mantenerme algo alejado, dejando dos coches entre el Lexus y yo. Simeon no dio a entender en ningun momento que se hubiera dado cuenta de que les seguian. Aunque se hubiera fijado en mi, habria dado por sentado que era un reportero, confiado en tomar una entranable foto de Doncevic llorando de gratitud, y no habria hecho otra cosa que ofrecer su perfil bueno a la camara.
Les segui a traves de la ciudad hasta North Miami Avenue, y me rezague un poco cuando doblamos por la calle Cuarenta Noreste. Yo estaba bastante convencido de saber adonde iban, y en efecto, Simeon freno delante del edificio donde Deborah habia conocido a mi nuevo amigo Doncevic. Pase de largo, di una vuelta a la manzana y volvi a tiempo de ver que Doncevic bajaba del Lexus y entraba en el edificio.
Por suerte para mi, habia un hueco para aparcar desde el que podia ver la puerta. Lo ocupe, apague el motor y espere a la oscuridad, que llego como hacia siempre, con Dexter preparado para su abrazo. Y esta noche, por fin, despues de una estancia tan larga y horrible en el mundo de la luz diurna, mas que dispuesto a unirme a ella, a refocilarme en su musica dulce y salvaje, y a tocar algunos acordes del minueto compuesto por Dexter. Descubri que me sentia impaciente con el pesado sol, que tardaba tanto en ponerse, ansioso por la llegada de la noche. Notaba que se estaba estirando para mi, dispuesta a expandirse gracias a mi, flexionando las alas, desentumeciendo los musculos que durante demasiado tiempo habian estado sin utilizar, preparados para saltar…
Mi telefono sono.
—Soy yo —dijo Rita.
—Estoy seguro —conteste.
—Creo que he tenido una muy buena… ?Que has dicho?
—Nada —replique—. ?Una muy buena que?
—?Que? Ah, he estado pensando en lo que hablamos. Acerca de Cody.
Retire mi mente de la vibrante oscuridad que habia estado alimentando y trate de recordar que habiamos dicho acerca de Cody. Algo relativo a ayudarle a salir de la cascara, pero no recordaba que habiamos decidido, aparte de unas cuantas vaguedades pensadas para que Rita se sintiera mejor, mientras yo plantaba con sumo cuidado los pies de Cody en el Camino de Harry.
—Ah, claro —me limite a decir, con la esperanza de tirarle un poco de la lengua—. ?Si?
—He estado hablando con Susan, ya sabes, la del ciento treinta y siete. La del perro grande.
—Si —dije—. Me acuerdo del perro.
Ya lo creo. Me odiaba, como todos los animales domesticos. Todos reconocen lo que soy, aunque sus amos no lo hagan.
—Su hijo, Albert, esta viviendo una experiencia muy positiva con los Lobatos. He pensado que tal vez le iria bien a Cody.
Al principio, la idea me parecio absurda. ?Cody, en los Lobatos? Era como servir bocadillos de pepinillo y te a Godzilla. Pero mientras intentaba tartamudear una respuesta, pensar en algo que no fuera una negativa indignada ni una carcajada histerica, me di cuenta de que no era una mala idea. De hecho, era una idea excelente, que se combinaria a las mil maravillas con el plan que conseguiria encajar a Cody entre los ninos humanos. Y asi, atrapado entre la negativa irritada y la aceptacion entusiasta, dije con mucha claridad:
—A uamba buluba barambambu.
—Dexter, ?te encuentras bien? —me pregunto Rita.
—Yo, er, me has pillado desprevenido —repuse—. Estoy ocupado en algo, pero creo que es una gran idea.
—?De veras? ?Lo crees asi?
—Por supuesto. Es algo perfecto para el.
—Confiaba en que dijeras eso, pero claro, no lo sabia. ?Y si…? O sea, ?lo dices en serio?
Lo decia en serio, y al final consegui que me creyera, aunque tarde varios minutos, porque Rita es capaz de hablar sin respirar y, muy a menudo, sin terminar una frase, de modo que soltaba quince o veinte palabras inconexas por cada una de las mias.
Cuando al fin consegui convencerla y colgo, estaba un poco mas oscuro, pero por desgracia habia bastante mas claridad en mi interior. Las notas preliminares de la Suite de Dexter habian enmudecido, y la banda sonora de la llamada de Rita habia aplacado en parte el ansia perentoria. De todos modos, estaba seguro de que regresaria.
Entretanto, solo para aparentar que estaba ocupado, llame a Chutsky.
—Hola, colega —dijo—. Ha vuelto a abrir los ojos hace unos minutos. El medico cree que esta empezando a recuperarse un poco.
—Eso es maravilloso —comente—. Me pasare un poco mas tarde. He de ocuparme de unos cabos sueltos.
—Algunos de los vuestros se han dejado caer para verla —me informo—. ?Conoces a un tipo llamado Israel Salguero?
Una bicicleta paso junto a mi coche. Golpeo el retrovisor y paso de largo.
—Le conozco —reconoci—. ?Ha estado ahi?
—Si —repuso Chutsky—. Ha venido. —Guardo silencio, como si esperara que yo dijera algo. No se me ocurrio gran cosa, de modo que por fin continuo—: No me dio buena espina.
—Conocia a nuestro padre.
—Aja. Pero hay mas.
—Hum —dije—, es de Asuntos Internos. Esta investigando el comportamiento de Deborah en relacion con el caso.
Chutsky guardo un profundo silencio durante un momento.
—El comportamiento de ella —dijo al final.
—Si.
—La apunalaron.
—El abogado dijo que fue defensa propia.
—Hijo de puta.
—Estoy seguro de que no hay nada de que preocuparse. Son las normas, tiene que investigar.
—Hijo de la gran puta —resoplo Chutsky—. ?Y se atreve a venir aqui, con ella en coma?
—Hace mucho tiempo que conoce a Deborah. Es probable que solo quisiera comprobar que todo iba bien.
Siguio una pausa larguisima.
—Muy bien, colega —replico Chutsky despues—. Si tu lo dices… Pero no creo que le deje entrar la proxima vez.
No estaba muy seguro como se llevarian el gancho de Chutsky y la confianza absoluta en si mismo de Salguero, pero tenia la intuicion de que seria una confrontacion interesante. Chutsky, a pesar de sus faroles y su jovialidad fingida, era un asesino sin escrupulos. Pero Salguero llevaba anos en Asuntos Internos, lo cual le convertia, en la practica, en alguien a prueba de balas. Si llegaban a las manos, creo que el programa triunfaria en la television de pago. Tambien pense que debia callarme esa idea.
—De acuerdo —me limite a decir—. Hasta luego.
Colgue.
Y asi, una vez solucionados todos esos pequenos detalles humanos, reanude mi espera. Pasaron coches. Pasaron transeuntes. Me entro sed, y descubri media botella de agua en el suelo del asiento trasero. Por fin, oscurecio del todo.
Espere un poco mas para dejar que la oscuridad se instalara sobre la ciudad, y sobre mi. Me sento de cona embutirme la fria y comoda chaqueta nocturna, y aumento la impaciencia, mientras escuchaba los susurros de aliento del Oscuro Pasajero, que me animaba a dejarle sitio y cederle el volante.
Y al final, lo hice.
Guarde en el bolsillo el nudo de sedal y un rollo de cinta adhesiva, las unicas herramientas que tenia en el coche en aquel momento, y baje.
Y vacile: demasiado tiempo desde la ultima vez, demasiado tiempo desde que Dexter se habia dedicado a lo suyo. No habia llevado a cabo mis investigaciones preliminares, y eso no estaba bien. No habia forjado ningun plan, y eso era peor. La verdad era que no sabia que habia detras de aquella puerta, ni que haria cuando entrara.