Otelo. Iban a representarla con mascaras como las de las obras de animales.

—Solo que estas seran mascaras humanas. ?Estoy inventando una nueva forma de arte, Nicky! Con tu ayuda; y tu contribucion sera reconocida, te lo prometo. ?Espera a ver los trajes! Todo es maravilloso, salvo la musica.

Me entrego un ejemplar del escrito. Lo lei esa noche, mientras Gwarha se entretenia con un juego de tablero, planteando problemas y absorto en ellos. Una perdida de tiempo, en mi opinion, pero en realidad no me interesan demasiado los juegos.

La obra se titulaba La avalancha del hombre oscuro. Era mas larga que una obra hwarhath tradicional, y Matsehar habia logrado incluir gran parte de la lengua de Shakespeare. Su Otelo era esplendido: heroico y amante. Su Desdemona era deliciosamente dulce y amable. No supe con certeza que harian con ella los hwarhath. Su lago podria haberse arrastrado debajo de una serpiente.

Cuando llegue al final, le entregue el escrito a Gwarha. Lo leyo de un tiron y no dijo nada hasta despues de apagar el ordenador. Entonces me miro.

—Esta maravillosamente escrita. Tienes razon con respecto al muchacho. La Diosa le ha tendido las dos manos. Pero el final no esta bien.

Le pregunte a que se referia.

—Una obra sobre este tipo de amor deberia dejar en el publico una sensacion de horror y disgusto. Pero no siento nada de eso. Me siento triste… y furioso con este hombre ambicioso y corrupto. ?Como pronuncias su nombre?

—lago.

—Y hay algo mas… la sensacion de que acabo de salir de un lugar estrecho y oscuro, un bosque o la entrada a una casa fortificada. Ahora estoy en el borde de una llanura. No hay nada entre el horizonte y yo. No hay nada por encima de mi, salvo el cielo desierto. ?Ah! —Lanzo la lenta exhalacion hwarhath que puede significar casi cualquier cosa.

—Una catarsis tragica —dije.

Gwarha arrugo el entrecejo. Intente explicarselo.

—?Utilizais obras para limpiar el aparato digestivo?

—Me he expresado mal.

Finalmente me comprendio, aunque me habria resultado util tener acceso a La Poetica.

—Sigo pensando que el final no funciona. Pero si utiliza mascaras, si los personajes son claramente humanos, tal vez resulte aceptable.

Mats estaba atareado con la produccion de la obra, de modo que pase un tiempo sin verlo demasiado… y tambien sin ver mucho a Gwarha, que habia sido convocado en Ata Tsan para arbitrar una disputa realmente desagradable entre dos principales. Su gran habilidad es la negociacion, pero —dijo— estaba llegando al limite de su capacidad.

—Con esos dos no se puede razonar, y pertenecen a dos linajes que nunca se han llevado bien. Vamos a pasar aqui mucho tiempo, Nicky.

—Encontrare algo que hacer.

Me dedico una mirada significativa.

Algunos dias mas tarde me encontre con Mats en uno de los diversos gimnasios de la estacion. Yo estaba alli practicando hanatsin con uno de los jovenes mas serios e inteligentes y de modales mas encantadores que frecuentaban a Gwarha. (La habilidad de este para elegir oficiales jovenes es notable.) Ya no recuerdo de que joven se trataba. Probablemente estaba haciendo lo que hace la mayoria: arrojarme al suelo acolchado y luego ayudarme a ponerme de pie explicandome con toda cortesia que era lo que habia hecho mal.

Matsehar no practicaba ninguna de las artes marciales mas alla del minimo exigido a todos en el perimetro, y tampoco participaba en deportes de competicion. Su falta de coordinacion era un problema demasiado grave. Pero tenia la obsesion de los hwarhath por la forma fisica, y trabajaba diariamente nadando o ejercitandose en los aparatos de resistencia.

No resulto sorprendente que nos encontraramos en el equivalente hwarhath de un vestuario, y no resulto sorprendente que el se hubiera olvidado de llevar un peine de mango largo. (Mats no repara en los detalles, salvo en el teatro.) Lo encontre sentado en el extremo de un banco, intentando llegar a la cabellera que se extendia entre sus paletas con un peine sin mango.

Le dije: «Dejame a mi.» Me sente detras de el y cogi el peine. Durante un rato no hubo problema. Los hwarhath pasan mucho tiempo acicalandose unos a otros. Es una actividad bastante impersonal, y yo la habia practicado mucho con Gwarha.

El pelo crece en distintos angulos y en diferentes partes del cuerpo de los hwarhath; yo habia aprendido a manejarlo modificando el angulo del peine. Sabia como deslizado por el pelaje enmaranado sin provocar dolor, y como deshacer los enredos del penacho de pelo mas largo que va desde la parte superior de la cabeza de un hwarhath hasta la base de su columna. Sabia que clase de presion resulta agradable y comoda.

Seguramente estaba pensando en Gwarha o en algun otro de los jovenes que me habian estado arrojando al suelo en la sala de hanatsin. De pronto me di cuenta de que ya no tenia la mano libre apoyada sobre el hombro de Matsehar, sino que la movia de arriba abajo. Estaba rozando con ella —acariciando— el grueso musculo del hombro y desplazandola hacia el pelo maravillosamente sedoso del cuello y la columna.

Mats estaba quieto y ya no se apoyaba en mi. Note en el cierta incomodidad por la forma en que estaba sentado y por la tension del musculo, debajo de mi mano.

Su reaccion me sorprendio un poco, pero no demasiado. Algunos hombres hwarhath carecen de interes por el sexo. En su cultura no hay nada vergonzoso en esto: no tienen que mentir, ni que fingir. Algunos son monogamos. Gwarha lo es, por lo general. Segun el, la recompensa de la promiscuidad no guarda relacion con el esfuerzo que supone. Dedicando la misma energia a su carrera puede obtener algo realmente beneficioso para si y para su linaje. Y finalmente hay montones de hwarhath, la abrumadora mayoria, que no sienten el menor interes por mi.

Murmure una disculpa y termine de peinarle la espalda, ahora con movimientos rapidos y tan impersonales como pude; luego me puse de pie y le devolvi el peine. Me dio las gracias sin mirarme y en tono desdichado.

—No te preocupes por esto, Mats. Ya conoces mi fama. Era casi inevitable que lo intentara. No volvera a suceder.

El levanto la vista; una expresion de tristeza le cubria el rostro.

Evite tocarlo. Le dije:

—Animate —algo que puede decirse en la lengua hwarhath principal, aunque para ellos significa «no seas pesado», mas que «no estes triste».

Siguio con su expresion de muda desdicha.

—Hablaremos mas tarde —le dije y me marche.

Pase unos veinte dias sin verlo. Evidentemente, me estaba evitando. No iba a perseguirlo. Pase mas tiempo trabajando y con Gwarha, cada vez que podia.

Una noche, Gwarha me dijo:

—?Que ocurre entre tu y el portador Eh?

Le di una respuesta evasiva.

Gwarha miro la mesa que tenia delante. Estaba jugando a otro juego de tablero. Recuerdo cual era: el eha. El tablero era un cuadrado delgado de madera, de color claro y veta fina, con una red de lineas rectas talladas. Donde las lineas se cruzaban habia agujeros: alli se colocaban las piezas. Estas eran pequenos guijarros redondos recogidos de los rios de la tierra de Ettin. En un juego como es debido, las piezas siempre son de la tierra del jugador. Lo ideal es que el jugador las haya recogido. Los maestros del juego se pasan cientos de dias buscando las piedras de tamano exacto. Gwarha no es un maestro y nunca ha tenido tiempo para eso. Las piedras se las envio una de sus tias.

Movio una piedra y me miro.

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