inclinarse sobre el velamen. Los arqueros que estaban de guardia en pequenos fuertes que parecian nidos de barro de golondrinas en lo alto de los riscos miraron a los que estaban en la cubierta y los marineros gritaron alegremente hacia lo alto. —?Abridle paso al rey! —dijeron a voces, y la respuesta no resono mucho mas fuerte que la llamada de las golondrinas desde las alturas—. ?El rey!

Lebannen estaba de pie en la alta proa junto al capitan y a un anciano, enjuto, de ojos entrecerrados, cubierto con la capa gris de los magos de la Isla de Roke. Ged habia lucido una capa como esa, una capa elegante y hermosa, el dia en que habian llevado el Anillo de Erreth-Akbe a la Torre de la Espada; una capa vieja, manchada y sucia y gastada por el viaje habia sido su unico abrigo en la fria piedra de las Tumbas de Atuan y en el polvo de las montanas del desierto cuando las habian cruzado juntos. Tenar pensaba en eso mientras la espuma ondeaba a ambos costados del barco y los altos riscos se alejaban a sus espaldas.

Cuando el barco hubo dejado atras los ultimos arrecifes y comenzo a enfilar hacia el este, los tres hombres se le acercaron. Lebannen dijo: —Senora, este es el Maestro de Vientos de la Isla de Roke.

El mago le hizo una reverencia, mirandola con un gesto de admiracion en sus ojos penetrantes, y tambien con curiosidad; era un hombre al que le gustaba saber en que direccion soplaba el viento, penso Tenar.

—Ahora no tengo que esperar que el buen tiempo siga acompanandonos; puedo estar segura de que asi sera —le dijo.

—En un dia como hoy no soy mas que carga —dijo el mago—. Ademas, con un marinero como el Maestro Serrathen a cargo del barco, ?quien necesita a alguien que sepa hacer cambiar el tiempo?

Somos tan corteses, penso Tenar, nada mas que «senoras» y «senores» y «maestros», nada mas que reverencias y cumplidos. Le echo una mirada al joven rey. El la miraba, sonriente pero reservado.

Tenar se sintio como se habia sentido en Havnor cuando era muchacha: como una barbara, vulgar en medio de la delicadeza de los demas. Pero como ya no era una muchacha, no sintio temor sino solo asombro ante el modo en que los hombres organizaban su mundo hasta convertirlo en esa danza de mascaras, y ante la facilidad con que una mujer podia aprender a danzaria.

Le habian dicho que ese mismo dia llegarian a Valmouth. Con ese suave viento en las velas, arribarian al puerto al caer la tarde.

Aun muy fatigada por toda la angustia y la tension del dia anterior, se contento con sentarse en el asiento que el marinero calvo le habia hecho con un jergon de paja y un trozo de vela, y con contemplar las olas y las gaviotas, y observar el contorno de la Montana de Gont, azul y nebulosa bajo la luz del mediodia, cambiando a medida que bordeaban sus costas escarpadas solo a una milla o dos de la orilla. Hizo subir a Therru para que estuviera al sol y la nina se quedo a su lado, observando y dormitando.

Un marinero, un hombre muy misterioso, desdentado, se acerco con los pies descalzos, pies con plantas como pezunas y dedos terriblemente retorcidos, y dejo algo sobre la lona, cerca de Therru. —Para la pequena — dijo con voz ronca y se aparto de inmediato, pero sin alejarse. De tanto en tanto miraba en torno sin dejar de trabajar, para ver si le habia gustado el obsequio y luego pretendia no haber mirado. Therru se negaba a tocar el pequeno envoltorio. Tenar tuvo que abrirlo. Era una delicada talla que representaba a un delfin, de hueso o de marfil, del largo de su pulgar.

—Puede vivir en tu bolso de hierba —dijo Tenar—, con los demas, con los munecos de hueso.

Al oir eso Therru se animo lo suficiente como para ir a buscar su bolso de hierba y guardar el delfin. Pero Tenar tuvo que agradecerle al humilde autor del obsequio. Therru no queria mirarlo ni hablarle. Al cabo de un rato, pidio regresar al camarote y Tenar la dejo alli acompanada por la persona de hueso, el animal de hueso y el delfin.

«Es tan facil —penso furiosa—, tan facil para Diestro arrebatarle la luz del sol, arrebatarle el barco y el rey y su ninez, ?y es tan dificil devolverle todo eso! He pasado un ano tratando de devolverselo y con solo tocarla el se lo arrebata y lo arroja lejos. ?Y de que le sirve…, cual es su recompensa, su poder? ?Acaso es eso el poder, un vacio?»

Se unio al rey y al mago junto a la barandilla del barco. El sol ya estaba muy cerca del horizonte en el poniente y el barco atravesaba una luz esplendorosa que la hizo pensar en el sueno en el que volaba con los dragones.

—Senora Tenar —dijo el rey—. No os dare un mensaje para nuestro amigo. Siento que el hacerlo es imponeros una carga y tambien inmiscuirme en su vida; y no deseo hacer ni lo uno ni lo otro. He de ser coronado dentro de un mes. Si fuese el quien sostuviera la corona, mi reino se iniciaria de acuerdo con mis deseos. Pero este o no alli, el me condujo a mi reino. Me convirtio en rey. No lo olvidare.

—Se que no lo olvidareis —dijo Tenar con dulzura. Era tan vehemente, tan serio…; se ocultaba tras la formalidad de su rango y sin embargo era muy vulnerable en su honestidad, en la pureza de sus deseos. Le despertaba ternura. Cree que conoce el dolor, pero lo encontrara una y otra vez, durante toda su vida, y no olvidara.

Y, por tanto, no hara, como Diestro, lo que es facil hacer.

—Transmitire gustosa el mensaje —dijo—. No es una carga. De el depende escucharlo.

El Maestro de Vientos hizo una mueca: —Siempre ha sido asi —dijo—. Solo ha hecho lo que ha decidido hacer.

—?Lo conoceis desde hace mucho tiempo?

—Desde hace mas tiempo que vos, senora. Le ensene —dijo el mago—. Lo que pude… Como sabeis, llego a la Escuela de Roke cuando era un nino, con una carta de Ogion en la que nos decia que tenia un prodigioso poder. Pero cuando sali a navegar con el por primera vez, para que aprendiera a hablarle al viento, ?imaginaos!, levanto una tromba marina. Me di cuenta entonces de lo que nos esperaba. Pense: «Morira ahogado antes de cumplir los dieciseis anos o sera archimago antes de los cuarenta…». O me gusta pensar que pense eso.

—?Aun es archimago? —pregunto Tenar. La pregunta parecia provenir de una evidente ignorancia y, cuando fue recibida con silencio, Tenar temio que habia resultado peor que una expresion de ignorancia.

Finalmente el mago dijo: —Ahora no hay un Archimago en Roke. —Su tono era extremadamente cauteloso y preciso.

Ella no se atrevio a preguntarle que queria decir.

—Pienso —dijo el rey— que el Reconstructor de la Runa de la Paz puede formar parte de cualquier concilio de este reino; ?no estais de acuerdo, senor?

Despues de otra pausa y evidentemente con cierto esfuerzo, el mago dijo: —Sin duda.

El rey espero, pero no dijo nada mas.

Lebannen contemplo las aguas brillantes y comenzo a hablar como si empezara a relatar un cuento: — Cuando llegamos a Roke desde el mas remoto oeste, llevados por el dragon… —Hizo una pausa y el nombre del dragon se pronuncio en la mente de Tenar, Kalessin, como el golpe de un gong.

—El dragon me dejo alli, pero se lo llevo. El Portero de la Casa de Roke dijo entonces: «Ha concluido su tarea. Vuelve a casa». Y antes de eso… en la playa de Selidor… me ordeno que dejara su vara, diciendo que habia dejado de ser mago. Por tanto, los Maestros de Roke celebraron un concilio para elegir a un nuevo archimago.

»Me invitaron a unirme a ellos, para que aprendiera lo que puede ser conveniente que un rey sepa sobre el Concilio de los Sabios. Y tambien fui uno de ellos, sustituyendo a uno de los suyos: Thorion, el Invocador, cuyo arte habia vuelto en su contra el poderoso mal que mi senor Gavilan enfrento y destruyo. Cuando estabamos alla, en la tierra yerma, entre el muro y las montanas, vi a Thorion. Mi senor le hablo, diciendole que habia un camino por el que se podia regresar a la vida atravesando el muro. Pero no tomo ese camino. No regreso.

Las manos fuertes y delicadas del joven estaban aferradas a la barandilla. Seguia contemplando el mar mientras hablaba. Se quedo en silencio por un minuto y luego prosiguio su relato.

—Asi fue como complete el numero necesario, nueve, para elegir al nuevo archimago. —Son…, son hombres sabios —dijo, echandole una mirada a Tenar—. No solo son avezados en sus artes, sino tambien hombres sabios. Pero aprovechan sus discrepancias, como ya habia visto, para tomar decisiones adecuadas. Pero esa vez…

—Lo que ocurrio —dijo el Maestro de Vientos al ver que Lebannen no parecia dispuesto a criticar a los Maestros de Roke— es que solo habia discrepancias entre nosotros; no tomamos ninguna decision. No podiamos llegar a un acuerdo. Como el archimago no habia muerto… Estaba vivo, como sabeis, pero no era mago… y, sin embargo, aun era un senor de dragones, parecia… Y como nuestro Transformador aun estaba perturbado porque habian vuelto su propio arte contra el y creia que el Invocador regresaria de la muerte, y nos suplico que lo

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