La frustracion era demasiado real. Aquello no podia ser un sueno.

Schwartz se incorporo sobresaltado cuando la luz que estaba sobre la puerta parpadeo, y un instante mas tarde oyo la incomprensible voz de baritono de su anfitrion. Despues se abrio la puerta y le sirvieron el desayuno: una abundante racion de lo que parecia una especie de gachas que no reconocio, pero que tenian un ligero sabor a trigo (con una agradable diferencia a favor de las «gachas») y leche.

—Gracias —dijo Schwartz, y sacudio la cabeza vigorosamente.

El hombre contesto algo que Schwartz no entendio, y levanto su camisa del respaldo de la silla en la que estaba colgada. La inspecciono cuidadosamente contemplandola desde todas las direcciones, y presto una atencion especial a los botones. Despues volvio a colgarla y abrio la puerta corredera del armario. Schwartz, vio por primera vez la calida blancura lechosa de las paredes.

«Plastico», penso para si, utilizando esa palabra que lo incluia todo con la seguridad con que siempre lo hacen los profanos. Tambien se dio cuenta de que la habitacion carecia de angulos o rincones, y que todos los planos se fundian unos con otros en delicadas curvas.

Pero el hombre le estaba alargando objetos, y le hacia senas que no habia forma alguna de malinterpretar. Estaba claro que Schwartz debia lavarse y vestirse.

Schwartz obedecio, y fue recibiendo ayuda e instrucciones a medida que lo hacia. No encontro nada con que afeitarse, y los gestos con que se senalo repetidamente la barbilla no obtuvieron mas respuesta que un sonido incomprensible acompanado por una mueca de evidente disgusto. Schwartz acabo rascandose su incipiente barba gris y dejo escapar un ruidoso suspiro.

Despues fue conducido hasta un pequeno vehiculo de forma ahusada con dos ruedas al que se le ordeno que subiera mediante gestos. El pavimento corrio velozmente por debajo de ellos, y la carretera vacia se fue deslizando hacia atras a ambos lados hasta que vieron una ciudad de edificios no muy altos de fulgurante blancura. Mas adelante se podia distinguir el azul del agua.

—?Chicago? —pregunto Schwartz senalando excitadamente con la mano.

La reaccion supuso el ultimo agitarse de la esperanza en su interior, porque no cabia duda de que Schwartz nunca habia visto nada menos parecido a Chicago que aquella ciudad.

El hombre no dijo nada.

Y la ultima esperanza murio.

3. ?UN MUNDO… O MUCHOS?

Bel Arvardan, que acababa de ser entrevistado por la prensa con motivo de su inminente expedicion a la Tierra, tenia la sensacion de que por fin estaba en paz con todos y cada uno de los cien millones de sistemas estelares que componian el omnimodo Imperio Galactico. Ya no se trataba de ser conocido en este Sector o en aquel otro. Si sus teorias respecto a la Tierra resultaban ser ciertas, su reputacion quedaria asegurada en todos los planetas habitados de la Via Lactea, y Arvardan seria conocido en todos los mundos sobre los que se habia posado el pie del ser humano a lo largo de las decenas de miles de anos que habia durado su expansion por el espacio.

Esas cumbres potenciales de fama y esas purisimas y refinadas cimas intelectuales de la ciencia a las que aspiraba llegaban a el a una edad temprana, pero el camino no habia resultado nada facil. Arvardan aun no habia cumplido los treinta y cinco anos, pero su carrera ya estaba jalonada por las controversias. Todo habia empezado con un estallido que hizo temblar los claustros de la Universidad de Arturo cuando Arvardan se graduo como Arqueologo Mayor en aquella institucion academica a la edad sin precedentes de veintitres anos. El estallido —no menos efectivo por el hecho de no ser material— consistio en que la revista Anales de la Sociedad Galactica de Arqueologia rechazara su tesis doctoral negandose a publicarla. Era la primera vez en toda la historia de la Universidad de Arturo que se rechazaba una tesis doctoral, y tambien fue la primera vez en toda la historia de aquella publicacion tan seria y respetable en que se usaban terminos tan severos para argumentar el rechazo.

Para un profano, naturalmente, el motivo de tanta colera contra una monografia tan oscura y arida, titulada Sobre la antiguedad de los artefactos encontrados en el Sector de Sirio, con algunas consideraciones acerca de la aplicacion de los mismos a la hipotesis del origen humano por irradiacion, tenia que resultar inevitablemente misterioso; pero lo que realmente estaba en juego era la actitud de Arvardan, quien habia adoptado como propia desde un primer momento la teoria propuesta inicialmente por cierto, grupos de misticos que estaban mucho mas interesados en la metafisica que en la arqueologia…, es decir, la teoria de que la humanidad se habia originado en un solo planeta y habia ido irradiando gradualmente a traves de la Galaxia. Era la teoria favorita de los escritores de fantasias romanticas de la epoca, y la bete noire de todo arqueologo respetable del Imperio.

Pero Arvardan se convirtio en una figura que debia ser tomada en consideracion incluso por los arqueologos mas respetables, porque en apenas una decada llego a ser el maximo especialista en las reliquias de las culturas preimperiales que aun quedaban en los remolinos y remansos de la Galaxia.

Por ejemplo, habia escrito una monografia sobre la civilizacion mecanistica del Sector de Rigel, donde el desarrollo de los robots habia creado una cultura independiente que perduro durante siglos. La misma perfeccion de aquellos esclavos mecanicos fue reduciendo la capacidad de iniciativa humana hasta tal punto que las poderosas flotas de Moray, Senor de la Guerra, apenas tuvieron dificultad para asumir el control de todo el Sector de Riges. La arqueologia ortodoxa insistia en la evolucion independiente de los tipos humanos en distintos planetas, y utilizaba los casos de culturas atipicas como la de Rigel en calidad de ejemplos de diferencias raciales que todavia no habian sido eliminadas por los continuos cruces. Arvardan destruyo de una vez para siempre aquellas conceptos demostrando que la cultura de los robots rigelianos no era mas que una consecuencia natural de las fuerzas economicas sociales presentes en aquel Sector durante esa epoca.

Tambien estaban los planetas barbaros de Ofiuco, que los ortodoxos habian presentado durante mucho tiempo como ejemplos de una humanidad primitiva que todavia no habia progresado lo suficiente para llegar a la fase del viaje interestelar. Todos los textos academicos utilizaban esos planetas como la mejor prueba disponible de la Teoria de la Fision, la cual argumentaba que la humanidad era la culminacion natural de la evolucion en cualquier hundo; que su evolucion se basaba en la quimica del agua y el oxigeno combinada con las intensidades adecuadas de temperatura y gravitacion; que cada rama independiente de la humanidad podia legar a cruzarse con las demas; y que esos cruces tenian lugar en cuanto se descubria el viaje interestelar.

Pero Arvardan descubrio rastros de la civilizacion primitiva que sabia precedido a la por aquel entonces ya milenaria barbarie de Ofiuco, y demostro sin lugar a dudas que las cronicas planetarias mas antiguas contenian referencias al comercio interestelar; y despues asesto el golpe de gracia al demostrar de manera incontrovertible que cuando emigro a aquella zona de la Galaxia el ser humano ya habia alcanzado un estadio de civilizacion considerable.

Ya habian pasado mas de diez anos desde que Arvardan presento su tesis doctoral, pero los A. Soc. Gal. Arqueol. (para citar a los Anales con la abreviatura por la que eran conocidos en el mundillo de la arqueologia profesional) solo se decidieron a publicarla despues de que hiciera aquel gran descubrimiento.

Y ahora la investigacion de su teoria favorita conduciria a Arvardan al planeta probablemente menos importante de todo el Imperio…, el planeta llamado Tierra.

Arvardan se poso en la unica delegacion imperial que existia en toda la Tierra, un area situada entre las desoladas alturas de las mesetas del norte del Himalaya. Un palacio que no era obra de la arquitectura terrestre refulgia alli donde no habia radiactividad ni la habia habido nunca. En esencia, era una copia de los palacios que ocupaban los Virreyes del Emperador destinados a planetas mas afortunados. La delicada exuberancia del terreno resultaba ideal para conseguir el maximo de comodidad. Las rocas de dimensiones imponentes habian sido recubiertas con humus, regadas ~— sumergidas en un clima y una atmosfera artificiales…, y habian acabado convirtiendose en quince kilometros cuadrados de canteros y jardines artificiales.

El coste energetico invertido en todos aquellos trabajos habia sido impresionante para las pautas de la Tierra, pero estaba respaldado por los increibles recursos de un Imperio compuesto por decenas de millones de planetas a los que se anadian continuamente nuevos mundos. (Se ha calculado que en el ano 827 de la Era

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