todo el compartimento, incluidos los dos jovenes que, despues de la obligada negativa inicial, los aceptaron encantados. Habia
Brunetti se sintio de pronto inundado de alegria. En paz, viajando hacia el norte, rodeado de lo que mas queria en el mundo. Todos sanos; todos seguros. Durante dos semanas, pasearia por la montana, comeria
La conversacion entre la gente joven se hizo general. La pareja dio profusas gracias a Paola habiendole respetuosamente de usted, lo mismo que a Brunetti. Con Chiara y Raffi, por supuesto, se tuteaban. Gran parte de su conversacion tenia una cualidad hermetica para los oidos de Brunetti, que no entendia casi ninguna de sus referencias ni encontraba sentido a algunos de sus adjetivos. Por el contexto, dedujo que
Salieron de Trento a la hora, y Raffi empezo a repartir platanos y ciruelas.
Diez minutos despues, mientras continuaba el desfile de manzanos, sono el telefono de Brunetti. Durante un momento, penso en dejarlo sonar, pero luego decidio contestar y lo saco del departamento lateral del bolso de Paola, donde el lo habia metido al salir de casa.
–
– ?Es usted, Guido?
– Si. ?Con quien hablo?
– Claudia. -Brunetti tardo unos segundos en asociar la voz con el nombre y deducir que la persona que llamaba era la comisaria Claudia Griffoni, que por ser la ultima en orden de veterania debia permanecer de servicio durante las vacaciones del
– ?Que ocurre? -Tener a la familia a su lado le habia evitado el sobresalto de temer lo peor.
– Un asesinato, Guido. Parece un atraco que ha acabado mal.
– ?Como ha sido? -Vio la mano de Paola en su rodilla y entonces se dio cuenta de que estaba mirando al suelo para aislarse.
La comunicacion se interrumpio y, al cabo de un momento, volvio a oirse la voz de Griffoni:
– Estaba en el patio de entrada de su casa, al lado de la puerta. Quiza lo han hecho entrar de un empujon al abrirla, o lo esperaban dentro.
Brunetti profirio un sonido interrogativo y Griffoni prosiguio:
– Parece que lo han derribado y luego le han golpeado la cabeza contra una estatua.
– ?Quien lo ha encontrado?
– Un vecino de la casa que salia a pasear al perro. Sobre las siete y media de la manana.
– ?Por que no me han llamado? -inquirio Brunetti.
– Cuando han dado el aviso, el agente de servicio ha mirado la lista y ha visto que usted estaba de vacaciones. En aquel momento, solo Scarpa se encontraba aqui, y el ha acudido al lugar. Ha llamado ahora mismo, para informar, y yo le llamo a usted.
Brunetti levanto la cabeza y vio que las tres personas que viajaban frente a el -su esposa, su hijo y la muchacha de al lado de la ventanilla- lo miraban con ojos redondos de curiosidad. El se levanto, abrio la puerta corredera, salio al pasillo y cerro la puerta.
– ?Donde esta ahora?
Otra interrupcion.
– ?Como dice? -pregunto Griffoni.
– ?Donde esta la victima?
– En el deposito.
– ?Que esta pasando en el lugar del crimen?
– Han ido los de criminalistica -empezo ella, y su voz se apago durante segundos. Cuando volvio a oirse, decia-:… situacion complicada. En el edificio viven tres familias, y solo se sale a la calle por esa puerta. Scarpa ha conseguido mantenerlos dentro hasta que el equipo ha terminado, pero a las diez ha tenido que dejarles salir.
Brunetti renuncio a comentar como esto contaminaria la escena o, cuando menos, brindaria a la futura defensa un pretexto para cuestionar la validez de las pruebas. Solo en las series policiacas de la television se aceptan las pruebas forenses sin discusion.
– Scarpa sigue alli -dijo ella-. Se ha llevado a varios hombres. A Alvise.
– Si, y ?por que no han puesto una parada de barcos en la escena del crimen? -dijo Brunetti, irritado-. ?Quien hace la autopsia?
Otro corte en la comunicacion.
– … pedido a Rizzardi -dijo ella, demostrando una vez mas que el poco tiempo que llevaba en la
– ?Podra encargarse el?
– Asi lo espero. Su nombre no estaba en la lista, pero por lo menos el estupido del ayudante esta de vacaciones desde hace una semana y no dejo telefono de contacto.
– No es manera de hablar del ayudante del
– Rectifico, comisario: estupido y engreido.
Brunetti dejo pasar la sentencia, que suscribio en silencio.
– Regreso.
– Me alegro -dijo ella con audible alivio-. La mayoria de la gente esta fuera y no queria acabar trabajando en esto con Scarpa. -Paso a los detalles-. ?Como piensa volver? ?Llamo a Bolzano para que lo traigan en un coche patrulla?
Brunetti miro el reloj.
– ?Donde esta usted? -pregunto.
– En mi despacho. ?Por que?
– Mire en el horario de trenes a que hora sale de Bolzano el proximo tren en direccion al sur.
– ?No quiere un coche? -pregunto ella.
– Me encantaria un coche, creame. Pero de vez en cuando desde el tren se ve la
Ella murmuro unas palabras y el oyo que dejaba el telefono. Atento a las interrupciones, observo que parecian coincidir con la aproximacion del tren a las torres de alta tension. Entonces le llego la voz de Griffoni, que decia:
– El EuroCity de Munich a Venecia tiene la salida un minuto despues de que entre su tren.
– Bien. Llame a la estacion de Bolzano y digan que lo retengan. Nosotros llegaremos dentro de doce minutos. Yo me apeo de este, subo al otro y podria estar ahi dentro de unas cuatro horas.
– Si -dijo ella-. Volvere a llamarle.
Brunetti corto la comunicacion y se apoyo en el cristal del compartimento en el que estaba su familia y miro a las montanas que se elevaban mas alla de las grandes plantaciones de manzanos.
Despues de que dejaran atras muchos campos, volvio a sonar su telefono y Griffoni dijo:
– El tren de Munich lleva diez minutos de retraso. Si el suyo llega a la hora, no tendra dificultad. Entrara por la via cuatro.
– Tengo que acompanar a mi familia a su tren, de modo que llame y digales que me esperen.
– Esta bien -dijo ella-. Alguien lo recogera en la estacion de Venecia.
Brunetti guardo el telefono en el bolsillo y dio media vuelta para abrir la puerta del compartimento.
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