Esas palabras tenian una cara oculta que el no habia sabido apreciar antes. Asumiendo que lo hubieran descargado porque ahora habia una manera de resucitar a Ana, ?a que clase de futuro la estaria trayendo? Seria inmensamente egoista sacar a Ana de su fermata de sueno interminable, si el universo que podia ofrecerle era tan extrano como para imposibilitar el placer y la felicidad.
Bueno, era responsabilidad suya averiguarlo. No le serviria de nada sucumbir al pesimismo. Desde su descarga, daba igual cuan lejos en el futuro estuviera, la red de informacion humana de un tiempo preterito debia de seguir existiendo. Otros humanos, de carne y hueso o en forma electronica, existirian a su vez. Ellos, al igual que el, podrian ser emplazados en una forma clonada de su cuerpo original, cuyo mapa genetico estaria almacenado junto con el contenido de sus mentes y memorias. De modo que su mayor preocupacion seria establecer contacto con esos humanos, en la forma que fuera.
Drake se sento, maldiciendo su debilidad fisica. Su corazon latia desbocado. Seguramente fuera a causa del aire. Olia raro, y tenia que respirar mas deprisa de lo normal. Se dirigio de nuevo hacia la pared del cuarto, decidido esta vez a atravesarla y ver lo que habia al otro lado. Estaba apretando la cabeza contra la barrera cuando una decena de pequenos paraguas cruzaron la membrana desde el otro lado. Sus siseos y picoteos alcanzaron un nuevo nivel de excitacion cuando vieron lo que estaba haciendo. Se apelotonaron delante de el, contra sus manos y antebrazos. Al principio se resistio, pero una docena de refuerzos llego a traves de la pared y sumo sus esfuerzos a los de los demas. Cada uno de los seres portaba una estrecha seccion de lamina transparente y flexible. Uno de ellos ondeo un trozo con apremio delante de Drake.
Intentaban decirle algo. Puesto que lo habian resucitado, lo mas probable era que no desearan hacerle dano. Dejo que lo condujeran al centro del hemisferio y se tendio de espaldas. Cientos de los objetos verdiazules parecidos a insectos surgieron de los paraguas. Cogieron las laminas flexibles y empezaron a distribuirlas alrededor de su cuerpo. Donde se tocaban los bordes, las laminas formaban un sello tirante e invisible.
Drake comprendio por fin lo que se proponian los obreros verdiazules cuando le pusieron una lamina encima del rostro. Hizo ademan de quitarsela de la boca y la nariz, cuando descubrio que habia unos centimetros de espacio libre en esos lugares.
—?Un traje! —gargareo—. ?Estais haciendome un traje?
No esperaba respuesta. Ahora entendia el porque del alboroto cuando intento abrirse paso a traves de la pared de la sala donde estaba tumbado. Hubiera lo que hubiera alli afuera, no podria resistirlo sin proteccion especial. Los paraguas lo sabian. O bien eran inteligentes a su vez, o bien estaban bajo el control de alguna inteligencia. Esa inteligencia terminaria por decirle donde estaba, y hasta donde habia viajado en el futuro.
Empezo a colaborar activamente, levantando los brazos y las piernas para que pudieran poner las laminas en su sitio. Los obreros turquesa trabajaban mas deprisa, correteando a su alrededor para tejer una funda completa alrededor de su cuerpo. Cada dedo, cada oreja, quedo precisa e individualmente envuelta. Estaba nervioso cuando encajo en su sitio el ultimo pedazo, sellando su nuca y su acceso al aire de la sala. El traje solo podia contener aire suficiente para unos cuantos minutos. Se obligo a relajarse. Si no lo querian con vida, ?por que iban a resucitarlo?
No percibio cambio alguno en su respiracion. A modo de experimento hablo de nuevo, sintiendo las cuerdas vocales envaradas y cubiertas de flemas.
—Vale, ?y ahora que?
Al parecer el sonido traspasaba su funda corporal sin dificultad. Los paraguas zumbaron y picotearon a modo de respuesta y se apartaron de el. Los obreros verdiazules volvieron con ellos y desaparecieron por unas pequenas aberturas que habia bajo los extremos de las varillas de los paraguas. Estos se dirigieron a la pared de la sala, donde se detuvieron.
Drake los siguio. Esta vez no hubo objecion cuando empujo la pegajosa membrana. La cruzo.
Ahora entendia por que habian frustrado su anterior intento. Salio a la superficie de una luna o planeta. Era pequeno, con el horizonte a tan solo un kilometro aproximado de distancia. La luz fria e invariable de las estrellas sobre su cabeza indicaba que, si existia algun tipo de atmosfera, era demasiado fina como para respirar.
Otro misterio. La pared membranosa le habia permitido pasar con facilidad, pero no perdia aire. Tampoco parecia haber ningun agujero alli por donde la habia traspasado. La tecnologia seguia avanzando.
Se incorporo con cuidado. Le dolian los tobillos y sentia los pies dormidos. Era dificil mantener el equilibrio. Levanto la vista. El dibujo de las constelaciones le habia parecido desconocido en su resurreccion previa, de modo que era demasiado esperar que fuera a reconocerlas esta vez. De una cosa estaba seguro: habia demasiadas estrellas, miles y miles de ellas. En un cielo tan atestado, a la mente le resultaria complicado formar las antiguas formas imaginarias de osos, dragones, cisnes o cruces.
?Donde estaba? Su convencimiento de haber viajado lejos en el tiempo y el espacio se acrecento. El cielo deberia verse tan abarrotado solo cerca del centro de la galaxia, a treinta mil anos luz de distancia de la Tierra.
O ni siquiera alli. Estas estrellas estaban densamente diseminadas, lo suficiente como para facilitar la vista; pero no tanto como para que no pudieran verse otros objetos mas alla de ellas. En lo alto, a la derecha de Drake, como una sombra tras las estrellas, distinguio una enorme espiral de luz neblinosa. La veia desde arriba y ligeramente apartado de su eje de rotacion.
Se habia preguntado donde estaba. Seguia sin saberlo, pero ahora podia aventurar una hipotesis. Lo primero que penso fue que se encontraba en el denso centro de su galaxia, contemplando alguna otra espiral. Pero no habia ninguna galaxia en espiral tan cerca como aquella; la que veia era brillante y ocupaba una cuarta parte del firmamento. A menos que estuviera en un futuro inimaginablemente lejano, el objeto que flotaba sobre su cabeza debia de ser la galaxia, la que servia de hogar a la Tierra y al Sol. La veia desde un apretado racimo de estrellas que, en terminos intergalacticos, era un vecino cercano, una de las Nubes de Magallanes; densos grupos de miles de millones de estrellas ligadas a la galaxia de forma gravitacional y a un par de cientos de miles de anos luz de distancia.
Eso respondia parcialmente a su otra pregunta: ?Cuando? A menos que se hubiera descubierto algun metodo para viajar mas rapido que la luz, estaba al menos a cientos de miles de anos mas alla del momento de su descarga. Eso, no obstante, representaba un limite menor absoluto. Su instinto, irracionalmente combinado con la sensacion de edad y fatiga infinitas de su cuerpo, intentaba convencerle de que habia viajado muchas decenas de millones de anos en el futuro.
Sus acompanantes, maquinas o criaturas modificadas biologicamente, aguardaban pacientes a su lado. Se conducian con facilidad en el vacio absoluto o casi absoluto. Quiza fueran ellas las «personas» del futuro, dotadas de formas fisicas superiores. Si no descubria la manera de comunicarse con ellas, nunca lo sabria.
No tenian extremidades, ni ojos, ninguna forma visible de transmitir o recibir mensajes. Pero era evidente que podian comunicarse entre si. Todos sus esfuerzos por mantenerlo dentro de la membrana hasta que tuviera un traje habian sido precisamente coordinados.
Se agacho y cogio uno de los pequenos paraguas. Esperaba que no malinterpretaran sus intenciones.
El gesto hizo que le diera vueltas la cabeza. Algo tremendamente extrano le ocurria a su cuerpo resucitado. En lugar de aclimatarse, experimentaba mas dolor e incomodidad a cada instante. Espero a recuperar el equilibrio antes de examinar el paraguas.
Su simetria era septena. Habia siete «varillas» delgadas que radiaban de un punto central. Al final de cada varilla, en la parte superior, habia una pequena mancha mas oscura que brillaba con un verde negruzco. Tenia la estructura redonda de un ojo, o una celula fotoelectrica. Seguramente los paraguas podian verle y se veian entre si. Eso explicaria la coordinacion de sus movimientos.
Debajo de cada varilla habia una pequena abertura, no mayor que una una. No podia examinar facilmente las aberturas en la posicion en que sostenia el paraguas, pero este habia permanecido docil e inmovil en su mano. Le dio la vuelta. No reacciono. Su fondo era liso y uniforme, del mismo color negro que la superficie exterior. En el centro vio otro orificio, mas grande, tan ancho como su pulgar. Ese estaba vacio, pero en la boca de cada uno de los demas agujeros podia distinguir un resplandor verdiazul. Cuando inclino el paraguas para ver mejor, detecto movimiento. Transcurridos unos segundos, una de las maquinas turquesa con forma de insecto se dejo entrever en la boca del orificio.
Extendio la mano y la saco del todo. Su gesto fue casi desesperado. Se sentia peor de lo que pensaba cuando desperto. No tenia sensibilidad en los dedos, y el dolor en sus brazos y piernas parecia extenderse por sus articulaciones. Tambien sentia nauseas. Cuando eructo, un olor pestilente surgio de su estomago e inundo su traje. Era el olor de la carne podrida, el hedor de sus entranas corrompidas.