para protegerme (pues pensaba estar alli apenas un momento, con el proposito de mantener las apariencias) como para ofrecer un blanco a mis enemigos. Luego…

Entre una respiracion y la siguiente se encendieron todas las luces de esa zona de la nave. Vi la escalera metalica donde me encontraba, y por entre los peldanos gemelos de metal negro, los verdes claros y amarillos del vivario. A mi derecha, una luminosidad de lamparas indistintas se perdia en una bruma nacarada; la distante pared de mi izquierda tenia un brillo gris-negro de humedad, como un oscuro lago visto de traves. Arriba podria no haber habido nave alguna, sino un cielo cubierto sitiado por los circulos de un sol ambulante.

No duro mas de un aliento. Oi lejanos, dispersos gritos de marineros que avisaban a sus companeros de lo que en ningun caso podia dejarse pasar. Luego cayo una oscuridad en apariencia mas terrible que la anterior. Subi un centenar de escalones; la luz parpadeo, como si todas las lamparas estuvieran tan cansadas como yo, y volvio a apagarse. Mil escalones, y la llama de la vela dorada se redujo a una mota azul. La apague para reservar el combustible que quedara y segui subiendo a oscuras.

Acaso fuera solo porque me alejaba del fondo de la nave y subia a la cubierta superior, que contenia nuestra atmosfera, pero me estaba helando. Intente subir mas rapido, para que el ejercicio me calentara, y me descubri incapaz. La prisa me hacia tropezar, y la pierna que algun infante ascio habia abierto en la Tercera Batalla de Orithya arrastraba el resto del cuerpo hacia la tumba.

Por un momento temi no reconocer la fila donde estaban mi cabina y la de Gunnie, pero sali de la escalera sin pensar, encendi la vela dorada un solo instante y oi un chirrido de bisagras mientras la puerta se abria.

La habia cerrado, y habia encontrado la litera, cuando adverti que no estaba solo. Pregunte quien era y me respondio la voz de Idas, el marinero de pelo blanco, en un tono en que se mezclaban el miedo y el interes.

—?Que haces aqui? —pregunte.

—Te estaba esperando. Yo… confiaba en que vendrias. No se por que, pero eso me parecio. No estabas abajo con los demas. —Como yo no decia nada, agrego:— Trabajando, quiero decir. Asi que me escabulli yo tambien y vine aqui.

—A mi cabina. La cerradura tendria que haberte impedido entrar.

—Pero no se lo dijiste. Yo te describi, y a mi me conoce, ?entiendes? Mi cabina esta aqui cerca. Le dije la verdad, que solo queria esperarte.

—Le ordenare —dije— que no deje pasar a nadie salvo a mi.

—Seria sensato hacer excepciones con los amigos. Le dije que lo consideraria, en realidad pensando que el no seria una excepcion. Tal vez Gunnie.

—Tienes una luz. ?No seria mas amable usarla?

—?Como sabes que la tengo?

—Porque cuando se abrio la puerta fuera hubo luz un instante. Era algo que tenias tu en la mano, ?no? Asenti; entonces me percate de que a oscuras no me veia y dije: — Prefiero no agotarla.

—De acuerdo. Sin embargo me sorprendio que no la usaras para encontrar la cama. — Recordaba de sobra el sitio.

El hecho es que me habia impuesto no encender la vela dorada como una cuestion de autodisciplina. Tuve la tentacion de usarla para ver si Idas estaba quemado o mordido. Pero la razon me dijo que el asesino quemado no estaria en condiciones de intentar matarme por segunda vez y el mordido por la criatura no habria podido sacarme tanta ventaja como para subir la escalera del pozo de aire sin que yo lo oyese.

—?Te molestaria que conversaramos? Cuando nos encontramos antes hablaste de tu mundo, y me dieron muchas ganas.

—Me gustaria —le dije—, si a ti no te molestara contestarme unas preguntas. —En realidad, mucho mas me habria gustado tener una posibilidad de descansar. Estaba lejos de haberme repuesto, pero no podia desperdiciar una ocasion de informarme.

—No —dijo Idas—. Para nada… Me encantara contestarte, si tu me contestas a mi.

Buscando una forma inocua de empezar, me quite las botas y me estire en la litera, que se quejo de mi suavemente.

—?Y como llamas la lengua en que estamos hablando? —empece.

—?Lo que estamos hablando ahora? Bueno, nave, por supuesto.

—?Sabes otros idiomas, Idas?

—No, yo no. Naci a bordo, ?entiendes? Esa era una de las cosas que te queria preguntar… como es de diferente la vida para alguien de un mundo de veras. Entre la tripulacion he oido montones de historias, pero son nada mas que marinos ignorantes. Yo veo bien que tu eres una persona que piensa.

—Gracias. Si has nacido aqui, habras tenido muchas oportunidades de visitar mundos reales. ?Conoces muchos donde hablen nave?

—Para serte franco, no he bajado todo lo que hubiera podido. Mi aspecto… probablemente te has fijado…

—Contesta lo que te pregunto, por favor.

—Supongo que en la mayoria de los mundos hablan nave. —La voz de Idas habia sonado un poquito mas cerca que antes, me parecio.

—Ya. En Urth, lo que tu llamas nave solo se habla en nuestra Comunidad. Para nosotros es la lengua mas antigua, pero hasta ahora nunca he estado seguro de que sea cierto. —Decidi desviar la conversacion hacia el motivo de que todo hubiera quedado a oscuras.— Esto seria mucho mas satisfactorio si pudieramos vernos, ?no?

—?Vaya si no! ?No vas a usar la luz?

—Dentro de un momento, quiza. ?Piensas que conseguiran pronto que vuelvan a funcionar las luces?

—Estan tratando de repararlas para que las zonas mas importantes tengan luz —dijo Idas—. Pero esta zona no es importante.

—?Que paso?

Adverti de alguna manera que se encogia de hombros.

—Parece que algun material conductor cayo entre las terminales de una de las celulas, pero nadie pudo descubrir que habia sido. La cuestion es que se quemaron las placas. Tambien algunos cables, cosa que no tendria que haber pasado.

—?Y todos los demas marineros estan trabajando alli?

—La mayoria de mi cuadrilla. —Ahora estaba seguro de que se habia acercado; a menos de una ana de la litera.— Algunos fueron a ocuparse de otras cosas. Asi pude escaparme. Severian, tu mundo… ?es hermoso?

—Muy hermoso, pero tambien terrible. Lo mas bonito de todo posiblemente sean las islas de nieve que vienen del sur navegando como navios. Son blancas y verde claro, y cuando les da el sol centellean como diamantes o esmeraldas. Alrededor de ellas el mar parece negro, pero es tan transparente que incluso muy de lejos se ven los cascos en las profundidades pelagicas…

El aliento de Idas no dejaba de sisear debilmente. Al oirlo saque el cuchillo haciendo el menor ruido posible.

—… y cada una se eleva como una montana contra un cielo de cobalto espolvoreado de estrellas. Pero en esas islas no puede vivir nada… nada humano. Me estoy durmiendo, Idas. Tal vez es mejor que te vayas.

—Me gustaria preguntarte mas, mucho mas.

—Y lo haras, pero otra vez.

—Severian, ?en tu mundo los hombres no se tocan a veces? ?No se estrechan las manos en senal de amistad? Hay montones de mundos donde lo hacen.

—Tambien lo hacen en el mio —dije, y me pase el cuchillo a la mano izquierda.

—Entonces demonos la mano y me ire.

—Muy bien —le dije.

Las puntas de nuestros dedos se tocaron y en ese momento se encendio la luz de la cabina.

Idas tenia empunado un bolo, la hoja bajo la mano. Lo descargo empujandolo con todo su peso. Mi mano derecha volo hacia arriba. Jamas habria podido parar ese golpe, pero me las arregle para desviarlo. La punta me atraveso la camisa y se hundio en el colchon tan cerca de mi piel que senti el frio del acero.

El intento arrancar el bolo pero le atrape la muneca y no logro librarse. Me habria sido facil matarlo entonces, pero le abri con mi hoja un surco en el antebrazo para que soltara el mango.

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