huesped. Sin embargo, penso, no tendrian que haber ido caminando y hablando con el tan apaciblemente.
Los hombres de Havnor se quedaron varios dias con el Senor de Re Albi, quiza con la esperanza de que el Archimago cambiara de parecer y fuera a donde estaban, pero no lo buscaron ni presionaron a Tenar para que les dijera donde se podia hallar. Cuando por fin se marcharon, Tenar se dijo que tendria que decidir que iba a hacer. No habia ningun motivo para quedarse alli, y habia dos razones poderosas para marcharse: Alamo y Diestro, de los que no podia esperar que las dejaran en paz ni a ella ni a Therru.
No obstante, le era dificil tomar una decision, porque le era dificil pensar en marcharse. Al abandonar Re Albi ahora dejaba atras a Ogion, lo perdia, asi como no lo habia perdido mientras cuidaba su casa y le quitaba las malezas a las cebollas. Y penso: «Nunca sonare con el cielo, alla». Aqui, donde Kalessin habia venido, ella era Tenar, penso. Alla en el Valle Central volveria a ser nada mas que Goha. Retardo la partida. Se decia: «?Por que debo temerle a esos bribones, huir de ellos? Eso es lo que quieren que haga. ?Van a hacerme ir y venir a su antojo?». Se dijo: «Primero terminare de hacer los quesos». No dejaba que Therru se apartara de su lado. Y los dias iban pasando.
Musgo se aparecio a contarle una historia. Tenar le habia preguntado por Alamo, el hechicero, sin contarle toda la historia aunque diciendole que la habia amenazado…, lo que probablemente hubiese sido lo unico que pretendia hacer. Generalmente Musgo se mantenia alejada de la finca del viejo senor, pero sentia curiosidad por saber que sucedia alli y no le faltaban deseos de aprovechar una oportunidad para charlar con algunos conocidos que tenia alli: una mujer que le habia ensenado el oficio de partera y otros a los que habia ayudado a curarse o a encontrar objetos. Consiguio hacerlos hablar sobre lo que ocurria en la mansion. Todos odiaban a Alamo y, por tanto, estaban muy dispuestos a hablar de el, pero habia que escuchar sus historias a sabiendas de que la mitad de ellas provenian del desprecio y el temor. De todos modos, las fantasias tenian algo de verdad. La misma Musgo afirmaba que antes de la llegada de Alamo, hacia tres anos, el senor mas joven, el nieto, era un hombre fuerte y sano, aunque timido, hosco, «como temeroso», decia. Despues, alrededor de la epoca en que la madre del joven senor habia muerto, el viejo senor habia pedido que le mandaran un hechicero de Roke. —?Para que, cuando el Senor Ogion vivia a menos de una milla? Y en la mansion todos son brujos.
Pero habia llegado Alamo. Le habia presentado sus respetos a Ogion y nada mas, y Musgo decia que nunca salia de la mansion. Desde entonces, habian visto cada vez menos al joven senor y se decia que se quedaba acostado dia y noche, «como un bebe enfermo, consumido», decia una de las mujeres que habia llevado un mensaje a la mansion. Pero el viejo senor, «de cien anos, o casi, o mas», insistia Musgo —no le temia a los numeros y no les tenia ningun respeto—, el viejo senor estaba floreciente, «lleno de energias», decian. Y uno de los hombres, porque en la mansion solo habia criados, le habia dicho a una de las mujeres que el viejo senor habia contratado al hechicero para que lo hiciera vivir eternamente y que eso era lo que estaba haciendo el hechicero, alimentandolo, decia el hombre, con la vida del nieto. Y el hombre no veia nada malo en ello y decia: —?Quien no querria vivir eternamente?
—Y bien —dijo Tenar, desconcertada—. Es una historia espantosa. ?No comentan todo esto en la aldea?
Musgo se encogio de hombros. Una vez mas, se trataba de «no entrometerse». Quienes no tenian poder no debian juzgar lo que hacian los poderosos. Y habia una ciega lealtad, un sentido de arraigo en ese lugar: el viejo era su senor, el Senor de Re Albi, a nadie mas debia importarle lo que hacia… Evidentemente Musgo compartia ese sentimiento. —Es algo arriesgado —dijo— ese asunto, tiene que terminar mal —pero no dijo que fuera algo perverso.
En la mansion no habian vuelto a ver ni el rastro del hombre llamado Diestro. Ansiosa por asegurarse de que se habia marchado del Acantilado, Tenar le pregunto a un par de conocidos de la aldea si lo habian visto, pero solo recibio respuestas displicentes y vagas. No querian tener nada que ver con sus asuntos. «No os entrometais…» Solo el viejo Abanico la trato como a una amiga y a una aldeana mas. Y quizas eso fuera porque veia tan poco que no alcanzaba a ver claramente a Therru.
Ahora llevaba a la nina cuando iba a la aldea o a cualquier lugar un tanto alejado de la casa.
A Therru no le molestaba esa esclavitud. Se quedaba cerca de Tenar como habria hecho un nino mucho menor, trabajando con ella o jugando. Sus juegos consistian en hacer figuras con cuerdas, hacer cestas, jugar con un par de figuras de hueso que Tenar habia encontrado en un pequeno bolso de hierba en uno de los anaqueles de Ogion. Habia un animal que podia ser un perro o una oveja, una figura que podia ser una mujer o un hombre. Tenar no sentia que encerraran ningun poder ni peligro, y Musgo decia: «Son solo juguetes». Therru sentia que eran prodigiosos. Las movia de un lado a otro por horas de horas, siguiendo los pasos de una historia sin palabras; no hablaba cuando jugaba. A veces construia casas para la persona y el animal, monticulos de piedra, chozas de barro y paja. Los llevaba siempre en el bolsillo, en la bolsa de hierba. Estaba aprendiendo a hilar; podia sujetar la rueca con la mano quemada y hacer girar el huso con la otra. Desde que habian llegado alli, le quitaban la lana a las cabras regularmente y ya tenian un gran saco de sedosa lana de cabra para hilar.
«Pero deberia estarle ensenando», pensaba Tenar, angustiada. «Ensenale todo, dijo Ogion, y ?que le estoy ensenando? ?A cocinar y a hilar?» Entonces, desde otra parte de su mente, la voz de Goha decia: «?No son esas acaso verdaderas artes, necesarias y nobles? ?Acaso toda la sabiduria esta en las palabras?».
Sin embargo, el asunto seguia inquietandola y una tarde, mientras Therru iba sacando la lana de cabra para limpiarla y separarla y mientras la cardaba, a la sombra de un peral, le dijo: —Therru, tal vez haya llegado la hora de que aprendas el nombre verdadero de las cosas. Hay una lengua en la que todas las cosas tienen un nombre verdadero, y las acciones y las palabras son una sola cosa. Hablando esa lengua, Segoy saco las islas de las profundidades. Es la lengua que hablan los dragones.
La nina la escuchaba, silenciosa.
Tenar dejo de lado las cardas y cogio un guijarro. —En esa lengua —dijo—, esto es
Therru la observo hacerlo y repitio la palabra,
Tenar sostenia el guijarro en la palma de la mano, un guijarro.
Se quedaron en silencio.
—No todavia —dijo Tenar—. No es eso lo que tengo que ensenarte ahora. —Dejo caer el guijarro, y cogio las cardas y un manojo de turbia lana gris que Therru habia dejado lista para cardar.— Tal vez cuando tengas tu nombre verdadero, tal vez entonces. Ahora no. Ahora escuchame. Este es el momento de contar historias, para que empieces a aprenderlas. Te puedo contar historias del Archipielago y de las Tierras Kargas. Ya te conte una historia que le oi contar a mi amigo Aihal el Silencioso. Ahora te contare una historia que le oi contar a mi amiga Alondra cuando se la conto a sus hijos ya los mios. Es la historia de Andaur y Avad. En tiempos tan remotos como la eternidad, y en tierras tan lejanas como Selidor, vivia un hombre llamado Andur, un lenador, que subia solo a las colinas. Un dia, en el fondo del bosque, corto un enorme roble. Al caer, el roble le grito con voz humana…
Fue una agradable tarde para las dos.
Pero esa noche, acostada junto a la nina dormida, Tenar no lograba conciliar el sueno. Se sentia intranquila, preocupada por una inquietud trivial tras otra: ?cerre el porton de la dehesa?, ?me duele la mano porque estuve cardando o es el comienzo de la artritis?, y asi, una detras de otra. Entonces empezo a sentirse muy inquieta, creyendo oir ruidos fuera de la casa. «?Por que no me habre conseguido un perro? —penso—. Es estupido no tener un perro. Una mujer y una nina que viven solas tienen que tener un perro hoy en dia. ?Pero esta es la casa de Ogion! Nadie vendria aqui a hacer dano. Pero Ogion esta muerto, muerto, enterrado junto a las raices del arbol en el linde del bosque. Y no vendria nadie. Gavilan se marcho, huyo. Ni siquiera Gavilan esta aqui ahora, es un fantasma que no le sirve a nadie, un muerto obligado a seguir viviendo. Y yo no tengo fuerzas, no hay nada bueno dentro de mi. Pronuncio la palabra de la Creacion y muere en mis labios, no tiene sentido. Un guijarro. Soy una mujer, una mujer vieja, debil, estupida. Todo lo que hago esta errado. Todo lo que toco se convierte en cenizas, sombra, piedra. Soy la criatura de las sombras, estoy llena de sombras. Solo el fuego me puede purificar. Solo el fuego puede devorarme, devorarme como a…»
Se sento y grito a viva voz en su lengua: —?Que la maldicion se vuelva contra ti, y que asi sea! —y extendio el brazo derecho hacia adelante y hacia abajo, apuntando a la puerta cerrada. Luego salto de la cama, fue hasta la puerta, la abrio de par en par y grito hacia la noche nebulosa—: Llegaste demasiado tarde, Alamo. Ya habia sido devorada hacia mucho tiempo. ?Ve a ocuparte de lo tuyo!
No hubo respuesta, ningun sonido, solo un olor a quemado, tenue, agrio; de tela o cabellos chamuscados.