Donna Leon

Testamento mortal

Traduccion del ingles por Vicente Villacampa

Titulo original: Drawing Conclusions

Para Jenny Liosatou y Giulio d'Alessio

En el nombre de Dios, amen. Yo, George Frederick

Handel, considerando las incertidumbres de la

vida humana, redacto este mi testamento en los

siguientes terminos…

Ultimo testamento de

George Frederick Handel

1

Como habia trabajado durante decadas como traductora de narrativa y de ensayo, del ingles y el aleman al italiano, Anna Maria Giusti estaba familiarizada con una amplia variedad de materias. Su traduccion mas reciente fue un libro norteamericano de autoayuda sobre como tratar las emociones en conflicto. Aunque en ocasiones las superficiales idioteces con las que se encontraba -que siempre sonaban mas estupidas al ponerlas en italiano- la obligaban a reirse, algo del texto volvia ahora a su mente, mientras subia las escaleras hacia su piso.

«Es posible sentir dos emociones en conflicto sobre la misma persona al mismo tiempo.» Esto habia quedado demostrado con sus sentimientos hacia su amante, a cuya familia acababa de visitar en Palermo. «Incluso las personas a las que conocemos bien pueden sorprendernos cuando se situan en diferentes entornos.» «Diferente» parecia una palabra inadecuada para describir Palermo y lo que encontro alli. «Ajeno», «exotico», «extranjero»: ni siquiera esas palabras hacian justicia a lo que experimento, pero ?como explicarlo? ?No llevaban todos telefonini? ?Acaso todas las personas a las que conocio no iban exquisitamente vestidas y sus maneras no eran igualmente exquisitas? Tampoco era una cuestion de idioma, porque todos hablaban un italiano mas elegante que el que oia a su familia y amigos, con su cadencia veneta. Tampoco la cuestion era economica, porque la fortuna de la familia de Nico resultaba visible a cada momento.

Fue a Palermo para conocer a la familia de Nico, creyendo que se alojaria con ella, pero paso sus cinco noches en un hotel, uno con mas estrellas de las que sus ganancias como traductora le hubieran permitido pagar, si el establecimiento hubiera accedido a su insistencia en que le cobraran la factura.

– No, dottoressa -le dijo el sonriente director-. L'avvocato se ha ocupado de todo.

El padre de Nico. L'avvocato. Ella empezo llamandolo dottore, titulo honorifico que el descarto con un gesto de la mano, como si su intento de mostrarse deferente hubiera sido una mosca. «Avvocato» se habia negado a salir de sus labios, por lo que adopto el «lei», y en lo sucesivo uso el pronombre de cortesia para todos los miembros de la familia.

Nico le habia advertido que no seria facil, pero no la preparo para lo que iba a vivir durante aquella semana. El se mostraba muy respetuoso con sus padres: de haber presenciado esa conducta en cualquier otro que no fuera el hombre al que creia amar, lo habria calificado de zalamero. Le besaba la mano a su madre cuando ella entraba en la habitacion y se ponia de pie cuando era el padre quien entraba.

Una noche, Anna Maria se nego a acudir a la cena familiar. El la habia acompanado al hotel despues de la tensa comida solos, la beso en el vestibulo y espero a que ella se introdujera en el ascensor, antes de regresar sumisamente a dormir en el palazzo de sus padres. Cuando al dia siguiente ella le pregunto que estaba pasando, el respondio que el era fruto del lugar donde vivia, y que esa era la forma en que la gente se comportaba. Aquella tarde, cuando la acompanaba en coche al hotel y le propuso recogerla a las ocho para ir a cenar, ella sonrio, le dijo adios en la puerta del establecimiento, entro y le dijo al joven de recepcion que se marchaba. Fue a su habitacion, hizo el equipaje, pidio un taxi y dejo una nota para Nico en conserjeria. El unico asiento en el avion nocturno para Venecia era en clase business, pero se sintio feliz de pagar el pasaje, pensando que, al menos, venia a ser como la contrapartida de la factura del hotel que no se le habia permitido abonar.

Su maleta pesaba e hizo mucho ruido cuando la deposito en el primer rellano. Giorgio Bruscandi, el hijo mayor de sus vecinos, habia dejado su calzado deportivo alli, pero ella se sintio casi feliz al verlo: una prueba de que ya estaba en casa. Levanto la maleta y la transporto hasta el segundo rellano, donde encontro, como esperaba, unos fajos cuidadosamente atados de Famiglia cristiana y de Il Giornale. El signor Volpe, que se habia convertido en un fervoroso ecologista a su avanzada edad, siempre dejaba a la puerta su papel para reciclar los domingos por la noche, aunque no habia necesidad de sacarlo hasta el martes por la manana. Tan complacida estaba de ver ese signo de vida normal, que se olvido de formular su automatico juicio de que la basura era el mejor lugar para ambas publicaciones.

El tercer rellano estaba vacio, como tambien la mesa situada a la izquierda de la puerta. Anna Maria se sintio decepcionada: aquello significaba que no habia recibido correo durante la ultima semana -?lo que le resultaba increible!- o que la signora Altavilla habia olvidado dejarselo para cuando regresara.

Miro su reloj y vio que eran casi las diez. Sabia que la anciana se acostaba tarde: una vez se confesaron la una a la otra que la mayor satisfaccion de vivir solas consistia en la libertad de quedarse leyendo en la cama tanto tiempo como quisieran. Retrocedio hasta la puerta del piso de la signora Altavilla, y trato de comprobar si se filtraba luz por debajo, pero la luz del rellano hacia imposible distinguirla. Se acerco a la puerta y acerco el oido, esperando percibir algun ruido en el interior: la television indicaria que la signora Altavilla seguia levantada.

Contrariada por el silencio, cogio la maleta y la dejo caer ruidosamente sobre las baldosas. Escucho, pero en el interior no se produjo sonido alguno. Tomo de nuevo la maleta y empezo a subir las escaleras, teniendo cuidado de que el borde de aquella golpeara el plano vertical del primer peldano, esta vez mas fuerte. Subio pues las escaleras haciendo tanto ruido con la maleta que, si ella hubiera oido que algun otro lo hacia, habria reflexionado de pasada sobre la desconsideracion humana o habria asomado la cabeza por la puerta para comprobar que sucedia.

Una vez en lo alto de la escalera, dejo caer de nuevo la maleta. Encontro la llave y abrio la puerta de su piso. Nada mas abrirla se sintio sumergida en la paz y la certidumbre. Todo cuanto habia dentro era suyo, y en aquellas habitaciones ella decidia que hacer, cuando y como. No tenia reglas ajenas que obedecer y a nadie a quien besar la mano, y este pensamiento ponia fin a toda duda: estaba segura de haber hecho lo que debia al abandonar Palermo, abandonar a Nico y poner fin a la relacion.

Encendio la luz y miro automaticamente el sofa, al otro lado de la habitacion, donde el orden militar de los cojines le confirmo que la mujer de la limpieza habia estado alli en su ausencia. Introdujo la maleta, cerro la puerta y dejo que el silencio se extendiera y penetrara en ella. Estaba en casa.

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