iniciada como cadete habia prestado servicios en todas las zonas de la Galaxia, por lo que para el incluso una mision en un planeta tan conflictivo como la Tierra no era mas que una tarea adicional. Lo unico que deseaba era conservar la apacible rutina de la vida normal. No pedia nada mas que eso, y en aras de ello y si era necesario estaba dispuesto a humillarse hasta el extremo de pedir disculpas a una terrestre.
Cuando entro en su despacho Arvardan vio que el coronel parecia estar muy cansado. Llevaba el cuello de la camisa desabrochado, y su chaqueta adornada con la resplandeciente insignia amarilla de la Nave y el Sol del Imperio colgaba descuidadamente del respaldo de su silla. El coronel hizo crujir distraidamente los nudillos de su mano derecha y observo a Arvardan. Estaba muy serio.
—Todo esto es muy confuso —murmuro—. Si, es muy confuso… Me acuerdo de usted, joven. Usted es Bel Arvardan, de Baronn, el protagonista de un invidente muy desagradable de no hace mucho tiempo… ?Es que no puede vivir sin meterse continuamente en lios?
—No soy el unico que esta metido en un lio, coronel. El resto de la Galaxia tambien lo esta.
—Si, ya lo se —contesto el coronel impacientemente—. O al menos se que eso es lo que usted afirma… Me han dicho que no tiene documentos.
—Me los quitaron, pero soy conocido en el Everest. El mismo Procurador Ennius puede identificarme, y espero que lo haga antes de que haya anochecido.
—Ya veremos —dijo el coronel. Cruzo los brazos ante el y echo su sillon hacia atras—. Bien, ?y ahora que le parece si me cuenta su version de la historia?
—Me he enterado de la existencia de una peligrosa conspiracion tramada por un pequeno grupo de terrestres que se proponen derrocar al gobierno imperial por la fuerza, y si lo que se no llega inmediatamente a oidos de las autoridades correspondientes, los conspiradores tendran exito y conseguiran destruir no solo al gobierno imperial, sino tambien a una gran parte del mismo Imperio.
—Creo que va demasiado lejos al hacer esa afirmacion tan audaz y apresurada, joven. Estoy dispuesto a aceptar que los terrestres son muy capaces de sublevaciones altamente molestas, de sitiar este fuerte imperial y de causar destrozos considerables…, pero no creo ni por un momento que esten en condiciones de expulsar a las tuerzas imperiales de este planeta, y menos aun de destruir el gobierno imperial. Aun asi, estoy dispuesto a escucharle mientras me expone los detalles de esta…, de esta supuesta conspiracion suya.
—Coronel, por desgracia la gravedad de la amenaza es tan grande que creo imprescindible que el Procurador en persona se entere de los detalles; por lo que solicito que me ponga en comunicacion con el ahora mismo si no tiene inconveniente en ello.
—No nos apresuremos demasiado. Supongo que sabe que el hombre al que trajo prisionero con usted es el secretario del Primer Ministro, que es miembro de la Sociedad de Ancianos y alguien muy importante entre los terrestres, ?no?
—?Pues claro que lo se!
—?Y usted insiste en que es uno de los principales cabecillas de la conspiracion de la que me habla?
—Lo es…
—?Que pruebas tiene de ello?
—Coronel, estoy seguro de que me comprendera si le digo que no puedo hablar de este asunto con nadie que no sea el Procurador Ennius.
—?Acaso pone en duda mi competencia para ocuparme de este asunto? —pregunto el coronel frunciendo el ceno mientras se estudiaba las unas.
—En absoluto, coronel. Se trata sencillamente de que el Procurador Ennius es el unico que tiene la autoridad necesaria para tomar las medidas drasticas que requiere la gravedad del asunto.
—?A que clase de medidas drasticas se refiere?
—Cierto edificio de la Tierra debe ser bombardeado y destruido por completo en algun momento dentro de las proximas treinta horas, o de lo contrario la mayoria de los habitantes del Imperio o quiza todos ellos moriran irremisiblemente.
—?De que edificio se trata? —pregunto el coronel con voz de apacible.
—Le ruego que me permita hablar con el Procurador Ennius —replico Arvardan.
Hubo un silencio cargado de tension.
—?Es consciente de que ha secuestrado por la fuerza a un terrestre y de que puede ser juzgado y castigado por las autoridades de la Tierra? —pregunto secamente el coronel—. Lo habitual es que el gobierno imperial proteja a sus ciudadanos por una cuestion de principios, y casi siempre se insiste en que el proceso se lleve a cabo segun las leyes galacticas; pero la situacion actual en la Tierra es bastante delicada, y he recibido instrucciones terminantes de evitar cualquier posible motivo de friccion. Por lo tanto y si no contesta con claridad a mis preguntas, usted y sus companeros seran entregados a la policia terrestre… No tendre mas remedio que hacerlo, ?comprende?
—?Pero eso equivaldria a una condena a muerte…, incluso para usted! Coronel, soy ciudadano del Imperio y solicito una audiencia con el Procu…
Arvardan fue interrumpido por el zumbido del intercomunicador que habia encima del escritorio. El coronel se volvio hacia el y pulso un boton.
—?Si?
—Senor, una turba de nativos ha rodeado el fuerte —dijo una voz firme y clara—. Se cree que estan armados.
—?Ha habido actos de violencia?
—No, senor.
El rostro del coronel no reflejo ninguna emocion. Habia sido educado precisamente para aquel tipo de situaciones.
—Preparen la artilleria y las aeronaves, y que todos los hombres acudan a sus puestos de combate. No hagan fuego salvo en defensa propia. ?Me ha entendido?
—Si, senor. Un terrestre con bandera de parlamentario solicita ser recibido.
—Que entre en el fuerte…, ah, y envieme tambien al secretario del Primer Ministro. —El coronel se volvio hacia el arqueologo y le contemplo sin inmutarse—. Espero que comprenda la gravedad del conflicto que ha provocado.
—?Solicito estar presente durante la entrevista! —grito Arvardan, al que la furia casi hacia desvariar—. Tambien le exijo que me explique por que permitio que estuviera encerrado durante horas mientras usted conversaba con un traidor nativo, y le informo de que no ignoro que se entrevisto con el antes de recibirme.
—?Me esta acusando de algo, senor? —pregunto el coronel, levantando la voz tanto como lo habia hecho Arvardan—. En ese caso, le ruego que sea claro.
—No le acuso de nada, pero le recuerdo que a partir de este momento usted sera el unico responsable de sus actos y que en el futuro, si es que hay algun futuro, quiza sea recordado como el hombre cuya testarudez destruyo a todo su pueblo.
—?Callese, doctor Arvardan! Una cosa esta clara, y es que no soy responsable ante usted. A partir de ahora manejaremos este asunto a mi manera. ?Me ha entendido?
20. SE CUMPLE EL PLAZO
El secretario entro por la puerta que un soldado mantenia abierta. Sus labios amoratados e hinchados se curvaban en una debil y gelida sonrisa. Hizo una reverencia al coronel y parecio pasar por alto la presencia de Arvardan.
—Senor, he comunicado al Primer Ministro los detalles de su presencia en este lugar y la forma en que llego aqui —dijo el coronel—. Naturalmente, su permanencia aqui viola todas las reglas, y tengo el firme proposito de dejarle en libertad lo antes posible; pero tambien tengo aqui al doctor Arvardan, que como usted probablemente sabe ha presentado una acusacion muy grave contra su persona. Dadas las circunstancias actuales, debemos averiguar si hay algo de cierto en esa acusacion, y…
—Lo comprendo, coronel —replico secamente el secretario—, pero como ya le he explicado antes creo que este hombre apenas lleva dos meses en la Tierra, por lo que su desconocimiento de nuestra politica interna es