morderme la entrepierna. Y yo no podia mover mas que la cabeza mientras el perro flotaba y caia sobre mi y no aparecia ninguna vieja salvadora. Sone otras cosas febriles y cuando desperte sudoroso, era noche cerrada y no se veia nada en la habitacion oscura.

Despues de un rato, distingui la sombra horizontal del camastro y sobre el lo que me parecio una silueta dormida. Una silueta delgada y temible, de las que duermen con la gruesa gabardina puesta y la navaja abierta y preparada.

Otra sombra, pequena y agil, se acerco a mis pies.

– Feo asunto, Nicolas, feo asunto -dijo Silvestre.

– ?Me lo vas a contar a mi? -murmure.

– ?Sabes lo que te digo? Que en el fondo todo esto te gusta, eres un pelin masoca, tu. ?Mira que venir a entregarte solito, mientras ella igual ya se esta tirando a otro incauto!

– ?Y para eso viniste, gato de mierda? Mucho cuento de libertad y mucho romanticismo barato de callejon, pero al final sos igual que tu primo el del ministro. Pero el por lo menos se consiguio alguien que lo cuide, Silvestre. Y vos no conseguiste nada, de puro cagon.

– ?No te permito! -dijo el gato con el lomo erizado-. Yo vivo mi vida y si trate de ayudarte fue porque me diste pena. Pero tu, venga meter la pata, venga meter la pata. ?Me hiciste caso en el Rastro? No. Y en Tanger, ya fue el colmo: te aviso que te estan buscando y en lugar de actuar con sigilo, te vas a llamar la atencion de los matones. Decididamente, como dices tu: eres un boludo alegre, Nicolas.

Cerre los ojos para borrar su silueta que susurraba verdades, pero cuando volvi a abrirlos seguia ahi.

– Gracias por tus atenciones, gato. Pero las cosas estan asi y ya no puedo hacer mucho. Vos lo ves facil porque como tenes siete vidas…

– Ya te dije que no me lo creo y por si acaso, me cuido. Y siempre se puede hacer algo. Nicolas. Siempre se puede.

Se acurruco a mi lado, hecho un ovillo.

– ?Sabes cual es la diferencia entre mi primo y yo? -pregunto-. Que yo puedo quedarme contigo esta noche, aunque sea para que no te mueras solo. Nadie me espera y duermo donde me toca. El tiene que cumplir los horarios y los rituales, y ademas fingir que le gustan.

El discurso me parecio una estupidez, pero no quise herirlo. Un amigo es un amigo, aunque ande a cuatro patas.

– Que se joda tu primo -dije.

– Que se joda -repitio Silvestre bostezando.

Nos dormimos juntos, cada uno sonando con su propio callejon y sus hembras peligrosas.

VIERNES

«La verdad es una mentira abortada.»

NICOLAS SOTANOVSKY, Horas bajas

«La verdad es un cono.»

GUILLERMINA LARRALDE, Filosofia Practica

«La verdad, la verdad, ?la verdad?: No me acuerdo.»

J. SERRANO, Poeta del ring

43

Tecnicamente aun no era de dia. Faltaba el requisito formal de un pajaro cantando la manana o, en su defecto, el desafinado estribillo de algun borracho despidiendo la noche.

Espere.

Por la calle abajo paso un borracho destrozando Asturias patria querida.

Ya era de dia.

Silvestre no estaba y la primera lengua de luz todavia vacilante me demostro que la silueta sobre el camastro no era nada mas que una manta arrugada. Intente desatarme las manos, pero lo que Serrano llamaba atar «flojo» era un concepto ajustado a su tamano. De cualquier manera, las ataduras empezaron a ceder, pero todo era muy lento. La manana me habia devuelto las ganas de vivir, de burlar a El Muerto y a la Muerte, para seguir equivocandome por mi cuenta, para elegir no ser un jodido gato de ministro.

El sol subia y subia, como si se hubiera quedado dormido y ahora recuperara el tiempo perdido. Oi la puerta y voces: la de Serrano y la de El Muerto, que estaba vergonzosamente excitado. Su voz se acerco y la de Jamon se alejo. Yo tire y tire, retorci las manos tratando de soltar una, pero lo unico que consegui fue aumentar la separacion entre ambas, algo mas de movimiento. Y El Muerto estaba junto a la puerta. La abrio, pero en ese momento sono su telefono. Empezo a discutir con su interlocutor exigente, pero ahora sonaba mas seguro. Me daba la espalda y de cuando en cuando miraba hacia mi. En la otra mano tenia abierta una navaja larga y brillante. Y gastada por el uso.

Con los ojos fijos en su espalda, a menos de cinco metros de distancia, redoble el esfuerzo por liberar mis manos, a la vez que tiraba desesperado para acercar mi mochila. La conversacion no iba a durar mucho mas y yo tampoco, a menos que consiguiera soltarme. Pude poner la mochila a mi espalda y abrirla trabajosamente. Con las manos todavia sujetas, logre separarlas unos quince centimetros y rebusque en la mochila la caja de puros y casi grito cuando El Muerto dijo al telefono «Vale, le llamo en media hora» y parecio que iba a cortar para empezar a cortarme, pero entonces el otro lo amenazo con algo y el se ofendio por la duda y yo, que por fin toque la caja de puros y pude soltarme una mano mientras las dos seguian detras y me hacia el dormido, descubri que no sabia cual de las cajas era la de la pistola porque a las dos les habia quitado el celofan y El Muerto ya cerraba el telefono movil a la vez que yo tiraba mentalmente una moneda al aire, la veia caer en mi mente, rodar entre recuerdos de la infancia, desviarse al topar con un hueso-recuerdo mal enterrado, «Laika, me cago en tu madre», y perderse de vista entre un amor de adolescencia y el nombre de Ella. Me decidi por una de las cajas, la abri mientras el giraba y la navaja giraba, meti la mano libre en la caja y comprendi que era la de los puros.

– ?Usted fuma? -pregunte solicito.

– No fumo -dijo-. Y muy pronto, usted tampoco.

No habia advertido que tenia las manos libres detras de la espalda. Y es que El Muerto estaba euforico. No hay nada mas ridiculo que un muerto entusiasmado.

– No finja mas, Sotanovsky. Lo se todo. Y alejese de esa mochila, que no me fio de Serrano: es un blando y ya que se han hecho tan amigos, pronto ira a hacerle compania.

Me aparte con las manos atras, como si siguiera atado. Pero habia perdido mi ocasion y la pistola seguia en la otra caja perfumandose de tabaco cubano. No alcance a reflexionar sobre eso, porque la risa de El Muerto me sorprendio. Era como un graznido.

– Jodido sudaca. Vamos, que hasta consiguieron enganarme por un tiempo. -Volvio a reir y casi le ruego que me mate en seguida para no seguir oyendolo-. Mire lo que encontramos en casa de la puta morena. Debajo de la cama…

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