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El dolor se puede canalizar y concentrar, moldear y malear, dirigir para mostrar con todo detalle algun elemento del mundo. Cuanto mas fuerte es el dolor, mayor puede ser la concentracion.
Pero el panico, el panico que estrangula el corazon y retuerce las entranas, no tiene ninguna cualidad que lo redima. Se disipa en lugar de destilarse. Cuando el panico ciego ruge y estalla, se pierde toda la concentracion.
Drake desperto con ese conocimiento. El terror y el horror le aullaban desde todas direcciones. Desconocia la causa. Peor aun, no sabia como descubrirla. Estaba ciego a todo, sordo a todo salvo al alarido de unas mentes asustadas. Intento poner orden al caos que lo rodeaba y estructurar las preguntas para las que queria respuestas:
Era inutil. Podia formar las preguntas, pero cien mil millones de respuestas atronaban en sus oidos a la vez. Lo decian todo y nada, vectores individuales que se combinaban para arrojar un resultado nulo.
Probo con preguntas distintas:
Cien mil millones de voces contestaron al unisono. La fuerza de la senal era insoportable. Drake hizo un tremendo esfuerzo. Hizo caso omiso del torrente de impresiones procedente de esos incontables millones de mentes accesibles, y miro hacia dentro para crear su propio entorno.
Una habitacion soleada, con ventanas y acogedora. Afuera, la familiar perspectiva de una Bahia de Napoles acariciada por el viento.
Y en la butaca de enfrente, para responder a sus preguntas…
Drake dio un respingo. Habia pensado instintivamente en Ana y alli estaba ella, sentada, esperando. Era la peor eleccion posible. En presencia de Ana, aun con una Ana que el mismo habia creado, seria incapaz de buscar ninguna respuesta. Como los devoradores de loto, se perderia sonando en el tiempo.
?Quien?
El sillon se lleno de gente. Par Leon, Ariel, Melissa Bierly, Trismon Sorel, Milton, Cass Leemu…
Nadie se quedaba. Aparecian, e igual de deprisa se iban.
?Quien?
El perfil del medico era tenue y tembloroso. Ahora su figura se afianzo y estabilizo. Meneo la cabeza con reprobacion.
—Que tonteria, que tonteria mas grande. No me refiero a ti, Drake. Hablo de nosotros. No es culpa tuya, sino nuestra… del compuesto. Tendriamos que haberlo sabido.
—?El que? —Drake vio que era Tom a los treinta, mas esbelto que la version calva y barriguda de su ultimo encuentro.
—Que no deberiamos haberte expuesto de inmediato a nuestra situacion.
El hombre que ocupaba la butaca era tan real, tan tangible, que resultaba imposible pensar en el como en un remolino espectral y evanescente de electrones.
—Al cielo pongo por testigo, hemos hablado largo y tendido de la conmocion temporal. Tenemos amplia experiencia con ella. Cualquiera diria que deberiamos haber aprendido a creer en ella.
—No siento ninguna conmocion temporal.
—La sentiras. ?Insistes en esta forma de interaccion, por cierto? Limitara gravemente la tasa de transferencia de informacion.
—Me las apanare. No podria soportar la otra forma.
—En ese caso, supongo que habra que conformarse. Eso es la conmocion temporal, aunque no te guste el termino. Te acostumbraras a la nueva realidad pasado algun tiempo. Te sugiero que nos tomemos esto con calma. Podriamos darte algunas clases de aclimatacion para que aprendas a estructurar y seleccionar la informacion.
—Estoy listo para seleccionar la informacion ahora, Tom, sin necesidad de aclimatarme. Necesito saber tres cosas. ?Podeis devolverme a Ana? ?Que epoca es? Y ?donde estoy? No me digas que me costara entender o aceptar la verdad. He oido esa frase cada vez que me han resucitado, y siempre he salido adelante.
—Vere lo que puedo hacer. —Tom se retrepo, con su pipa y una cerilla encendida en la mano. Seguia en sus dias de adiccion al tabaco, poco antes de que los serios problemas respiratorios y la contradiccion que suponia el hecho de que un medico practicara lo contrario de lo que predicaba le obligaran a dejar de fumar—. Veras, Drake, algunas de esas preguntas son condenadamente dificiles de responder.
—Pensaba que eran elementales.
—Bueno, vuelves a preguntar por la epoca. Se a lo que te refieres: ?Cuantos anos han pasado desde que te descargamos en los bancos de datos? Pero debes darte cuenta de que, con la gente volando por toda la galaxia, u operando en forma electronica, o sentada en fuertes campos gravitacionales, el reloj de cada uno va a su ritmo. Ahora empleamos una tecnica completamente distinta para describir el tiempo. Si te explicara como funciona, no significaria nada para ti. Te dare una respuesta, te lo prometo. Encontrare la manera de mostrartelo. Pero, por ahora, te dire que con independencia de la forma en que midas el tiempo, ha transcurrido mucho en comparacion con tus anteriores letargos.
—?Y Ana?
—Lo siento. Desde la ultima vez no ha habido ningun cambio importante. Hemos confirmado la naturaleza cerrada del universo, de modo que cabe la posibilidad de una resurreccion definitiva cerca del Punto Omega, en un futuro muy, muy lejano. Hoy por hoy, no podemos hacer nada por ella.
—?Entonces por que estoy despierto, y no latente en el continente electronico? ?Se te ha olvidado lo que te dije?
—En absoluto. Hemos respetado tus deseos durante mucho tiempo… demasiado, tal vez. Pero nosotros tambien tenemos problemas. Nuestras necesidades han alcanzado finalmente un grado de perentoriedad que no podemos ignorar. Mas concretamente, si no resolvemos nuestro problema, tus necesidades y ruegos pasaran a ser algo academico. Tenemos que salvarnos nosotros si queremos salvarte a ti.
Las palabras de Tom Lambert estaban aumentando la perplejidad de Drake. Podia imaginarse que el compuesto tuviera problemas; pero tambien debia de tener a su disposicion inimaginables herramientas y recursos. A Drake le costaba imaginar de que modo podia cambiar nada su resurreccion e intervencion. Si en el pasado ya era un fosil viviente, ahora no era ni siquiera eso.
—No entiendo que tiene que ver vuestro problema conmigo, Tom. Ni que tengo que ver yo con el. Pero creo que lo mejor sera que me lo expliques.
—Eso pienso hacer. Y creeme, es un problema, un problema endiablado, nada que ver contigo o con Ana. Hemos superado los limites de la desesperacion. Para serte sincero, eres nuestra ultima esperanza, y es una apuesta arriesgada. Una apuesta condenadamente arriesgada. Necesitamos nuevas ideas. O mejor dicho, viejas