los aspectos, y siempre lo ha estado.
—Pertenecer a una familia de policias no significa estar limpio —dijo Simeon—. Significa la Muralla Azul,[6] y ustedes lo saben. Estamos ante un caso clarisimo de defensa propia, abuso de autoridad y encubrimiento. —Alzo las manos al aire y continuo—: Es evidente que jamas averiguaremos lo que sucedio en realidad, sobre todo con estas bizantinas relaciones familiares y entre departamentos de policia. Creo que tendremos que esperar a que los tribunales diriman el asunto.
Ed Beasley hablo por primera vez, de una forma tan brusca y desprovista de histerismo que me dieron ganas de darle un caluroso apreton de manos.
—Tenemos a una agente en cuidados intensivos —dijo—. Porque su cliente le clavo un cuchillo. Y no necesitamos un tribunal para dirimir eso, soplapollas.
Simeon enseno una hilera de dientes brillantes a Beasley.
—Puede que no, Ed, pero hasta que tus chicos no consigan abolir la Constitucion, mi cliente goza de esa opcion.
Se levanto.
—En cualquier caso —anuncio—, creo que tengo bastante para sacar a mi cliente en libertad bajo fianza.
Saludo con un cabeceo a Capuccio y salio de la sala.
Siguio un momento de silencio, y despues Matthews carraspeo.
—?Tiene bastante, Irene?
Capuccio rompio el lapiz que sujetaba.
—?Con el juez adecuado? Si —confirmo—, Es probable.
—El clima politico no es bueno en estos momentos —comento Beasley—. Simeon puede revolver en la mierda y lograr que huela. Y ahora no podemos permitirnos mas tufos.
—Muy bien, pues —tercio Matthews—. Vamos a atrancar las escotillas en vista a la tormenta de mierda que se avecina. Teniente Stein, va a tener que esforzarse. Quiero algo en mi mesa para la prensa lo antes posible…, antes de mediodia.
Stein asintio.
—De acuerdo.
Israel Salguero se levanto.
—Yo tambien tengo trabajo, capitan. Asuntos Internos tendra que empezar a revisar el comportamiento de la sargento Morgan ahora mismo.
—De acuerdo, bien —reconocio Matthews, y despues me miro—. Morgan —dijo, y sacudio la cabeza—, ojala nos hubieras ayudado mas.
14
Asi que Alex Doncevic estuvo en la calle mucho antes de que Deborah despertara. De hecho, Doncevic salio del centro de detencion a las cinco y diecisiete minutos de aquella tarde, tan solo una hora y veinticuatro minutos despues de que ella abriera los ojos por primera vez.
Sabia lo de Deborah porque Chutsky me habia llamado enseguida, tan entusiasmado como si acabara de cruzar el Canal de la Mancha arrastrando un piano.
—Se va a poner bien, Dex —dijo—. Abrio los ojos y me miro.
—?Dijo algo? —le pregunte.
—No, pero me apreto la mano. Lo va a conseguir.
Yo todavia no estaba convencido de que un guino y un apreton fueran senales seguras de que fuera a producirse una recuperacion completa, pero era bonito saber que habia hecho algun progreso. Sobre todo porque tendria que estar muy consciente para plantar cara a Israel Salguero y a Asuntos Internos.
Y yo sabia que Doncevic habia salido libre del centro de detencion porque en el tiempo comprendido entre la reunion en la sala de conferencias y la llamada de Chutsky habia tomado una decision.
Dexter no se hace falsas ilusiones. Sabe mejor que la mayoria que la vida no es justa. Los humanos inventaron la idea de la justicia para intentar igualar las condiciones y poner las cosas un poco mas dificiles a los depredadores. Y me parece bien. Personalmente, me encanta el desafio.
Pero aunque la Vida no es justa, se supone que la Ley y el Orden si. Y la idea de que Doncevic fuera a salir libre, mientras Deborah yacia en el hospital, con tantos tubos entrando y saliendo de su cuerpo, se me antojaba muy… Esta bien, lo dire: no era justo. O sea, se que debe haber otras palabras mas precisas, pero Dexter no se escabullira porque esta verdad, como tantas otras, sea relativamente fea. Pensaba que existia una gran injusticia en todo el asunto, y por eso me puse a reflexionar sobre que podia hacer yo para devolver cierto orden a la situacion.
Medite durante varias horas de papeleo rutinario y tres tazas de un cafe bastante horrible. Y tambien durante un almuerzo por debajo de la media en un pequeno local que se autoproclamaba mediterraneo, lo cual solo era cierto si aceptabas que el pan rancio, la mayonesa cuajada y los fiambres grasientos son mediterraneos. Y despues, medite durante varios minutos mas tras reordenar los objetos del escritorio de mi pequeno cubiculo.
Y por fin, en algun lugar de la lejana niebla del paisaje cerebral limitado de Dexter, un pequeno y tenue gong emitio una nota diminuta.
Me habian reprendido por no ser de gran ayuda, y creo que habia percibido la verdad de dicha acusacion. En realidad, Dexter no habia sido de gran ayuda. Estaba malhumorado en el coche cuando hirieron a Debs, y tampoco habia logrado protegerla del ataque del abogado de la calva reluciente.
Pero habia una forma de ser muy util, algo en lo que yo era un especialista. Podia eliminar un punado de problemas de una tacada: los de Deborah, los del departamento, y mis problemas especiales, todo al mismo tiempo, de un solo golpe delicado…, o de varios tajos, si me sentia particularmente jugueton. Lo unico que debia hacer era relajarme y adoptar mi maravillosa Personalidad especial, al tiempo que ayudaba al pobre Doncevic a caer en la cuenta de los errores de su vida.
Sabia que Doncevic era culpable. Le habia visto apunalar a Deborah con mis propios ojos. Y existian bastantes probabilidades de que hubiera asesinado y dispuesto los cuerpos que estaban causando tanto escandalo y poniendo en peligro nuestra economia turistica vital. Deshacerme de Doncevic era mi deber civico. Como se encontraba en libertad bajo fianza, si desaparecia, todo el mundo daria por supuesto que habia huido. Los cazadores de recompensas se esforzarian por localizarle, pero a nadie le importaria que fracasaran.
Me senti muy satisfecho por haber encontrado esta solucion. Es agradable que las cosas salgan tan bien, y la pulcritud del metodo apetecia a mi monstruo interior, ese pequenito al que tanto le gusta ver los problemas bien empaquetados y tirados a la basura. Ademas, era de justicia.
Maravilloso: iba a pasar un rato estupendo con Alex Doncevic.
Empece comprobando en el ordenador cual era su situacion, y lo fui volviendo a comprobar cada cuarto de hora cuando quedo claro que lo iban a poner en libertad. A las cuatro y treinta y dos minutos, su papeleo se encontraba en las ultimas fases, asi que baje al aparcamiento y me acerque en el coche a la puerta principal del centro de detencion.
Llegue justo a tiempo, y mucha gente se me habia adelantado ya. Simeon sabia montar fiestas, sobre todo si participaba la prensa, y todos estaban esperando, formando una turba enorme e indisciplinada: furgonetas, antenas parabolicas y bonitos cortes de pelo competian en hacerse un hueco. Cuando Doncevic salio del brazo de Simeon, se produjo un estruendo de camaras y multitud de codazos para intentar abrirse camino, y la muchedumbre se precipito hacia delante como una jauria de perros en pos de carne cruda.
Vi desde mi coche que Simeon pronunciaba un largo y vibrante discurso, contestaba a algunas preguntas, y despues se abria paso entre la multitud, arrastrando a Doncevic. Entraron en un Lexus todoterreno negro y se alejaron, y al cabo de un momento les segui.
Seguir a otro coche es relativamente sencillo, sobre todo en Miami, donde siempre hay trafico, y siempre se comporta de manera irracional. Como era hora punta, todo parecia mucho mas exagerado. Solo tuve que