiene como objetivo ablandarnos.

—?Como lo sabe? —pregunto Arvardan—. ?Quien se lo ha dicho? Schwartz no contesto.

—?Fue el secretario…, ese gordo con una nariz que parece un tomate?

Schwartz no podia describir el aspecto fisico solamente a traves del contacto mental, pero… ?El secretario? Si, habia captado un contacto mental fugaz y bastante intenso perteneciente a un hombre que tenia mucho poder, y le parecia que habia sido el secretario.

—?Balkis? —pregunto con curiosidad.

—?Como? —exclamo Arvardan.

—Es el nombre del secretario —intervino Shekt.

—Oh… ?Y que dijo?

—No dijo nada —respondio Schwartz—. Sencillamente lo se. Todos moriremos, y no hay salvacion posible.

—Shekt… ?No le parece que esta loco? —pregunto Arvardan bajando la voz.

—No, me pregunto si… Sus suturas craneanas eran primitivas…, muy primitivas.

—?Quiere decir que…? —pregunto Arvardan, muy sorprendido—. Oh, vamos, eso es imposible…

—Siempre lo supuse —murmuro Shekt. Su voz era una palida imitacion de su tono normal, como si la presencia de un problema cientifico hubiera desviado su mente hacia esa rutina aislada y objetiva en la que todos los problemas personales desaparecian—. Algunos fisicos han calculado la cantidad de energia que seria

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