Alli muchas cabinas tenian las puertas entreabiertas, pero estaban a oscuras. En otro tiempo, asi al menos me parecio, la tripulacion tenia que haber sido mucho mas numerosa o la nave habia servido para transportar prisioneros (dando otras instrucciones a las cerraduras, las cabinas bien podrian haberse usado como celdas) o soldados.

El grito se oyo de nuevo, y con el un ruido como el repique de un martillo en un yunque, aunque un matiz me dijo que no surgia de una forja sino de una boca de carne. Oido de noche, en una fortaleza de montana, habria sido mas terrible que el aullido de un lobo, creo. ?Que tristeza, que temor, que soledad habia alli, cuanto miedo y agonia!

Me detuve a tomar aliento y mire alrededor. Tuve la impresion de que en las cabinas de mas abajo habian encerrado animales. O tal vez locos, como nosotros los torturadores recluiamos en el tercer nivel de la mazmorra a los clientes desquiciados por el miedo. ?Quien podia asegurar que no habia ninguna puerta abierta? ?No andaria suelta alguna de esas criaturas, alejada de los niveles superiores por mero azar o miedo a los seres humanos? Saque la pistola y me cerciore de que estaba al minimo y con la carga completa.

El primer vislumbre del vivario de abajo me confirmo los peores miedos. Unos arboles diafanos se agitaban al borde de un glaciar, una cascada se precipitaba cantando, una duna alzaba su esteril cresta amarilla y entre todo eso merodeaban dos docenas de criaturas. Estuve un rato observando hasta que empece a sospechar que de todos modos estaban encerradas, y al fin me senti mas seguro. Pero cada una tenia su propio predio, grande o pequeno, y les era tan imposible mezclarse como a las bestias de la Torre del Oso. ?Que grupo tan extrano! Creo que si hubieran peinado todos los bosques y pantanos de Urth buscando rarezas no se habria reunido semejante coleccion. Algunas cotorreaban, otras miraban fijamente, la mayoria estaban tendidas, comatosas.

Enfunde la pistola y grite: —?Quien aullo?

Bromeaba conmigo mismo, nada mas, y sin embargo me llego una respuesta: un gemido que venia del fondo del vivario; eche a andar entre las bestias siguiendo un sendero angosto y apenas visible, y como me enteraria casi en seguida, abierto por los marineros que les daban de comer.

Era la criatura hirsuta que yo habia ayudado a cazar en la bodega, y le eche una mirada de casi calido reconocimiento. Desde que la chalupa me habia llevado de los jardines de la Casa Absoluta hasta esa nave yo habia pensado que encontrar por segunda vez a un ser tan raro era como reunirme con un viejo conocido.

Y luego me interesaba la criatura misma, ya que habia contribuido a capturarla. Mientras la perseguiamos, me habia parecido casi esferica; ahora veia que en realidad era uno de esos animales de extremidades y cuerpo cortos que suelen vivir en madrigueras: en otras palabras, una especie de pika. Tenia una cabeza redonda sobre un cuello tan corto que habia que darlo por supuesto, un cuerpo tambien redondo, del cual la cabeza parecia una mera continuacion; cuatro patas cortas, cada una terminada en cuatro romas garras largas y una pequena; una cubierta de aplastado pelo gris-pardo; y dos brillantes ojos negros que me miraban fijamente.

—Pobre —dije—. ?Como te has dejado meter aqui?

Se acerco al limite de la invisible barrera que lo rodeaba, mucho mas lenta ahora que ya no estaba asustada.

—Pobre —volvi a decir.

Como hacen a veces las pikas, se alzo sobre las patas traseras, cruzando las delanteras sobre la panza blanca. Unas hebras de cuerda negra todavia le rayaban la piel. Recorde que las mismas cuerdas se me habian pegado a la camisa. Desprendi las que quedaban y ahora las encontre flojas; algunas se me deshicieron en la mano. Las cuerdas de la criatura hirsuta, parecia, tambien se estaban cayendo.

Gimio suavemente; por instinto alargue la mano para consolarla, como si fuera un perro ansioso, y luego la retire por miedo a que me mordiera o me clavara las garras.

Un momento despues maldije mi cobardia. En la bodega ella no habia hecho dano a nadie, y mientras luchaba conmigo nada me habia indicado que intentara algo mas que escapar. Meti un dedo a traves de la barrera (que para mi demostro no serlo) y le rasque el costado del pequeno hocico. Volvio la cabeza, como un perro comun, y debajo de la piel senti unas orejitas.

Detras de mi alguien dijo: —Gracioso, ?no es cierto? —y me volvi a mirar. Era Purn, el marinero sonriente.

—Parece de lo mas inofensivo —respondi.

—La mayoria son asi. —Purn titubeo.— Solo que la mayoria muere y se los lleva la corriente. Nosotros apenas vemos unos pocos; eso dicen.

—Me dejo pensando —senale— que Gunnie los llamara inclusos. Los traen las velas, ?no?

Purn asintio con aire distraido y metiendo un dedo por la barrera le hizo cosquillas a la criatura hirsuta.

—Las velas adyacentes tienen que ser como dos grandes espejos curvos. Asi que en algun lugar, de hecho en varios, son espejos paralelos, y reflejan la luz de las estrellas.

Pum volvio a asentir: —Es lo que mantiene la nave en marcha, como dijo el capitan cuando le preguntaron por la puta.

—Una vez conoci un hombre llamado Hethor que convocaba cosas mortiferas para que lo sirviesen. Y otro llamado Vodalus, que no era de fiar, lo admito, me dijo que para atraerlas usaba unos espejos. Tengo un amigo que tambien hace encantos con espejos, aunque los suyos no son malignos. Hethor habia trabajado en una nave como esta.

Esto atrajo la atencion de Purn. Retiro el dedo y se volvio hacia mi.

—?Sabes como se llamaba?

—?La nave? No, creo que nunca lo menciono. Espera… Dijo que habia estado en varias. «Largo tiempo me embarque en las naves de velas plateadas, las de cien palos que llegan a tocar las estrellas.»

—Ah —asintio Purn—. Algunos dicen que hay una sola. A veces me asombra.

—Seguro que hay muchas. Ya cuando yo era nino la gente me contaba cosas de ellas, de las naves de los cacogenos que atracaban en el puerto de Luna.

—?Eso donde es?

—?Luna? Es el satelite de mi mundo, el satelite de Urth.

—Entonces era un cacharro pequeno —me explico Purn—. Transbordadores, lanchas y cosas asi. Nadie dijo nunca que no hubiera un monton de cacharritos yendo y viniendo entre los distintos mundos de los distintos soles. Pero en general esta nave, y las otras iguales, suponiendo que haya mas de una, no se acercan tanto. Pueden hacerlo, si, pero hace falta mucha mana. Y luego, cerca de los soles suele haber mucha roca zumbando por ahi.

Idas, el del pelo blanco, aparecio transportando una coleccion de herramientas. — ?Hola! —saludo, y yo agite la mano.

—Tendria que ponerme a trabajar —murmuro Purn—. Se supone que ese y yo nos ocupamos de ellos. Estaba echando un vistazo para asegurarme de que andaban bien cuando te vi, ehm…

—Severian —dije yo—. Era el Autarca, el gobernante, la Comunidad; ahora soy el representante de Urth, y su embajador. ?Tu vienes de Urth, Purn?

—Creo que no he estado nunca, pero a lo mejor estuve. —Parecio reflexionar.— ?Hay un gran satelite blanco?

—No, es verde. Tal vez estuviste en Verthandi; he leido que sus satelites son de un gris palido.

Purn se encogio de hombros.

—No lo se.

Idas ya se nos habia acercado, y dijo: —Debe ser maravilloso. —Yo no tenia idea de lo que habia querido decir. Purn se alejo para mirar las bestias.

Como si fueramos dos conspiradores, Idas susurro: —No te preocupes por el. Teme que lo denuncie por no trabajar.

—?Y no temes que yo te denuncie a ti? —Habia en Idas algo que me irritaba, aunque acaso solo fuera su aparente debilidad.

—Ah, ?conoces a Sidero?

—A quien conozco es asunto mio, se me ocurre.

—Me parece que tu no conoces a nadie —dijo el. Y luego, como si hubiera cometido una mera torpeza social Pero quiza si. O yo podria presentarte. Si quieres lo hago.

Quiero —le dije—. A la primera ocasion presentame a Sidero. Exijo que me devuelvan a mi camarote.

Idas asintio.

Вы читаете La Urth del Sol Nuevo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×