molestarte?

Mierda, penso Anna. Sus ojos se resistian a permanecer abiertos y le parecia que tenia la cabeza llena de pelusa gris.

—A las dieciseis —respondio ella—. A esa hora tendria que estar despierta. Reunete conmigo en la barca. ?Esta vez querras hablar de los animales?

—Puede ser. —Nicholas sonrio brevemente e hizo una sena de despedida. Ella regreso a la cama.

Media hora mas tarde la unidad de comunicacion volvio a sonar. Anna maldijo y salio a gatas de debajo de la manta.

Esta vez era la comandante Ndo.

—?Puedes venir hasta aqui? Lo mas pronto posible.

Anna abrio la boca.

La comandante fruncio el entrecejo.

—Es importante, miembro Perez.

—De acuerdo.

—Bien. —La comandante le dedico una amplia y dentuda sonrisa. Depredadora, penso Anna.

Se vistio y subio a la colina. El cielo estaba cubierto de nubes. Soplaba un viento frio que inclinaba los rojizos y desnudos tallos de esporas y le azotaba el pelo, haciendolo revolotear a ambos lados de su cara. De vez en cuando sentia caer una gota de lluvia.

El capitan Van esperaba a la entrada del recinto; parecia preocupado.

—?Que ocurre?

El se llevo un dedo a los labios: el simbolo universal para pedir silencio.

Ella asintio y el la condujo hasta un ascensor. Bajaron un piso y salieron a un pasillo. Los tubos del techo emitian una luz palida, aspera e institucional. En el aire flotaba un olor esteril. ?A que?, se pregunto. A metal y a hormigon.

—?Que es esto?—pregunto.

—Un sotano.

Atravesaron una pared gris, de metal, bajaron un tramo de escaleras y entraron en otro pasillo. Este era todavia mas curioso. ?Para que se necesitaba un sotano en un edificio provisional? Al final del pasillo habia otra puerta de metal. El capitan se detuvo y apreto un boton de la pared. Anna oyo un zumbido y levanto la vista. Una camara negra y diminuta giro lentamente, se detuvo y apunto su luz roja hacia ella.

La puerta se abrio. El capitan le hizo una sena y Anna entro. Le resulto dificil hacerse cargo de la escena. Era demasiado compleja. Una habitacion de paredes de hormigon, un escritorio de metal gris y la comandante sentada detras: esa fue la primera imagen. Despues un hombre que se encontraba de pie junto al costado derecho del escritorio. Era alto y delgado, y llevaba puestos unos pantalones cobrizos y camisa y chaqueta del mismo color. Nicholas, penso ella por un instante, que estaba llegando a un acuerdo con la Tierra.

Entonces vio a tres personas en el lado izquierdo de la habitacion, contra la pared. Un hombre en una silla, con la cabeza gacha, los brazos apoyados sobre las rodillas y las manos apenas entrelazadas. Estaba flanqueado por dos soldados, ambos humanos. Uno de ellos era Maksud. El otro —un hombre bajo y de piel oscura, del sur de la India— le resultaba desconocido. El hombre que estaba sentado levanto la cabeza. Nicholas. Tenia la cara moteada de rojo y blanco y una expresion muy extrana en la mirada. No supo descifrarla. La miro primero a ella, luego al capitan Van, a la comandante y finalmente la puerta, que se habia cerrado.

Estaba aterrorizado. Eso explicaba el cambio de coloracion y la expresion de su mirada.

—?Que ocurre aqui? —pregunto Anna—. ?Y donde esta el otro guardian? ?El alienigena? ?Hattin?

—Deberia resultarle obvio lo que ocurre —comento la comandante—. Esta es nuestra mejor oportunidad para coger a Sanders. Se supone que los bwar no lo veran hasta esta noche, tarde. Tenemos cinco horas, tal vez seis o siete, para sacarlo de aqui. Necesitamos su colaboracion. —?Porque?

—Como distraccion —respondio la comandante—. Queremos que vaya hasta la barca con el teniente Gislason. —Senalo con la cabeza al hombre que se parecia a Nicholas—. Desamarre la barca. Queremos que los hwar busquen en la direccion equivocada. Queremos que piensen que tal vez Sanders se largo por propia decision. Ha mostrado un claro interes por usted.

—Esta loca. En este planeta no hay adonde ir. Esta vacio. Y el no esta interesado en mi. Por Dios, si usted me dijo que el general hwar es su amante.

En todo momento veia a Nicholas por el rabillo del ojo. El hacia breves movimientos nerviosos, levantaba la mirada, la bajaba, se movia, se preparaba para echar a correr y luego vacilaba. No tenia adonde ir, ninguna esperanza de trasponer la puerta. Evidentemente lo sabia, pero no podia quedarse quieto. La respuesta lucha-o- huye era demasiado fuerte.

La comandante dijo:

—Segun nuestros registros, hace veinte anos el era un hombre heterosexual y perfectamente corriente. Tal vez ha vuelto a serlo. ?Como iban a saberlo los alienigenas? No pueden ser expertos en sexualidad humana; y no nos importa demasiado lo que piensen que esta ocurriendo, ya sea un paseo en coche o un fin de semana romantico, siempre y cuando busquen en el oceano. —Hizo una pausa y miro a Anna fijamente—. No podemos dejar pasar esta oportunidad. Este hombre tiene veinte anos de informacion. Tenemos que cogerlo.

Anna dijo:

—Ellos no creeran que se largo por su cuenta. ?Piense en quien es este hombre! No permitiran que desaparezca. Pondran el recinto patas arriba.

La comandante sacudio la cabeza y la luz resplandecio en su oscuro craneo calvo.

—Gracias a Sanders, los hwar saben sobre nosotros mas de lo que nosotros sabemos sobre ellos, pero hemos aprendido algunas cosas. Haran lo que sea por proteger o rescatar a mujeres y ninos. Pero para ellos todos los hombres son prescindibles. Nuestra gente tiene esto muy claro. Creen, me refiero a los alienigenas, que la naturaleza de los hombres consiste en pelear y hacer la guerra. El destino de los hombres es morir con violencia. Cuando ocurre, ocurre. Que sera, sera. Que sea lo que la Diosa quiera. El general Ettin no va a arriesgarse a poner fin a las conversaciones a causa de un hombre.

—?Nick? ?Es eso verdad?

El levanto la cabeza y sus ojos mostraron aquella extrana expresion vacia.

—Si —dijo al cabo de un momento.

—No tenemos tiempo de seguir discutiendo esto —aclaro la comandante—. ?Colaborara con nosotros, miembro Perez?

—?Que otra alternativa me queda?

—Ninguna, si quiere publicar su investigacion y si quiere que la barca se marche sin problemas y sin danar a ninguno de sus animales. Vamos a resolver esto, miembro Perez, con usted o sin usted.

La historia —el fin de semana romantico— exigia que ella desapareciera. Anna tuvo la repentina sensacion de que si se negaba se quedaria en aquella habitacion en calidad de prisionera, como Nicholas.

Esas eran las opciones. Por una parte su libertad, su investigacion y la seguridad de los animales de la bahia. Por otra solo su integridad personal y el hecho de que odiaba que la utilizaran. No tomaba en consideracion a Nicholas. No podia hacer nada por el. Si se negaba a cooperar, la comandante encontraria alguna otra forma de llevarselo del recinto.

Lo miro. El la observaba fijamente, cosa que no habia hecho con anterioridad, y la tension de su cuerpo era evidente. Se obligaba a estar inmovil mediante un esfuerzo de voluntad, y le suplicaba con la mirada. ?Para que?

Miro a la comandante y asintio.

—De acuerdo.

Nicholas bajo la mirada.

—Fantastico —dijo la comandante—. Yoshi Nagamitsu esta en este momento en la barca. Llamelo y digale que ira mas temprano. Comuniquele que puede marcharse.

Ella dio un paso en direccion al escritorio.

—Desde aqui no —senalo la comandante—. Gislason la acompanara a otra habitacion. Cuando salga de este nivel del recinto tenga cuidado con lo que dice. Los hwar tienen unos aparatos de escucha realmente increibles. No son para nosotros. Al parecer, se espian entre si.

Вы читаете Circulo de espadas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату