del sinapsificador? —dijo Shekt de repente—. Uno de los primeros sintomas de su crisis fue su afirmacion de que podia leer los pensamientos…, y podia hacerlo. Lo descubri antes de que muriese, y he guardado el secreto desde entonces. No se lo habia dicho a nadie…, pero es posible, Arvardan, es posible. El descenso del umbral de resistencia de las celulas cerebrales permite que el cerebro pueda captar los campos magneticos inducidos por las microcorrientes de otros cerebros y transformarlas en vibraciones similares en su seno. Es el mismo principio que se aplica en cualquier sistema de grabacion… Seria la telepatia en el mas amplio sentido de la palabra.

Schwartz mantuvo un silencio terco y hostil mientras Arvardan volvia lentamente la cabeza en direccion a el.

—En ese caso quiza pueda sernos de utilidad, Shekt. —La mente del arqueologo funcionaba a una velocidad frenetica concibiendo un plan imposible detras de otro—. Quiza ahora si haya una salida… Tiene que haberla. Para nosotros y para la Galaxia…

Pero la desesperacion y el conflicto de emociones que percibia con tanta claridad a traves del contacto mental no conmovieron a Schwartz.

—Y para ello tendria que leer sus pensamientos, ?no? —pregunto—. ?De que serviria eso? Bueno, la verdad es que puedo hacer algo mas que leer los pensamientos… ?Que le parece esto?

Fue un empujon mental muy suave, pero el subito dolor que produjo hizo gritar a Arvardan.

—He sido yo —dijo Schwartz—. ?Quiere otra prueba?

—?Puede hacerselo a los guardias? —pregunto Arvardan—. ?Y al secretario…? ?Por que demonios permitio que le trajeran aqui? Shekt, va a ser sencillisimo. Escucheme con atencion, Schwartz…

—No, escucheme usted —le interrumpio Schwartz—. ?Que motivos puedo tener para querer esperar? ?En que situacion me encontrare? Siempre estare en un mundo muerto… Quiero volver a mi hogar y no puedo hacerlo. Quiero tener a mi familia y a mi mundo, y no puedo recuperarlos…, y quiero morir.

—?Pero se trata de toda la Galaxia, Schwartz! No puede limitarse a pensar en usted…

—?De veras? ?Por que no puedo hacerlo? Asi que ahora tengo que preocuparme por su preciosa Galaxia, ?eh? Por mi ojala se pudra… Se lo que planea hacer la Tierra, y me alegro. Hace un rato la muchacha dijo que habia escogido su bando, ?recuerda? Bien, yo tambien he escogido el mio…, y mi bando es la Tierra.

—?Que?

—?Por que no? ?Soy terrestre!

17. ?CAMBIE DE BANDO!

Habia transcurrido una hora desde que Arvardan fue saliendo poco a poco y con mucha dificultad de la inconsciencia para encontrarse inmovil sobre la superficie del banco, como una res que espera el cuchillo del matarife. Desde entonces no habia ocurrido nada…, nada salvo aquella conversacion tan febril como inutil que hacia todavia mas insoportable la ya de por si insoportable espera.

Todo aquello tenia un objetivo, y por lo menos Arvardan ahora lo sabia. El estar acostado e inerme sin que se les concediera ni la dignidad de un guardia para que les vigilara, sin la mas minima concesion que hiciera pensar que eran considerados como un posible peligro, equivalia a adquirir conciencia de la propia debilidad. Un espiritu obstinado no podia sobrevivir a esto, y cuando llegase el inquisidor encontraria muy poca o ninguna resistencia a sus preguntas. Arvardan necesitaba romper el silencio.

—Supongo que esta sala estara vigilada mediante rayos espia —comento—. No deberiamos haber hablado tanto.

—No esta vigilada —dijo Schwartz con voz atona—. Nadie nos escucha.

El arqueologo reacciono de manera automatica abriendo los labios para preguntarle como lo sabia, pero se contuvo a tiempo. ?Porque aquel poder existia! Y no era el quien lo tenia, sino un hombre del pasado, que habia dicho ser un terrestre y que deseaba morir.

En esa postura su campo visual solo abarcaba una parte del techo. Si volvia la cabeza podia ver el perfil anguloso de Shekt, y una pared lisa al otro lado. Si levantaba la cabeza podia distinguir durante unos momentos el rostro palido y agotado de Pola.

De vez en cuando le atormentaba la idea de que era ciudadano del Imperio…, ?del Imperio, por todas las estrellas! Arvardan era un ciudadano galactico, y ser tratado de aquella manera suponia una injusticia particularmente terrible…, doblemente terrible porque habia permitido que unos terrestres le hicieran aquello.

Y eso tambien se disipo.

?Por que no le habrian colocado al lado de Pola? No, asi era mejor… En aquellos momentos Arvardan no ofrecia un espectaculo capaz de animar a nadie.

—?Bel?

El sonido vibro en el aire, y Arvardan lo encontro misteriosamente agradable, quiza porque llegaba a el mientras sufria el vertigo de la muerte que estaba tan proxima.

—?Si, Pola?

—?Crees que tardaran mucho?

—Quiza no, querida… Es una lastima. Desperdiciamos dos meses enteros, ?verdad?

—Yo tuve la culpa —susurro ella—. Yo he sido la culpable de todo… Por lo menos podriamos haber gozado de estos ultimos minutos. Esto es tan…, tan innecesario…

Arvardan no supo que contestar. Su mente quedo repentinamente envuelta en un torbellino de pensamientos y parecio girar locamente como si la hubiesen colocado sobre un engranaje bien aceitado. ?Era obra de su imaginacion o estaba sintiendo realmente la dureza del plastico encima del que estaba rigidamente acostado su cuerpo? ?Cuanto duraria la paralisis?

Tenian que conseguir que Schwartz les ayudase. Arvardan intento ocultar sus pensamientos…, y enseguida comprendio que eso era imposible.

—Schwartz… —dijo.

Schwartz yacia impotente, y en su caso al tormento se sumaba un refinamiento incalculable: Schwartz reunia cuatro mentes dentro de la suya.

Si hubiese estado solo podria haber conservado el deseo anhelante de obtener la paz y la serenidad infinitas de la muerte, ahogando los ultimos restos de ese amor a la vida que apenas dos —?o eran tres?— dias atras le habia impulsado a abandonar la granja. ?Pero como podria lograrlo ahora? ?Como podria lograrlo cuando sentia el debil horror a la muerte que recubria a Shekt igual que si fuese un sudario; la intensa amargura y rebeldia de la mente energica y viril de Arvardan; el profundo y patetico desengano de la muchacha…?

Tendria que haber cerrado su mente a la recepcion. ?Que necesidad tenia de conocer los sufrimientos ajenos? Schwartz tenia que vivir su propia vida y morir su propia muerte, pero ellos le hostigaban en un acoso incesante e impalpable, hurgando y colandose por los intersticios.

—Schwartz —dijo entonces Arvardan, y Schwartz supo que querian que les salvara ?Por que habria de hacerlo? Si, ?por que habria de hacerlo?—. Schwartz… —repitio Arvardan con tono insinuante—. Puede convertirse en un heroe. Aqui no tiene nada por lo que morir…, ni tan siquiera esos hombres de ahi fuera.

Pero Schwartz estaba reuniendo los recuerdos de su juventud y reforzaba desesperadamente su voluntad vacilante con ellos. Lo que acabo haciendo brotar su indignacion fue una extrana amalgama del pasado y del presente.

Pero aun asi, cuando hablo lo hizo en un tono tranquilo y mesurado.

—Si, puedo convertirme en un heroe…, y en un traidor —dijo—. Esos hombres que estan ahi fuera quieren matarme. Usted les ha llamado «hombres», pero solo con la lengua. Su mente ha usado otra palabra que no entendi, pero que era claramente insultante…, y no lo ha hecho porque sean unos malvados, sino unicamente porque son terrestres.

—?Eso es mentira! —replico apasionadamente Arvardan.

—?No es mentira! —exclamo Schwartz con identico apasionamiento—. Todos los que estan aqui saben que no lo es… Si, quieren matarme, pero porque creen que soy igual a ustedes…, ustedes, que son capaces de condenar a todo un planeta indiscriminadamente y de mancharlo con su desprecio y ahogarlo lentamente con su

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