Ella probo el vino.

—Es muy bueno, pero no es del Ano del Dragon;—dijo.

El la miro con abierta sorpresa, como lo hubiese hecho un nino.

—Es de Enlad, no de las Andrades —dijo con humildad.

—Es excelente —le aseguro ella, bebiendo nuevamente. Cogio un bizcocho. Era una tarta de mantequilla, exquisita, en absoluto dulce. Las uvas verdes y ambar eran dulces y acidas. El intenso sabor de la comida y del vino eran como las amarras del barco, la unian nuevamente al mundo, a su mente.

—?Tenia tanto miedo! —dijo ella a modo de disculpa—. Siento que pronto volvere a actuar como siempre. Ayer… no, hoy, esta manana… hubo un… un maleficio. —Le era casi imposible pronunciar esa palabra, balbuceo al decirla:— Una m-mal-dicion… Me echaron una maldicion. Siento que me dejo sin habla, sin poder pensar. Y huimos de eso, pero nos cruzamos con el hombre… el hombre que… —Miro desesperadamente al joven que la escuchaba. Su mirada grave le permitio decir lo que tenia que decir.— Era uno de los que dejaron maltrecha a la nina. El y sus padres. La violaron y la golpearon y la quemaron; esas cosas suceden, senor. Le suceden a un nino. Y no deja de seguirla, de acercarsele. Y…

Se detuvo y bebio del vino, obligandose a saborearlo.

—Y entonces, huyendo de el os encontre a vos. Encontre este refugio. —Miro las vigas bajas y talladas del camarote, la mesa pulida, la bandeja de plata, el rostro delgado y sereno del joven. Tenia cabellos oscuros y finos, tez de color bronce claro; vestia bien pero con sencillez, no llevaba cadenas ni anillos ni ningun distintivo de autoridad. Pero su apariencia era la de un rey, penso Tenar.

—Siento haber dejado marcharse al hombre —dijo el—. Pero es posible encontrarlo. ?Fue el quien os echo la maldicion?

—Un hechicero. —No queria pronunciar su nombre. No queria pensar en nada de eso. Queria olvidarse de todos ellos. Ni castigo ni persecucion. Habia que dejarlos entregados a su odio, dejarlos atras, olvidarlos.

Lebannen no insistio, pero pregunto: —?Estareis a salvo de esos hombres en vuestra granja?

—Creo que si. Si no hubiese estado tan fatigada, tan confusa por…, por el…, tan confusa que no podia pensar, no le habria temido a Diestro. ?Que podria haber hecho? ?Con tanta gente alrededor, en la calle? No deberia haber huido de el. Pero lo unico que sentia era el miedo de la nina. Es tan pequena, lo unico que puede hacer es temerle. Tendra que aprender a no temerle. Tengo que ensenarselo… —Desvariaba. Las ideas le venian a la mente en kargo. ?Habia estado hablando en kargo? El iba a creer que estaba loca, que parloteaba como una vieja loca. Alzo la vista y lo miro furtivamente. Sus ojos oscuros no la observaban; contemplaban la llama de la lampara de cristal que colgaba cerca de la mesa, una llama tenue, quieta, clara. Su rostro era demasiado triste para ser el rostro de un joven.

—Vinisteis a buscarlo —dijo ella—. Al archimago. Gavilan.

—Ged —dijo el, mirandola con una sonrisa—.Vos y el y yo usamos nuestros nombres verdaderos.

—Vos y yo si. Pero el solo se lo ha revelado a vos y a mi.

El asintio.

—Corre peligro a causa de hombres envidiosos, hombres malvados, y no tiene…, no puede defenderse ahora. ?Lo sabiais?

No lograba expresarse con mas claridad, pero Lebannen dijo: —Me dijo que habia perdido su poder de mago. Que lo habia consumido al hacer lo que me salvo, lo que nos salvo a todos nosotros. Pero me era dificil creerlo. No queria creerle.

—Tampoco yo. Pero asi es. Y por eso el… —Titubeo otra vez.— Quiere estar solo hasta que cicatricen sus heridas —dijo por fin, con cautela.

Lebannen dijo: —El y yo estuvimos juntos en la tierra oscura, la tierra yerma. Morimos juntos. Cruzamos juntos sus montanas. Se puede regresar a traves de esas montanas. Hay un camino. El lo conocia. Pero el nombre de las montanas es Dolor. Las piedras… Las piedras son cortantes y las heridas tardan en cicatrizar.

El se miro las manos. Ella penso en las manos de Ged, magulladas y cortadas, empunadas sobre sus heridas. Impidiendo que los cortes se abrieran, cerradas.

Empuno el guijarro que llevaba en el bolsillo, la palabra que habia recogido en el camino empinado.

—?Por que se oculta de mi? —grito el joven, dolido. Luego dijo serenamente—: Tenia la esperanza de verlo. Pero si el no lo desea, asi sera, ciertamente. —Ella reconocio la cortesia, el respeto, la dignidad de los mensajeros de Havnor, y lo agradecio; reconocia su valor. Pero lo amaba por su sufrimiento.

—Sin duda os buscara. Pero dadle tiempo. Estaba tan herido…, lo ha perdido todo. Pero cuando hablo de vos, cuando dijo vuestro nombre, ?oh!, entonces lo vi por un instante como era antes…, como sera nuevamente… ?Lleno de orgullo!

—?Orgullo? —repitio Lebannen, como si estuviese sorprendido.

—Si. Por supuesto, orgullo. ?Quien podria sentirse orgulloso, sino el?

—Siempre pense que era… Era tan paciente… —dijo Lebannen y luego rio ante lo inadecuado de su descripcion.

—Ahora no tiene paciencia —dijo ella— y se trata con mucha dureza, en forma desmedida. Siento que no podemos hacer nada por el, salvo dejar que siga su camino y que se encuentre a si mismo cuando ya no pueda mas, como dicen en Gont… —De subito, sintio que ya no podia mas, estaba tan agotada que se sentia mal.— Creo que debo descansar—dijo.

El se puso de pie de inmediato. —Senora Tenar, decis que habeis huido de un enemigo para encontraros con otro; pero yo vine aqui en busca de un amigo, y he encontrado a una amiga. —Ella sonrio ante su ingenio y su bondad. ?Que joven tan amable!, penso.

Cuando desperto, todo era agitacion en el barco: crujidos y chirridos de maderos, ruidos sordos de carreras por sobre su cabeza, matraqueo de velas, gritos de marineros. Therru tardo en despertar y lo hizo alicaida, quiza con calentura, aunque su cuerpo era siempre tan calido que a Tenar le costaba saber si tenia fiebre. Llena de remordimientos por haber obligado a caminar quince millas a la fragil criatura y por todo lo que habia sucedido el dia anterior, Tenar trato de animarla contandole que estaban en un barco y que a bordo habia un verdadero rey, y que el diminuto camarote en el que estaban era el camarote del rey; que el barco las llevaba a casa, a la granja, y que Tia Alondra las estaria esperando en casa, y que tal vez Gavilan tambien estaria alli. Ni siquiera eso le desperto interes. Estaba desconcertada, inerte, muda.

Tenar vio una marca en su brazo pequeno y delgado: cuatro dedos, una marca roja como de un hierro candente, como la huella de una mano empunada. Pero Diestro no la habia apretado, solo la habia tocado. Tenar le habia dicho, le habia prometido que el no volveria a tocarla. Habia quebrantado su promesa. Su palabra no tenia ningun valor. ?Que palabra tiene algun valor contra la violencia sorda?

Se inclino y beso las marcas en el brazo de Therru.

—Ojala hubiese tenido tiempo para terminarte el vestido rojo —dijo—. Probablemente al rey le hubiese gustado verlo. Pero bueno, supongo que nadie usa sus mejores ropas en un barco, ni siquiera los reyes.

Therru se sento en la litera, con la cabeza inclinada, y no respondio. Tenar le cepillo el pelo. Por fin empezaba a crecer mas espeso, como una capa negra que cubria las quemaduras en el cuero cabelludo. — ?Tienes hambre, pajarito? No cenaste anoche. Tal vez el rey nos ofrezca ahora un desayuno. Anoche me dio bizcochos y uvas.

No hubo respuesta.

Cuando Tenar le dijo que era hora de salir del cuarto, Therru le obedecio. En la cubierta se quedo con la cabeza inclinada hacia el hombro. No alzo los ojos para mirar las velas blancas henchidas por el viento de la manana ni el brillo de las aguas, ni se volvio a mirar la Montana de Gont, que elevaba hacia los cielos la mole y la majestuosidad del bosque, el precipicio y la cumbre. No alzo los ojos cuando Lebannen le hablo.

—Therru —dijo Tenar dulcemente, arrodillandose a su lado—, cuando un rey te habla, debes responderle.

Ella se quedo en silencio.

Lebannen la observaba con una expresion indescifrable. Quizas era una mascara, una mascara cortes que ocultaba su repulsion y su sobresalto. Pero no apartaba de ella los ojos oscuros. Rozo apenas el brazo de la nina, diciendo: —Ha de ser extrano para ti despertarte en medio del mar.

Therru solo acepto un poco de fruta. Cuando Tenar le pregunto si queria regresar al camarote, asintio. A reganadientes, Tenar la dejo encogida en la litera y regreso a la cubierta.

El barco iba pasando entre los Riscos Fortificados, las altisimas y tenebrosas murallas que parecian

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