– El hacker -explico Vianello, sorprendiendo a Brunetti por su manera de aspirar la «h»-. Al que dimos el disco duro. -Antes de que Brunetti pudiera preguntar, Vianello agrego-: Si, lo devolvimos al dottor Franchi al dia siguiente, pero no sin que el amigo copiara todo el contenido.

– Ah, el amigo -dijo Brunetti alargando la mano hacia los papeles-. ?Que tenia Franchi en su ordenador?

– Nada de porno infantil ni compras por internet, desde luego -dijo Vianello sin moderar su sonrisa de tiburon tigre.

– ?Pero…? -pregunto Brunetti.

– Pero parece ser que ha encontrado la manera de meterse en el sistema informatico de la ULSS.

– ?Y asi es como programa las visitas? -pregunto Brunetti-. ?Lo mismo que los otros farmaceuticos?

– Si -asintio Vianello acercando una silla-. El hace eso y los otros tambien -dijo en un tono que invitaba a Brunetti a seguir preguntando.

Y el asi lo hizo.

– ?Y que mas hace cuando accede al sistema?

– Segun el amigo de la signorina Elettra, parece haber encontrado la manera de saltarse el «log-in».

– ?Y eso quiere decir…?

– Eso le da acceso a otras partes del sistema -dijo Vianello, y se quedo pendiente de la reaccion de Brunetti, como si esperase que el comisario diera un salto gritando: ?Eureka!

Aunque temia que su confesion le hiciera desmerecer a ojos de Vianello, Brunetti comprendio que, en este caso, no podia darselas de enterado, y dijo:

– Me parece que vale mas que me expliques que significa eso, Lorenzo.

El nino espartano al que el zorro le esta devorando sus partes vitales no habria mantenido un gesto mas impavido que el de Vianello.

– Eso significa que puede acceder al ordenador central y examinar la ficha de todas las personas de las que tenga el numero de la ULSS.

– ?Sus clientes?

– Exactamente.

Brunetti apoyo el codo en la mesa y se acaricio los labios mientras consideraba las implicaciones del caso. Entrar en esos archivos era disponer de toda la informacion sobre medicacion, hospitalizacion y enfermedades, superadas o en tratamiento. Significaba que una persona no autorizada tenia acceso a aspectos privados, posiblemente confidenciales, de la vida de otra persona.

– Sida -dijo Brunetti. Tras una larga pausa, anadio-: Rehabilitacion de drogadictos. Metadona.

– Enfermedades venereas -sugirio Vianello.

– Abortos -agrego Brunetti-. Si son clientes suyos, sabe si estan casados, conoce su vida familiar, donde trabajan, que amigos tienen.

– El simpatico farmaceutico del barrio que te ha visto crecer -completo Vianello.

– ?Cuantos? -pregunto Brunetti.

– Ha curioseado en historiales clinicos de una treintena de clientes -dijo Vianello y, dando tiempo a que Brunetti midiera las implicaciones del caso, anadio-: El amigo dice que los archivos no podra enviarnoslos hasta manana.

Brunetti silbo ligeramente y volvio sobre la causa inicial del interes del inspector por las actividades del dottor Franchi.

– ?Y que hay de las visitas?

– Durante los dos ultimos anos, ha programado mas de un centenar. -Antes de que Brunetti pudiera expresar asombro ante el numero, Vianello agrego-: Eso supone solo una a la semana.

Brunetti asintio.

– ?Y ese amigo de la signorina Elettra… tiene nombre? -pregunto.

– No -respondio Vianello con una voz extranamente atona.

– ?Has comprobado cuantas de esas visitas se hicieron realmente? -pregunto Brunetti.

– Hasta esta manana no le ha mandado la lista definitiva -dijo Vianello-. Parece ser que todas las visitas programadas por Franchi tuvieron lugar. -En vista de que Brunetti no decia nada, el inspector continuo-: Ella ha hecho la comprobacion de los otros farmaceuticos. Uno habia programado solo diecisiete visitas en los dos ultimos anos y todas se hicieron: hemos hablado con los pacientes. En cuanto a Andrea, no colabora en el sistema, por lo que habra que quitarlo de la lista. Por lo que se refiere al otro, ella ha comprobado el registro de visitas en los archivos de los hospitales de aqui y de Mestre y en casi todos los casos se indica que el paciente acudio a la visita programada. -Vianello casi no podia contener la excitacion al decir-: Pero se da el caso de que uno de los farmaceuticos programo tres visitas para personas que no precisaban atencion medica.

– Cuenta, Lorenzo -dijo Brunetti, para abreviar.

– Han muerto -dijo Vianello.

– ?De resultas de las visitas? -pregunto un asombrado Brunetti, que no se explicaba como podia haber ocurrido tal cosa sin que el se enterase.

– No; ya estaban muertos cuando las visitas fueron programadas -dijo Vianello despacio, regodeandose con el efecto de su revelacion y, de paso, permitiendo a Brunetti asimilar la informacion, antes de proseguir-: Da la impresion de que el farmaceutico se volvio descuidado y empezo a teclear al azar numeros de clientes de la farmacia aunque hiciera tiempo que no los veia: quiza pensaba que se habian mudado o quiza… -y aqui Vianello introdujo la pausa que hacia siempre antes de soltar lo que el creia una bomba-… quiza empieza a perder la memoria. A su edad.

– ?Gabetti? -pregunto Brunetti.

– El mismo -respondio Vianello sonriendo de oreja a oreja.

– De acuerdo, Lorenzo -dijo Brunetti con una sonrisa-. Hablame de las visitas que programo para los difuntos.

– En cada caso, el doctor anotaba en el ordenador que habia visitado al paciente, hecho el diagnostico… siempre eran casos leves… y cargado el importe de la visita a la sanidad publica.

– Que descuido -convino Brunetti-. O que audacia. ?Que hay de los medicos?

– Son siempre los mismos tres y, en cada caso, registraron la visita y cargaron el importe -dijo Vianello. Casi a reganadientes, agrego-: Franchi no ha programado ninguna visita para esos tres medicos.

– Me gustaria saber que hacia si no -dijo Brunetti-. ?Por que el amigo no puede enviarnos los archivos hasta manana?

– Cosas de la informatica -dijo Vianello.

– Tampoco soy un neandertal, ?eh? -Aunque lo decia sonriendo parecia haberse picado.

– La signorina Elettra dice que es por la forma en que Franchi protegio los archivos: cada uno tiene una clave de acceso distinta, y luego hay que buscar el numero del paciente con otra clave de acceso… ?Quieres que continue?

Ahora la sonrisa de Brunetti era de contricion.

– ?Manana?

– Si.

– ?Y mientras tanto?

– Mientras tanto, seguiremos llamando a los pacientes para los que Gabetti programo visitas y les preguntaremos si estan satisfechos del tratamiento. Y luego habra que pensar en pedir a los doctores que vengan a cambiar impresiones con nosotros.

Brunetti dijo:

– No; es preferible esperar hasta que sepamos lo que se trae entre manos Franchi. ?Estas seguro de que no sospecho porque le retuvieras un dia el ordenador?

Parecio que Vianello tenia que hacer un esfuerzo para no ponerse a dar palmadas de alegria cuando oyo la pregunta.

– Envie a Alvise a devolverlo -dijo.

Brunetti se echo a reir.

El inspector salio de la questura a las cinco, con la conciencia tranquila, pensando que no podia pretender que su esposa, que habia dicho que le daria mas informacion sobre Pedrolli, fuera a llevarsela al despacho. De todos

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