prioridades se habian visto alteradas.
Pero, ?y Pluton?
Drake presto especial atencion a ese pequeno planeta. Un reducido grupo de cientificos tenia un puesto de investigacion en Caronte, el enorme satelite que convertia el sistema Pluton-Caronte en un pequeno doblete planetario. Pluton en si estaba deshabitado, a menos que contara uno las apretadas y dormidas filas de los criocadaveres. Las criomatrices eran demasiado frias como para permitir la presencia comoda y permanente de humanos animados. Se mantenian en temperaturas de helio liquido —las primeras sospechas de Drake acerca del almacenaje en nitrogeno liquido resultaron estar fundadas—. Las criptas eran atendidas, hasta el punto en que no necesitaban atencion alguna, por maquinas especialmente disenadas para soportar frios extremos.
Con la idea del dinero reducido a una suerte de incomprensible sistema de credito electronico, Drake no tenia claro cuando podria realizar el largo viaje a Pluton. Se obligaba a tener paciencia, dejando la cuestion de lado hasta que su tiempo de servicio tocara a su fin.
El trabajo seguia adelante, arduo pero, sin duda, no exento de recompensas. El texto que estaban produciendo crecia a un ritmo constante. A comienzos del cuarto ano, Drake compartia la conviccion de Par Leon de estar creando un clasico. Escucho la sugerencia de que seria justo que los dos compartieran el merito, y meneo la cabeza.
—Fue todo idea tuya, Leon, no mia. Podrias haber encontrado a otro que hiciera lo mismo que yo. Pero sin ti para revivirme yo no podria haber hecho nada…
Ese era su objetivo secreto, siempre en su cabeza pero sin escapar de sus labios.
Y entonces, al termino del cuarto ano, ocurrio algo que cambio todos los planes de Drake.
7
«Una llamada salvaje, una llamada atronadora imposible de ignorar»
Drake estaba trabajando. Era tarde o pronto, segun la definicion. Las mejoras efectuadas en su cuerpo incluian una menor necesidad de sueno, por lo que reservaba la mayoria de sus pensamientos y busquedas privadas para las horas siguientes a la medianoche. Esta noche habia perdido la nocion del tiempo mientras se esforzaba por entender, por enesima vez, el complejo trasfondo medico de la enfermedad de Ana. Comprendia por que una dolencia que se habia eliminado de la raza humana llamaba tan poco la atencion en la actualidad; pero tambien le parecia que los tratamientos reservados para otras condiciones podrian surtir efecto en este caso.
Se encontraba acariciando la tentadora idea de estudiar medicina —un empeno que le llevaria anos— cuando su portal externo le informo de que tenia visita. Miro el reloj de soslayo. Las ocho de la manana. Tenia tiempo de echar una cabezada, antes de llamar a Par Leon y organizar el resto del dia. Trabajaban bien juntos, los dos eran flexibles, e intercambiaban opiniones, ideas y apuntes cada vez que les parecia util; pero rara vez se veian en persona.
?Quien seria, entonces, el visitante, tan temprano y sin cita previa? Vivia en un apartamento diminuto. Estaba amueblado con los enseres imprescindibles, y en cuatro anos jamas habia recibido visitas.
El portal informo de una nueva solicitud de atencion. Drake la acepto y se levanto al tiempo que se abrian las puertas dentadas.
La visita era una mujer. No espero a que Drake la invitara a pasar. Entro y paseo la mirada por el interior del apartamento. Parecio abarcarlo todo con un solo vistazo de sus ojos azul zafiro.
—Usted es Drake Merlin —dijo con firmeza—. Me llamo Melissa Bierly.
Lo miro fijamente y Drake experimento por primera vez la fuerza que desprendia. Aun mucho despues, cuando ya conocia toda la historia, nunca supo explicarse el origen de esa peculiar energia. Era asombrosamente hermosa, sin duda, con un rostro redondo y simetrico enmarcado por una melena negra y lisa, con ojos grandes de un azul puro y profundo; pero cualquier compositor, sobre todo si ha escrito musica para peliculas, se ve expuesto a multitud de mujeres atractivas. Al principio penso que era alta. Luego ella se acerco y se dio cuenta de que estaba equivocado. Apenas si le llegaba a la nariz.
—?Nos conocemos? —pregunto Drake por fin. Estaba seguro de que no. Habia conocido a cientos de personas desde su despertar, por lo general gracias a Par Leon y sus mutuos estudios; pero no se habria olvidado de alguien como Melissa Bierly.
—Aparentemente no, aunque seria… posible. —Habia cambiado al ingles—. Vivimos en la misma epoca, aunque usted estaba congelado cuando yo solo contaba un ano de edad. Ingrese en las criomatrices veinticuatro anos mas tarde, y esta es la primera resurreccion para ambos.
Muerta a los veinticinco; mas joven incluso que Ana. Drake senalo una silla, y ella asintio y la acepto. El se sento en la cama baja, frente a ella.
Aquellos ojos de zafiro lo traspasaron mientras continuaba:
—Me revivieron hace dos meses. En cuanto tuve ocasion, comprobe cuantos de nosotros estamos aqui. ?Sabe usted cuantos?
Drake meneo la cabeza, todavia sin abrir la boca. Era una pregunta irrelevante. Irrelevante al menos para sus intereses; a lo sumo, propiciaria la interaccion con otros Resucitados. Eso supondria una perdida de tiempo y una desviacion de su objetivo.
—Habia menos de cincuenta mil en las criomatrices —prosiguio Melissa—. Cuarenta y ocho mil ochocientos noventa y siete, para ser exactos. La mayoria ingreso en las criomatrices en un periodo de cincuenta anos despues que yo. Al parecer la idea paso de moda cuando la tasa de resurrecciones con exito se mantuvo en cero durante tanto tiempo. Ademas, la esperanza de vida habia aumentado. Del computo total de congelados, tan solo ciento treinta y dos han sido resucitados. ?A cuantos ha visto usted?
—A ninguno.
—Me lo imaginaba. En cuanto revivi, una de las primeras cosas que hice fue ponerme en contacto con los demas Resucitados. Forman un grupo estrechamente unido.
—No me sorprende. —Drake tambien estaba hablando en ingles, y sentia el tiron en la caja de cambios mental. Era la primera vez que utilizaba ese idioma en casi cuatro anos. Experimento un anhelo por el pasado, tan fuerte e inexplicable como la vida que regresa con la primavera.
Sabia que la respuesta que le habia dado a Melissa Bierly no era del todo sincera. Habia estudiado la base de datos de los Resucitados. No recordaba cuantos habia, pero si que vivian en una colonia propia y pasaban juntos todo su tiempo libre.
—Pero usted es unico —dijo Melissa. Sus ojos taladraban a Drake—. Es usted el unico que no ha establecido contacto con ningun otro.
—?Le han pedido que viniera a verme? —La presencia de la mujer estaba surtiendo un efecto sobre Drake, relajante e irritante al mismo tiempo. Su vestido gris era tan recatado como reveladores eran los exiguos atuendos de Cass Leemu, pero con Melissa Bierly habia una crepitante corriente de tension soterrada. No sabia si era sexual o de cualquier otro tipo. El no la habia generado, y no le gustaba. Pero estaba alli.
La negra melena se agito con firmeza, sin que los ojos de la mujer se apartaran de el.
—Los otros no me han dicho nada, salvo para invitarme a unirme a su grupo. He acudido a usted precisamente a causa de su distanciamiento. Vera, me propongo sacar adelante un proyecto. Quiero ver en que se ha convertido el mundo entero, de polo a polo. No quiero viajar con un grupo. Pero si quiero compania.
Antes incluso de responder, Drake sintio la insidiosa tentacion de su sugerencia. Conocer el mundo tal como era ahora no podria sino aumentar sus posibilidades de exito. Los bancos de datos eran de una vastedad inimaginable, pero estaba claro que no podian contenerlo todo. ?Y si, en algun lugar recondito de la Tierra, existiera algun tipo de informacion que permitiera la salvacion de Ana?
—?Y bien? —Melissa se habia puesto de pie delante de el, con las manos apoyadas en las caderas.