– Bienvenido al club -murmure.

Se toco con prudencia el costado y metio la mano en el bolsillo. Medi la distancia entre mi pie y su cara, por si los dedos manchados de nicotina volvian a aparecer sujetando un arma. Con cuidado, saco una petaca plana de plata labrada, que ya hubiera querido Dashiell Hammett para uno de sus personajes. Desenrosco el tapon, bebio un trago muy largo, y se seco la boca con la manga.

– ?Ahhh! Nada como un trago -declaro-. ?Quiere?

Recibi la petaca, que era un muestrario de abolladuras. Empine el codo esperando el sabor ardiente del whisky barato, pero no llego.

Aquello tenia un gusto horrible. Escupi.

– ?Que mierda es esto?

– Tila. Es por los nervios, ?sabe? Tengo el estomago hecho polvo.

– Ahora que ya hemos bebido algo fuerte, ?que tal si me cuenta otro cuento? El de La Cenicienta no, por favor. Cada vez que lo oigo, me pongo a llorar.

– A que se refiere.

– A que el cuento que me conto antes es bueno, y hasta puede que sea cierto, pero faltan detalles. Dijo que entrego el informe hace un mes. Y despues, ?que? ?Se sento a esperar? No se ofenda, pero no tiene pinta de que le sobren billetes. Segundo: se planta delante de la casa en plena madrugada, a beber tila fria y leer el diario a la luz de la farola, asi, por que si. Tercero: dijo que queria «salir del agujero». ?Como, cobrando un trabajo de dos semanas? -Sacudi la cabeza-. Va a necesitar una historia mejor para convencer a El Muerto.

Bajo los hombros y hasta me miro con admiracion.

– Oiga, es usted bueno para las deducciones. ?No le gustaria asociarse conmigo? Formariamos un buen equipo.

Imagine la cochambrosa oficina con vistas a la nada y una chapa en la puerta: «MAR LOPEZ & SOTANOVSKY, DETECTIVES». Las cagadas de mosca oscurecian el metal y una telarana cubria el sillon de los clientes.

– Gracias, pero paso -dije-. El suyo es un oficio peligroso.

– No crea. Yo diria que es aburrido. Ahora, con el divorcio legal, son pocos los clientes dispuestos a pagar por fotos comprometedoras de sus conyuges. Prefieren hablarlo, llegar a un acuerdo y aunque no lo crea, a veces todo acaba en un circulo amoroso…

– Sera «circulo vicioso» -corregi.

– De esos tambien hay: viciosos y guarros no faltan. Ademas, estan los amantes cabreados, que ya no escapan por las ventanas como antes. Ahora te sobornan con un talon sin fondos, o te sacuden un par de hostias. ?Sabe una cosa? Este oficio ya no es lo que era -bebio otro trago de tila y me ofrecio la petaca.

Rehuse moviendo la cabeza.

– ?Y como se metio en esto, Philip?

– ?Yo que se! Vocacion, que le llaman.

No tuve que esforzarme mucho para entrever una fascinacion infantil por el heroismo de los detectives de novela barata, capaces de luchar solos contra un ejercito de matones y vencerlos sin sudar la camisa. Y no olvidar la rubia de largas piernas que esperaria siempre la llegada del detective con la ropa interior mojada y los labios pintados de color rojo sangre. Seria millonaria, seguro, y pondria su capital y su cuerpo a los pies planos del victorioso Mar Lopez, Detective, que la tomaria durante una noche, para darle puerta despues, que en la calle esperaban nuevos entuertos que desfacer y nuevas rubias adineradas que cepillarse sin soltar la pistola.

Habia empezado a contarme su historia, pero no escuche el principio. Tampoco hacia falta.

– … por correspondencia. ?Pero he aprendido mucho en estos anos! La verdad es que, a pesar de los problemas y del peligro, no cambiaria este oficio por nada del mundo. Ademas, alguien tiene que hacerlo.

– ?Esta seguro?

– No. Pero ?que quiere, que vuelva al pueblo a mirarle el culo a las vacas?

Fumamos, mientras el dia se asomaba sobre el tejado de un edificio que de noche se me antojo cargado de historia y ahora era solo una mole bombardeada por las cagadas de las palomas. Cientos de miles de cagadas chorreando desprecio y semillas durante un siglo.

– ?Sabe una cosa, Philip? Cuando no quede un solo ser humano sobre la tierra, las palomas seguiran cagando desde el cielo sin enterarse de nada. Sobreviviran, Philip, sobreviviran. ?Y sabe por que? Porque solo viven para cagar desde arriba. Ni siquiera creo que hagan punteria: vuelan, cagan y mueren. Nosotros, en cambio, pretendemos hacerlo al reves, y claro, asi nos va. No, no me mire asi, que no estoy desvariando. ?Ha observado a las palomas en un parque? Se amontonan ante unas pocas migas, parecen inofensivas y hasta enganan a los viejos convenciendolos de que todavia tienen una mision en la tierra: darles de comer. Y los viejos se lo creen, total, han creido tantas boludeces en su vida… Y las palomas, Philip, se comen las migas, tropiezan entre si y se arrullan como si fueran en verdad pobres pajaros bobos e inocentes. Pero levantan el vuelo y se cagan en la cabeza de los viejos, Philip. Se cagan en la Historia y en monumentos a muertos que no los merecieron. Se cagan en toda nuestra ambicion de saber y poseer y vender y prestar y robar y ganar y despues, siempre despues, despues, Philip, despues perder.

Me miraba con ojos desorbitados, pero no se atrevia a interrumpirme.

– Por eso, Philip, aunque no creo en la reencarnacion, si me toca, quisiera ser un gavilan, un halcon de cuello desplumado, o un simple buitre especializado en cazar palomas. Pero, claro, uno es lo que le toca y yo me conformo con ser un pajarraco solitario, que vuela poco y no caga en la cabeza de nadie. Por eso no soporto que lo hagan en la mia. ?Comprende, Philip?

– S-si, creo que si. -Trago saliva-. Esta bien, se lo dire: es cierto que la pelirroja me contrato para saber sobre usted. Casi no me dio datos. Solo que era de fuera, su apariencia y donde hallarlo. Queria saberlo todo: si tenia familia aqui, si estaba casado, si se drogaba, todo.

– ?Por que?

– Yo tambien se lo pregunte -informo-. Los clientes piden datos de gente a la que conocen, para descubrir debilidades explotables; o me encargan hallar maridos que se esfuman con el saldo de la libreta de ahorro. Pero lo de la pelirroja era diferente. ?Sabe lo que me dijo? Que buscaba marido y queria conocerlo sin que usted lo supiera.

– No me diga que se creyo esa historia.

– No. Con el tipazo que tiene, y esas piernas y esos ojos y esas tetas, no necesitaba buscar candidatos entre todos los desharrapados que llegan de Sudamerica, mejorando lo presente.

– Gracias, Philip. ?Que mas?

– No mucho. Lo hice. Fotos, nombre, habitos, mujeres en su vida… Hablando de eso, ?me sacaria de una duda?

– Si puedo…

– ?Usted se tiraba o no a la rubita esa de la calle Amparo?

Hablaba de Lidia.

– No, y a veces me arrepiento. Pero hay mujeres que es mejor poseer en la distancia, Philip. Si uno se acerca, puede descubrir que ya no quiere alejarse. Y recuerde que un blanco inmovil facilita la labor de las palomas cagadoras.

– Otra vez con eso. No siga, ?quiere? Me pone nervioso. Le decia que reuni el material y se lo entregue, sin saber bien para que lo queria. Disculpe, pero de lejos no me parecia usted gran cosa. Ademas, la pelirroja no se parecia a mis clientes habituales. Le faltaban kilos, varices y miedo a la soledad. Le sobraban clase, piernas y dinero, a juzgar por la ropa.

– Y sin embargo no le pago…

– Es frecuente. Le eche la culpa a usted. Crei que no le habia convencido «el producto». La gente de dinero es la peor, senor Sotanovsky.

– ?Y ahi termina todo?

– Si. No volvi a verla. Y nadie respondio a mis llamadas. Entonces lo segui a usted, para ver si ella establecia contacto. Supe que se mudo aqui, y que la morena esa tan buenorra entro en escena. Nada mas.

– Miente, Philip. Un poco, pero miente otra vez. El agujero, ?recuerda? Si ella no le pago la minuta -no muy abultada, supongo-, menos le pagaria yo. Ademas, yo no era el unico, ?verdad?

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