—Bueno, esa es una obra que no me importaria volver a ver —comento el—. Recuerdo la frase que el duque le dice a Claudio, cuando ese pobre estupido se encuentra en prision, condenado a muerte por fornicar. Es aquella que comienza diciendo: «Ser absoluto para la muerte.» ?Que frase tan maravillosa y sonora! Y despues sigue con varios argumentos acerca de por que no vale la pena aferrarse a la vida. «Razona asi con respecto a la vida: si te pierdo, pierdo algo que solo un necio querria conservar.» ?Que lenguaje tan encantador! ?Y que bobada! —Probo el cafe—. No es como lo recuerdo.

—Es un buen cafe de Nicaragua —intervino Maria—. Y se prepararlo.

El levanto una mano en ademan de disculpa.

—Ha pasado mucho tiempo, miembro. Estoy seguro de que lo he olvidado.

—?Y has recordado ese pasaje de Shakespeare durante veinte anos? —le pregunto Anna.

—No. Los hwarhath han seleccionado muchas obras breves y raras de la cultura humana, incluidas las obras completas de William Shakespeare, y mucha literatura china traducida. Me pregunto si esto es informacion estrategica. ?Te dice algo util sobre los hwarhath el hecho de saber que nunca han tenido oportunidad de leer a Ibsen?

La conversacion siguio sin rumbo fijo durante un rato y concluyo con la moda. Nicholas solo sentia un leve interes por el tema, salvo en lo que a la nueva imagen militar concernia. Eso, afirmo, era fascinante.

»…Y hace que me alegre de haber cambiado de bando. En ningun lugar del universo conseguiria un corte de pelo como el de Maksud.

El soldado humano fruncio el entrecejo.

—Cinamonos a la nueva imagen civil —sugirio Anna—. Es imposible que eso tenga alguna importancia estrategica.

—Ni siquiera es atractiva —opino Maria. En la cabina de la barca tenia una revista, no sobre moda sino sobre cultura popular—. Todo se reduce a lo mismo, sobre todo en el norte. Los yanquis siempre han confundido el estilo con la vida. Y eso se debe al hecho de no tener una religion y una politica reales.

—?De donde eres? —pregunto Anna.

—?Originalmente? De la Tierra de las tormentas de polvo. Kansas. Me largue de alli en cuanto pude. Recuerdo que una vez lei una entrevista con alguien… no recuerdo quien era, una escritora de Kansas. Decia que cuando era pequena le encantaba El Mago de Oz, porque le demostraba que era posible irse de Kansas. —Sonrio—. Siempre me ha gustado ese cuento.

Maria trajo la revista. Nicholas la activo, moviendola ligeramente para que la pantalla quedara a la sombra. (A esa hora el sol estaba bajo, casi detras del recinto diplomatico.) Los colores brillantes parpadearon y hubo un estallido de musica; Nicholas bajo el volumen.

Desde donde estaba, Anna no podia ver las imagenes. No importaba. Preferia observar a Nicholas. El miro un momento la revista, luego lanzo un suspiro y se quito las gafas de sol.

—No sabes lo que es el infierno hasta que tienes que usar los bifocales de los alienigenas —aseguro y saco otro par de gafas de un bolsillo. Eran, evidentemente, de confeccion hwar: cristales rectangulares y montura gruesa de metal—. Estan hechos a medida. Se ajustan perfectamente, y los cristales cumplen la funcion que deben cumplir, pero mira… —Se las puso. Eran absolutamente horribles. Maria se tapo la boca con la mano—. Siempre abrigo la esperanza de que los hwarhath capturen una nave en la que haya un optico, pero hasta ahora no he tenido suerte.

—?Realmente son bifocales? —pregunto Anna—. Nunca te habia visto usar gafas.

—Gracias a la Diosa, casi no necesito correccion para ver de lejos. Me las arreglo mejor sin ellas, salvo cuando leo. —Apreto el boton «Play» de la revista. Destellaron nuevos colores—. Que increible —comento.

Hattin miro por encima de su hombro. El soldado humano aparto la mirada, lo que significaba —casi con certeza— que pertenecia a una faccion religiosa conservadora.

Al cabo de un rato, Hattin hablo. Nicholas levanto la vista y sonrio.

—Dice que todo es absurdo o desagradable. Es terrible que el y Maksud no compartan un idioma. Podrian celebrar una breve reunion de protesta hasta que descubrieran en que medida difieren sus respectivas culturas.

El soldado humano volvio a fruncir el entrecejo. Hattin parecia tan sereno como siempre, aunque ya no miraba la revista. En lugar de eso se dedico a contemplar la bahia y dejo de lado la cultura popular humana sin siquiera encogerse de hombros. Por supuesto, Anna no sabia si los alienigenas se encogian de hombros o tenian algun otro gesto equivalente.

—?Que piensa Hattin de ti? —pregunto.

—Es un miembro de la guardia personal del general, y es muy leal. Si Ettin Gwarha me aprueba, es suficiente. No se pregunta por que. Si me disculpas, voy a terminar este articulo.

?A quien se le ocurre llamar «Stalin y sus Epigonos» a un grupo de cantantes?

Estaba encorvado, con expresion concentrada. Anna miro el cielo, por encima del recinto. Estaba salpicado de nubes pequenas.

Un dia raro. Podria haberlo disfrutado de no ser por la grabadora que llevaba en el bolsillo. Se sentia como una traidora, aunque era ella la que actuaba con lealtad.

Nicholas termino de leer el articulo e hizo sonar la grabacion de «Stalin y sus Epigonos» incluida en el mismo.

—Horrible, aunque en realidad, si he entendido el articulo, se supone que debe ser asi. —Apago la revista y se la entrego a Maria—. Gracias. ?Alguien tiene hora?

Anna no saco la grabadora. En lugar de eso, Maria entro en la cabina para averiguarlo.

Nicholas se quito las gafas y las dejo a un lado.

—La proxima vez te hare preguntas sobre tus criaturas. ?Como estan?

—Muy bien. La semana proxima, mas o menos, alcanzaran el punto culminante del despliegue luminoso. Despues disminuira y se apagara.

—Un espectaculo sorprendente. Me he acostumbrado a caminar por la playa de noche. Por supuesto, no es tan espectacular como la vista de la bahia. Pero sin embargo, el oceano esta salpicado de luces destellantes hasta donde yo puedo ver. —Hizo una pausa y reflexiono—. Supongo que deberia anadir que la isla tiene muy buenas defensas en todo su perimetro.

Se marcho, seguido por los soldados.

—Tienes unos amigos muy raros —comento Maria.

—Yo no le llamaria amigo. Es un conocido.

—Sea lo que fuere, me doy cuenta de que te gusta. Pero conocerlo a el no tiene futuro.

—Sin duda.

La tarde siguiente Anna paso por el recinto y se presento; ante la comandante, que se encontraba en el despacho forrado de madera oscura de imitacion. La Tierra seguia girando en la pared; la nube que la cubria era mas densa que antes.

Cuando ella concluyo, la comandante dijo:

—Lamentablemente, Sanders tiene razon con respecto a las defensas de la isla. No hay forma de llegar a el sino aqui —hizo una pausa—. Y existe un interrogante acerca de cuanto tiempo mas se prolongaran las negociaciones —la mujer contemplo la Tierra.

El capitan Van sirvio te.

—Estaban destinadas a ser muy preliminares, a descubrir si realmente podiamos enfrentarnos mutuamente cara a cara y fijar un procedimiento para negociaciones posteriores y resolver una serie de detalles menores. El mobiliario, por ejemplo.

—Es la tercera vez que oigo mencionar el mobiliario —comento Anna.

El capitan sonrio.

—A los hwar les gusta sentarse mas cerca que nosotros del suelo, y no querian que quedaramos mas arriba que ellos; de modo que tuvimos que decidir la altura de las sillas de la sala de conferencias. Y querian que quitaramos la mesa del medio. Dijeron que la gente no puede mantener una conversacion seria si esta separada por un trozo enorme de plastico; la expresion que usan para decir «cara a cara» es «rodilla a rodilla».

La comandante finalmente aparto la mirada del planeta en movimiento.

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