esperasemos… Y como el Maestro de las Formas no deseaba hablar… Es kargo, senora, como vos; ?lo sabiais? Cuando se unio a nosotros venia de Karego-At. —La observo con su mirada penetrante; ?en que direccion sopla el viento?— Asi fue como, por todo eso, no pudimos llegar a un acuerdo. Cuando el Portero pregunto los nombres de aquellos entre quienes habriamos de elegir al archimago, no se oyo un solo nombre. Todos miraron a los demas…

—Yo baje los ojos —dijo Lebannen.

—De modo que finalmente miramos al que conoce los nombres: al Maestro de Nombres. Y el observaba al Maestro de las Formas, que no habia dicho una sola palabra, pero que estaba sentado entre sus arboles como un tocon. Siempre nos reunimos en el Boscaje, asi es, entre esos arboles cuyas raices son mas profundas que las islas. Ya iba anocheciendo. A veces brillaba una luz entre los arboles, pero no esa noche. Estaba oscuro, no habia estrellas, solo un cielo nublado sobre las hojas. Y el Maestro de las Formas se puso en pie y hablo…, pero en su propia lengua, no en el Habla Arcana ni en hardico sino en kargo. Pocos de nosotros la entendian o sabian siquiera que lengua era, y no sabiamos que pensar. Pero el Maestro de Nombres nos dijo lo que habia dicho el Maestro de las Formas. Dijo: Una mujer de Gont.

Se detuvo. Habia dejado de mirarla. Al cabo de unos instantes, ella dijo: —?Nada mas?

—Ni una sola palabra. Cuando lo instamos a hablar, nos miro fijamente y no pudo responder; porque habia estado inmerso en una vision, ?sabeis?… Habia estado contemplando la forma de las cosas, la Forma; y poco de eso se puede expresar en palabras y aun menos en ideas. No sabia mejor que nosotros que pensar de lo que habia dicho. Pero era lo unico que teniamos.

Despues de todo, los Maestros de Roke eran Preceptores y el Maestro de Vientos era un buen preceptor, no podia dejar de explicar claramente lo que decia. Quiza mas claramente de lo que deseaba. Miro una vez a Tenar y luego desvio la mirada.

—Asi que, como veis, nos parecio que teniamos que venir a Gont. Pero ?para que? ?En busca de quien? «Una mujer»…, ?nada claro! Evidentemente esa mujer ha de guiarnos, mostrarnos de algun modo el camino que nos llevara a nuestro archimago. E inmediatamente, como supondreis, senora, se menciono vuestro nombre… porque ?de que otra mujer de Gont habiamos oido hablar? No es una isla grande, pero disfrutais de gran fama. Entonces uno de nosotros dijo: «Ella nos conducira a Ogion». Pero todos sabiamos que Ogion se habia negado hacia ya mucho tiempo a ser archimago e indudablemente no aceptaria serlo ahora que estaba viejo y enfermo. Y de hecho Ogion agonizaba mientras nosotros hablabamos, creo. Entonces otro dijo: «Pero ella nos conducira a Gavilan». Y entonces nos sentimos realmente confundidos.

—Realmente —dijo Lebannen—. Porque comenzo a llover, alli, entre los arboles. —Sonrio.— Habia creido que nunca volveria a oir el sonido de la lluvia. Senti una inmensa alegria.

—Los nueve estabamos empapados —dijo el Maestro de Vientos—, y uno de nosotros estaba feliz.

Tenar rio. No podia evitar que el hombre le despertara simpatia. Si se mostraba tan cauteloso con ella, a ella le correspondia mostrarse cautelosa con el; pero con Lebannen y en su presencia la sinceridad era lo unico que cabia.

—No puedo ser vuestra mujer de Gont, entonces, porque no os conducire a Gavilan.

—Eso pensaba yo —dijo el mago con una aparente y tal vez genuina sinceridad—, que no podiais ser vos, senora. Entre otras cosas, porque sin duda el habria dicho vuestro nombre, en la vision. ?Son muy pocos los que usan abiertamente sus nombres verdaderos! Pero el Concilio de Roke me ha encomendado que os pregunte si sabeis de alguna mujer de esta isla que pueda ser la que buscamos… La hermana o la madre de un hombre de poder o incluso su maestra; porque hay brujas muy sabias a su manera. ?Es posible que Ogion haya conocido a esa mujer? Dicen que conocia a todos los habitantes de la isla, pese a que vivia solo y solia vagar por lugares solitarios. ?Ojala estuviese vivo para ayudarnos!

Tenar ya habia pensado en la pescadora del relato de Ogion. Pero esa mujer era una anciana cuando Ogion la habia conocido, anos atras, y ya debia de haber muerto. Aunque se decia que los dragones vivian muchos anos, penso.

No dijo nada por un rato y al cabo solo dijo: —No conozco a nadie semejante.

Percibia la controlada impaciencia que despertaba en el mago. Sin duda pensaba: «?Por que se resiste? ?Que desea?». Y se pregunto por que no podia decirselo. La sordera del mago la enmudecia. Ni siquiera podia decirle que estaba sordo.

—Entonces —dijo ella por fin—, no hay un ar-chimago en Terramar. Pero hay un rey.

—En quien tenemos buenos motivos para confiar y tener fe —dijo el mago con un ardor que le favorecia. Lebannen, que observaba y escuchaba, sonrio.

—En los ultimos anos —dijo Tenar titubeando— ha habido muchos infortunios, muchas desgracias. Mi… la pequena… Ese tipo de cosas han sido muy comunes. Y he oido a muchos hombres y mujeres de poder hablar del debilitamiento, de la transformacion de su poder.

—Aquel al que el archimago, mi senor, derroto en la tierra yerma, ese Arana, provoco un dolor y una destruccion indecibles. Aun hemos de pasar mucho tiempo restaurando nuestro arte, curando a nuestros hechiceros y recuperando nuestras facultades —dijo el mago terminantemente.

—Me pregunto si no habria que hacer aun mas que restaurar y curar —dijo ella—, aunque tambien hay que hacer eso, sin duda… Pero me pregunto, ?es posible que…, que ese Arana haya tenido tanto poder porque las cosas ya estaban cambiando… y que se haya estado produciendo, se haya producido un cambio…, un gran cambio? ?Y es por ese cambio que tenemos nuevamente un rey en Terramar…, un rey en lugar de un archimago?

El Maestro de Vientos la miro como si viera una nube de tormenta a gran distancia, en el horizonte mas remoto. Incluso alzo la mano derecha en un indicio, un primer gesto para urdir un sortilegio que detuviese el viento, y luego la bajo nuevamente. Sonrio. —No temais, senora —dijo—. Roke y el Arte de la Magia seguiran existiendo. ?Nuestro tesoro esta bien protegido!

—Decidle eso a Kalessin —dijo ella, subitamente incapaz de soportar la extrema inconsciencia de su descortesia. Por supuesto, eso lo hizo mirar con fijeza. Habia oido el nombre del dragon. Pero no la habia escuchado. ?Como podia escucharla cuando jamas habia escuchado a una mujer desde que su madre le cantara su ultima cancion de cuna?

—De hecho —dijo Lebannen—, Kalessin llego a Roke, que, segun se dice, tiene poderosisimas defensas contra los dragones; y no lo hizo por un sortilegio de mi senor, porque para entonces ya no tenia poderes de mago… Pero no creo, Maestro de Vientos, que la Senora Tenar haya temido por ella.

El mago hizo un sincero esfuerzo por enmendar su afrenta. —Lo siento, senora —dijo—. Hable como si me dirigiera a cualquier mujer.

Ella casi rio. Podria haberlo sacudido. Solo dijo con indiferencia: —Mis temores son los temores de cualquiera. —No tenia sentido; el no podia oirla.

Pero el joven rey estaba silencioso, escuchaba con atencion.

Desde el mundo tambaleante y oscilante de mastiles y velas y cordajes que habia sobre sus cabezas, un joven marino grito clara y dulcemente: —?Un pueblo, detras del cabo! —Y un minuto despues los que estaban en la cubierta vieron el pequeno racimo de azoteas tejadas, las espirales de humo azul, unas cuantas ventanas cubiertas de vidrio que reflejaban el sol poniente, y los malecones y los desembarcaderos de Valmouth sobre su bahia de satinadas aguas azules.

—?Deseais que lo haga tomar puerto o lo hareis vos, senor? —pregunto el sereno capitan y el Maestro de Vientos respondio—: Hacedlo vos, maestro. No quiero tener que ocuparme de ese pecio —dijo apuntando a las docenas de barcas de pesca esparcidas en la bahia. Asi fue como el barco del rey, como un cisne entre anadejas, entro lentamente en la bahia, aclamado desde todas las barcas a cuyo lado iba pasando.

Tenar recorrio con la vista los malecones, pero no habia ningun otro barco de alta mar.

—Tengo un hijo marino —le dijo a Lebannen—. Pense que su barco podria estar aqui.

—?Cual es su barco?

—Era tercer maestre del Gaviota de Eskel, pero eso fue hace mas de dos anos. Tal vez haya cambiado de barco. Es un hombre inquieto. —Sonrio.— Cuando os vi por primera vez, pense que erais mi hijo. No os pareceis a el en absoluto, solo porque sois alto y delgado, y joven. Y estaba confusa, tenia miedo… Temores que puede sentir cualquiera.

El mago habia subido al puesto del maestre en la proa, y Tenar y Lebannen estaban solos.

—Hay demasiados temores de ese tipo —dijo el.

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