nada. -Hizo una pausa y comento-: Hay personas a las que eso aun les parece apasionante. -Habia en su voz el desden que experimentan al respecto los que han nacido ricos-. Dice mi padre que tiene amigos en todas partes: en el Gobierno local, en el regional y hasta en Roma. En pocos anos, ha llegado a captar gran numero de votos.

– Entonces, ?para el seria facil hacer retirar una noticia de los periodicos? -pregunto Brunetti.

– Juego de ninos -dijo ella, frase que para Brunetti tuvo una resonancia triste.

– ?Y el matrimonio Pedrolli?

– Boda por todo lo alto y una pareja ideal. Ella trabaja de asesora financiera en un banco y el es ayudante del primario de Pediatria del Ospedale Civile.

Ninguno de estos datos parecia justificar la excitacion que Brunetti creia percibir en la voz de su esposa y que, segun le habia ensenado la experiencia, era debida a revelaciones aun por llegar.

– ?Y la cruda realidad? -pregunto.

– El asunto del nino, por supuesto -dijo ella, y Brunetti comprendio que por fin iba a entrar en materia.

– Por supuesto -repitio el, y sonrio.

– Entre las amistades se rumoreaba que el habia tenido una aventura, o menos que eso: un desliz, mientras estaba en un congreso en Cosenza. He preguntado a varias personas y todas coinciden.

– ?Tu padre tambien?

– No -respondio ella rapidamente, sorprendida de que el pudiera creer a su padre capaz de chismorrear. Y entonces explico-: Esta tarde he estado hablando con mi madre. -Paola habia adquirido por via materna aquella curiosidad suya por las vidas ajenas, al igual que un dia heredaria tambien las esmeraldas de la contessa.

– ?Asi pues, esa es la version oficial? -pregunto el.

Ella tuvo que pensar un momento antes de contestar.

– Suena a verdad y la gente parece creerla. Despues de todo, es la clase de historia que le gusta a la gente, ?no? Es como un argumento de pelicula, o de novela barata. El marido descarriado vuelve al hogar y la sufrida esposa lo perdona. No solo lo perdona sino que acoge al retono en el nido, para criarlo como si fuera suyo. Reconciliacion conmovedora, amor renacido: Rhett y Escarlata otra vez juntos y para siempre. -Hizo una pausa y agrego-: Desde luego, queda mejor que decir que fueron al mercado, compraron un nino y se lo llevaron a casa.

– Estas mas caustica y mas cinica que de costumbre, paloma mia -dijo Brunetti tomandole una mano y besandole las puntas de los dedos.

Ella retiro la mano, aunque con una sonrisa, y dijo:

– Gracias, Guido. -En tono mas serio, continuo-: Como te decia, la gente parecia creerlo o, por lo menos, queria creerlo. Los Gamberini los conocen, y Gabi me dijo que fueron a cenar a su casa cuando hacia unos seis meses que tenian al nino, y no le parecio que la reconciliacion fuera tan dulce.

– A ti te encantan los chismes, ?verdad? -pregunto el, deseando que ella le hubiera traido una copa de vino.

– Si, supongo que si -respondio Paola, sorprendida por el descubrimiento-. ?Crees que por eso me gusta tanto leer novelas?

– Probablemente -dijo el, y pregunto-: ?Por que no tan dulce?

– Gabi no lo dijo claramente. A veces la gente habla con medias palabras. Lo dio a entender mas que por lo que dijo por como lo dijo. Ya sabes como es la gente.

«Ojala lo supiera», penso Brunetti.

– ?No hizo suposiciones acerca de la causa? Paola cerro los ojos y el observo como repasaba la conversacion.

– Pues me parece que no.

– ?Una copa de vino? -pregunto el.

– Si, y luego cenamos.

El le beso la mano otra vez en senal de agradecimiento.

– ?Blanco o tinto? -pregunto.

Ella opto por el blanco, pensando probablemente en el risotto con puerros que tenian de primer plato. Hacia poco que los chicos habian empezado el curso, y durante la cena hablaron de lo que sus companeros habian hecho en verano. Una nina de la clase de Chiara habia pasado dos meses en Australia y estaba muy disgustada por haber cambiado verano por invierno y llegado a casa en otono. Otra habia estado trabajando en una heladeria de la isla de Santorini, donde habia adquirido unos aceptables conocimientos del aleman hablado. El mejor amigo de Raffi habia ido de Terranova a Vancuver en plan mochilero, aunque las comillas con las que Raffi habia encerrado la palabra «mochilero» sugerian viajes en tren y en avion.

Brunetti procuraba seguir el vaiven de la conversacion que evolucionaba sobre la mesa, pero los miraba sin oir apenas lo que decian, embargado por una viva sensacion de posesion: eran sus hijos, habia en ellos una parte de el mismo, y esa parte pasaria a los hijos que tuvieran, y a la siguiente generacion. Pero, por mas que miraba, no distinguia en ellos ni atisbo de su propio fisico: solo Paola parecia hallarse reproducida. Ahi estaba su nariz, la textura de su pelo, con ese rizo rebelde encima de la oreja izquierda. Ahora mismo, Chiara habia rebatido algo que le decia su hermano, con un ademan que era de Paola.

De segundo plato habia orata al limon, razon de mas para justificar la eleccion del vino blanco. Brunetti ataco el pescado, pero, a la mitad de la racion, volvio a fijar la atencion en Chiara, que estaba despotricando de su profesora de ingles.

– ?Y el subjuntivo? ?Sabeis que me ha dicho cuando le he preguntado? -inquirio con una voz marcada por el recuerdo del asombro sentido, mirando alrededor de la mesa, para asegurarse de que sus oyentes estaban preparados para escandalizarse. Cuando se hubo cerciorado de que le prestaban atencion, dijo-: Que lo dariamos next year. -El sonido con que dejo el tenedor en el plato era expresion elocuente de su disgusto.

Paola meneo la cabeza con aire de conmiseracion.

– Next year -repitio. Insensiblemente, se habian puesto a hablar en ingles-. Unbelievable.

Chiara se volvio hacia su padre, quiza con la esperanza de que el manifestara un asombro similar, y se quedo en suspenso, mirando su rostro impavido. Inclino la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro. Finalmente, en tono coloquial, como respondiendo a una pregunta que el le hubiera hecho, dijo:

– La he dejado en la escuela, papa. -En vista de que el no decia nada, anadio-: No; hoy no la he traido.

Como el que sale de un trance, Brunetti dijo:

– Perdona, Chiara. ?Que es lo que no has traido hoy?

– Mi otra cabeza.

Descolocado, al no saber de que se hablaba en la mesa mientras el estaba absorto mirando a sus hijos, Brunetti dijo:

– No te entiendo. ?Que otra cabeza?

– La que has estado buscando toda la noche, papa. Solo queria decirte que no la he traido, y por eso no la ves. -Para subrayar sus palabras, se puso una mano a cada lado de la cabeza y agito los dedos en el vacio.

Brunetti oyo la carcajada de Raffi y, al mirar a Paola, vio que sonreia.

– Ah, esta bien -dijo, un poco molesto-. Confio en que la hayas dejado en sitio seguro.

De postre habia peras.

CAPITULO 19

Al dia siguiente por la tarde, Vianello entro en el despacho de Brunetti. Se reflejaba en su cara la satisfaccion del que ha demostrado tener razon cuando algunos creian que estaba equivocado.

– Ha costado, pero merece la pena -dijo el inspector poniendo unos papeles en la mesa.

Brunetti entorno los ojos y levanto la barbilla en senal de interrogacion.

– El amigo de la signorina Elettra -explico Vianello.

Ella tenia muchos amigos, segun sabia Brunetti, que, en este momento, no recordaba cual de ellos podia estar colaborando en sus actividades extralegales.

– ?Que amigo?

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