Brunetti habia encontrado una esposa que preferia acostarse a las diez con Henry James. O, cuando la embargaba una ardiente pasion que el pudor le impedia revelar a su marido, con Henry James y su hermano.
Al igual que el presidente de una republica bananera, Brunetti habia empezado por ofrecer una democratica eleccion para despues imponer su propia propuesta, contra toda oposicion y diferencia de opinion. Un primo suyo habia heredado una granja en el Alto Adigio, encima de Glorenza, y se la habia ofrecido a Brunetti mientras el y su familia estaban en Puglia.
– Pasando calor y tomando falso aceite de oliva -murmuro Brunetti, pero estaba agradecido a su primo por el ofrecimiento. Asi pues, los Brunetti pasarian dos semanas en las montanas; la idea de dormir con edredon y ponerse un jersey al anochecer ilusionaba a Brunetti.
Vianello y su familia habian alquilado una casa en una playa de Croacia, y el estaba decidido a no hacer nada mas que nadar y pescar hasta el final del mes. Durante su ausencia, la investigacion extraoficial acerca de Stefano Gorini tambien haria vacaciones.
Brunetti paso la primera parte de la manana delante del ordenador de la oficina de los agentes, consultando el horario de los trenes a Bolzano e informandose de los lugares de interes turistico del Alto Adigio. Luego volvio a su despacho y llamo a varios colegas para preguntarles si habian tenido contacto con Stefano Gorini. Pero mas productiva fue la consulta del horario de trenes.
Poco despues de las doce y media, marco el numero de su casa. A la tercera senal, Paola contesto con estas palabras:
– Si estas aqui antes de quince minutos, comeras
– Veinte -dijo el y colgo.
Penso que andar tan aprisa con aquel calor podia matarlo, por lo que salio a la
Paola y los chicos estaban sentados a la mesa de la cocina: la terraza era una parrilla durante el dia y no se podia estar alli hasta despues de ponerse el sol. Brunetti colgo la chaqueta preguntandose si no deberia escurrirla antes y se sento a la mesa.
Lanzo una rapida mirada a las caras y se pregunto si la apatia que reflejaban era consecuencia de su actitud respecto a las vacaciones o simple efecto del calor.
– ?Que has hecho esta manana? -pregunto a Chiara.
– He estado en casa de Livia y me he probado algunas de las cosas que se ha comprado para la vuelta a la escuela -respondio Chiara recortando cuidadosamente la grasa del
– ?Ropa de otono? ?Tan pronto? -pregunto Paola poniendo un plato de
– Si -dijo Chiara con la boca llena de higo-. La semana pasada, cuando estuvimos en Milan para visitar a su hermana Marisa, que esta en Bocconi, me llevaron de tiendas con ellas. Alli tienen mejores cosas. Aqui todo es para jovencitas o para abuelitas.
Brunetti se dijo que su hija habia estado en Milan, donde se encuentra la Pinacoteca de Brera,
– ?Encontraste algo? -pregunto metiendose en la boca medio higo. Quiza su hija fuera una frivola, pero el higo era exquisito.
– No, papa; nada -dijo Chiara adoptando grave tono de tragedia-. Todo es terriblemente caro. -Recorto otra loncha de
– Yo llevaba mi dinero, pero mama se habria puesto furiosa si llego a gastarme doscientos euros en un vaquero.
Paola levanto la mirada.
– No; no me habria puesto furiosa, pero te habria enviado a un campo de trabajo para el resto del verano.
– ?Como vamos a salir de la crisis si nadie gasta? -inquirio Chiara, demostrando que habia estado un dia en compania de una estudiante de la mejor escuela de Empresariales de Italia.
– Trabajando de firme y pagando impuestos -dijo Raffi, con lo que disipo cualquier duda que pudiera quedar a Brunetti de que el coqueteo de su hijo con el marxismo habia acabado.
– Ojala fuera tan sencillo -dijo Paola.
– ?Que quieres decir? -pregunto Raffi.
– Para trabajar de firme hay que tener empleo -dijo Paola sonriendo a su hijo desde el otro lado de la mesa-. ?No? -Raffi asintio-. Y para pagar impuestos tambien hay que tener empleo. O un negocio.
– Desde luego -dijo Raffi-. Eso lo sabe hasta el mas idiota.
– ?Y como encuentras empleo? -Antes de que Raffi pudiera responder, Paola prosiguio-: ?Si no conoces a alguien ni tienes un padre abogado o notario que pueda darte trabajo en cuanto acabas la carrera? -De nuevo, sin dar a su hijo tiempo de contestar, anadio-: Piensa en los hermanos mayores de tus companeros de clase. ?Cuantos han encontrado un empleo decente? Tienen excelentes licenciaturas en excelentes materias, y todos estan en casa, viviendo a costa de sus padres. -Y, antes de que su hijo pudiera acusarla de insensibilidad, explico-: No porque eso les guste sino porque no encuentran empleo. Con suerte, consiguen un trabajo temporal, pero cuando se les acaba el contrato, se encuentran en la calle, y la empresa contrata a otro para seis meses.
«Santo Dios -penso Brunetti-, ?quien es ahora el marxista?»
– ?Como pueden conseguir empleo y pagar impuestos? -pregunto el blandamente.
Paola fue a decir algo pero parecio optar por abandonar el tema.
– Me parece que ya esta lista la pasta -dijo. Y lo estaba. Paola habia asado y pelado los pimientos que tenian un sabor y una textura comparables a los de los higos. La familia, apaciguada por las delicias de la mesa, paso el resto del almuerzo hablando placidamente de lo que harian en las montanas.
Despues del almuerzo Brunetti se sento en el sofa y se puso a hojear
Paola entro con el cafe, le dio una taza y se sento frente a el en una butaca. Puso los pies en la mesita de centro y bebio un sorbo.
– Si alguna vez en mi vida me oyes volver a decir lo bonito que es vivir en un ultimo piso bajo el tejado, ?haras el favor de meterme en el horno y tenerme alli hasta que recupere mi sano juicio?
– Podriamos instalar aire acondicionado -dijo el para provocarla.
– ?Y ver como Chiara se va de casa? -pregunto ella-. El tema la subleva. El padre de una amiga suya lo instalo y ella ha dejado de ir a su casa.
– ?Crees que hemos criado a una fanatica? -pregunto Brunetti.
Paola termino el cafe y dejo la taza y el plato en la mesa. Al cabo de un rato, dijo:
– Si tiene que ser fanatica, prefiero que lo sea de la ecologia que de otra cosa.
– Pero, ?no te parece que sus reacciones son un poco excesivas? -pregunto Brunetti.
Paola se encogio de hombros.
– Lo son ahora, este ano, en este periodo historico. Pero dentro de diez anos, de veinte, quiza se demuestre que tenia razon, y al volver la vista hacia nuestros propios excesos quiza nos parezcan criminales. Cerro los ojos y apoyo la cabeza en el respaldo de la butaca.
– ?Y entonces la gente dira que era una profeta, no una fanatica?
– ?Quien sabe? -dijo Paola con los ojos cerrados-. Muchas veces son una misma cosa.
– ?Por que has cambiado de conversacion?