Galactica un promedio de cincuenta planetas al dia obtenia la categoria de provincias, para lo que debian cumplir con la condicion de tener una poblacion superior a los quinientos millones de seres humanos.)
El Procurador de la Tierra vivia en aquel entorno tan poco terrestre y, a veces, el lujo artificial del que se hallaba rodeado incluso le permitia olvidar que era Procurador del Imperio en un mundo insignificante y acordarse de que era un aristocrata de linaje muy antiguo y respetado.
Su esposa se dejaba enganar con menos frecuencia, especialmente cuando al llegar a la parte mas elevada de una loma cubierta de cesped podia ver a lo lejos la implacable y repentina aparicion del limite que separaba esos terrenos de la espantosa desolacion de la Tierra. Era entonces cuando ni las fuentes multicolores (que por la noche brillaban produciendo el efecto de un liquido fuego frio) ni los senderos floridos y los matorrales idilicos podian compensar la melancolia del exilio.
Y quiza por eso Arvardan disfruto de un recibimiento aun mas calido de lo que exigia el protocolo. Despues de todo, para el Procurador la visita de Arvardan traia consigo un reflejo del Imperio, la inmensidad y el infinito.
Y, por su parte, Arvardan encontro muchas cosas que admirar.
—Todo se ha hecho magnificamente…, y con muy buen gusto —dijo—. Es asombroso observar como incluso los distritos mas remotos de nuestro Imperio pueden llegar a asimilar un pequeno fragmento de nuestra cultura central, Procurador Ennius.
—Me temo que la corte del Procurador de la Tierra resulta mas agradable como lugar de turismo que como residencia —comento Ennius, y sonrio—. Lo que ve no es mas que un cascaron que suena a hueco cuando se lo golpea… Si nos descarta a mi y a mi familia, al personal de servicio, a la guarnicion imperial tanto de aqui como de los centros mas importantes del planeta y a un visitante ocasional como usted mismo, ya ha agotado toda la influencia de la cultura central existente en la Tierra. Francamente, me parece bastante poco…
Estaban sentados en el peristilo, y la tarde moria poco a poco. El sol proyectaba sus rayos en una trayectoria casi rasante hacia las cumbres brumosas y enrojecidas que se alzaban en el horizonte, y la atmosfera estaba tan saturada por los perfumes de la vida en continuo crecimiento que incluso las brisas parecian languidos suspiros de cansancio.
Manifestar una curiosidad excesiva hacia las actividades de un invitado no resultaba muy correcto ni tan siquiera cuando quien lo hacia era todo un Procurador del Imperio, naturalmente, pero no habia que olvidar el tormento que suponia vivir permanentemente aislado del resto del Imperio.
—?Piensa quedarse aqui mucho tiempo, doctor Arvardan? —pregunto Ennius.
—No tengo ningun plan definido al respecto. Me he adelantado al resto de mi expedicion para familiarizarme un poco con la cultura de la Tierra y ocuparme de todos los requisitos legales. Por ejemplo, tengo que obtener de usted el acostumbrado permiso oficial para establecer campamentos en los lugares necesarios…
—?Oh, ya puede darlo por concedido! ?Pero cuando empezara a excavar, y que cree que puede llegar a encontrar en este misero monton de escombros?
—Si todo va bien espero haber terminado de instalar el campamento base dentro de unos meses. En cuanto a este mundo…, bueno, para mi es cualquier cosa menos un misero monton de escombros. La Tierra es algo unico en toda la Galaxia.
—?Unico? —repitio secamente el Procurador—. ?De ningun modo! Es un planeta de lo mas vulgar… De hecho, es una pocilga, una fosa septica, una cloaca o practicamente cualquier otro termino despectivo que le apetezca emplear; pero a pesar del refinamiento que ha llegado a alcanzar en su infamia, ni tan siquiera puede distinguirse por su bajeza, y sigue siendo un mundo de campesinos toscos y brutales sin nada de particular.
—Pero la Tierra es un mundo radiactivo —respondio Arvardan, un poco desconcertado ante la apasionada energia con que habian sido enunciados los argumentos totalmente carentes de base que acababa de oir.
—?Y que importancia tiene eso? Varios miles de planetas de la Galaxia son radiactivos, y algunos en un grado mucho mayor que la Tierra.
En ese instante la atencion de ambos fue atraida por el casi inaudible deslizarse de un armario movil que se detuvo al alcance de sus manos.
—?Que prefiere? —pregunto Ennius senalando el armario.
—No soy muy exigente. Quiza un zumo de lima…
—No habra problema. El armario de las bebidas cuenta con todos los ingredientes necesarios… ?Con o sin Chensey?
—Con un chorrito —contesto Arvardan, y alzo el indice y el pulgar dejando muy poco espacio entre ellos.
Y un camarero entro en accion en el interior del armario (que quiza fuese el producto mecanico resultado del ingenio humano mas difundido en toda la Galaxia), pero se trataba de un camarero no humano cuya alma electronica no mezclaba las bebidas por copas sino por medidas atomicas, cuyas raciones siempre resultaban perfectas y que no podia ser igualado ni por toda la inspiracion de un simple ser humano.
Los vasos altos parecieron surgir de la nada y quedaron colocados en sus nichos correspondientes esperando el momento de ser cogidos.
Arvardan cogio el verde, y por un momento sintio su frescura contra la mejilla. Despues se llevo el vaso a los labios y saboreo su bebida.
—Perfecto —comento, y dejo el vaso sobre el ancho brazo de su comodo sillon—. Tal y como usted ha dicho, Procurador Ennius, hay miles de planetas radiactivos, pero solo uno de ellos esta habitado…, este, Procurador.
—Bien… —Ennius hizo chasquear los labios sobre su vaso, y parecio perder parte de su sequedad despues de tomar un trago del liquido que contenia—. Puede que la Tierra resulte excepcional en ese sentido, pero considero que es una distincion muy poco envidiable.
—Ah, pero no se trata tan solo de una cuestion de particularidad estadistica —dijo Arvardan con voz decidida hablando entre sorbo y sorbo—. Es algo que va mucho mas lejos, y encierra potencialidades inmensas. Los biologos han demostrado, o afirman haber demostrado, que en los planetas donde la intensidad de la radiactividad existente en la atmosfera y los mares supera cierto punto de la escala de medicion nunca llega a desarrollarse la vida…, y la radiactividad de la Tierra supera ese punto por un margen considerable.
—Es interesante. No lo sabia, doctor Arvardan, y supongo que esto constituiria una prueba definitiva de que la vida de la Tierra es fundamentalmente distinta de la del resto de la Galaxia, ?no? Eso deberia satisfacerle, puesto que usted es de Sirio. —El comentario parecio hacerle sentir una alegria sarcastica—. ?Sabe que el mayor problema con el que se tropieza uno al gobernar este planeta es el de controlar el intenso sentimiento antiterrestre que existe en todo el Sector de Sirio? —anadio a continuacion el Procurador Ennius en tono confidencial—. Y los terrestres devuelven ese odio con creces, desde luego… No estoy afirmando que el sentimiento antiterrestre no exista de forma mas o menos difusa en muchos lugares de la Galaxia, naturalmente, pero nunca con tanta intensidad como en el Sector de Sirio.
Arvardan respondio en un tono apasionado e impregnado de vehemencia.
—Procurador Ennius, rechazo lo que usted quiere dar a entender —dijo—. Le aseguro que soy el mas tolerante de los hombres. Creo con toda mi conviccion en la unidad de la raza humana, y eso incluye tambien a la Tierra. Toda la vida es fundamentalmente una, porque toda ella se basa en complejos proteinicos que se hallan en un estado de dispersion coloidal…, lo que llamamos protoplasma. El efecto de la radiactividad al cual acabo de hacer referencia no es aplicable unicamente a algunas formas de vida humana o a algunas formas de cualquier tipo de vida. Se aplica a toda la vida, porque es algo basado en la mecanica cuantica de esas macromoleculas; lo cual quiere decir que se aplica a usted, a mi, a los terrestres, a las aranas y a los microbios.
»Como probablemente ya sabe, tanto las proteinas como los acidos nucleicos son agrupamientos inmensamente complicados de nucleotidos de aminoacidos y otros compuestos especializados dispuestos formando intrincadas arquitecturas tridimensionales que resultan tan poco estables como los rayos del sol en un dia nublado. Esta misma inestabilidad es la vida, puesto que la vida cambia constantemente de posicion en un esfuerzo por mantener su identidad…, igual que si fuese una vara muy larga colocada en equilibrio sobre la nariz de un acrobata.
»Pero esos productos quimicos maravillosos tienen que ser formados a partir de la materia inorganica antes de que pueda existir la vida. Asi pues, en el principio mismo y por influencia de la energia irradiada por el sol que caia sobre esas inmensas soluciones que llamamos oceanos, las moleculas organicas fueron aumentando