por aquellas regiones donde los humanos tenian colonias. Por logica tendria que ser al reves; la resistencia de las colonias deberia frenar a los Shiva. En cambio, les daba alas. La politica de huida, abandonar un mundo antes de la llegada prevista del Shiva, habia demostrado ser la mejor defensa para otras colonias.

Y eso era todo; la suma total de cuanto habian averiguado tras cincuenta millones de anos de esfuerzos y millones de sistemas estelares perdidos. La buena noticia, si se podia llamar asi, era que habrian de pasar unos cuantos miles de millones de anos mas antes de que la galaxia entera formara parte de la Zona Silenciosa.

Drake se pregunto que sugerir a continuacion a los compuestos. ?Que la humanidad, en todas sus formas, debia huir a otra galaxia?

Una huida universal no parecia algo factible, aunque resultara psicologicamente aceptable.

Volco toda su atencion en una sola pregunta: ?Habia algo, cualquier cosa, que no hubieran intentando ya? Solo se le ocurria una cosa. Habian enviado colonias especialmente entrenadas a mundos que en los proximos siglos o milenios serian candidatos a sucumbir frente al Shiva. Se habia hecho con entidades organicas e inorganicas aisladas, y con compuestos, y el resultado siempre era el mismo: las colonias informaban de que todo era correcto, todo iba bien, ningun problema. Hasta el dia en que enmudecian.

Pero he aqui algo curioso: los mundos distantes no resultaban afectados. La influencia del Shiva era un efecto local. Si hubiera alguna manera de acercarse lo suficiente para observar un mundo en el momento de perderse, pero manteniendose al mismo tiempo lo bastante alejado como para que el observador no fuera engullido por el silencio, quiza la humanidad pudiera descubrir algo nuevo.

Eso conducia a otro pensamiento: ?Era posible que no acudieran lo suficientemente pronto a los mundos en peligro? Quiza se dieran cambios a largo plazo, sutiles advertencias de la llegada del Shiva, que los observadores de Drake no percibian porque no llevaban el tiempo suficiente viviendo en el planeta.

?Que tipo de indicadores eran plausibles? No sabria decirlo. Eras glaciales, variaciones en la duracion de las estaciones, movimiento de los casquetes polares, inversion de la polaridad de los campos magneticos, terremotos, modificaciones fisiologicas de los individuos a nivel celular, cambios homeostaticos… podia ser cualquier cosa. Pese a todos sus estudios, no era, ni lo seria nunca, un cientifico.

Pero se le ocurria una forma de poner a prueba su idea. Encarnarse en alguien, en una forma de vida prolongada. Hacer miles de copias de si mismo, organicas e inorganicas. Enviar una copia a cada mundo, mucho antes de que se anticipara la llegada del Shiva. Encargar a cada una que esperara, observara y se preparara. Pedirles que tuvieran paciencia. Ordenarles que informaran de cualquier anomalia, por pequena que fuera.

Drake llego a otra conclusion. Estaba pensando en «el», y no era dificil darse cuenta del porque. ?Como podia pedir a nadie que soportara una espera interminable, sobre todo cuando esta, seguramente, culminaria con su extincion definitiva?

No era ningun «el» indefinido. Era Drake.

No podia ser nadie mas que Drake. Tenia que ser el. Se prepararia y enviaria copias de si mismo. Al mismo tiempo, estaria en el cuartel general y controlaria todos los mensajes que llegaran. Y algun dia, antes de que enmudeciera la galaxia entera, puede que los Drakes de alli y el Drake de aqui descubrieran algo util.

Debia hacerse algo mas. Debia ocultarse una informacion crucial a todas las copias de Drake que descendieran a cada planeta.

Consultaria con Cass la manera de conseguirlo.

Drake extendio los pies en la superficie pantanosa y levanto la cabeza para echar un ultimo vistazo a la nave espacial. Era complicado, no solo porque el tamano aparente de la nave era cada vez menor, sino porque a medida que ascendia disminuia la tasa de movimiento en el cielo. Drake estaba encarnado en una forma nativa llamada mander. Sus ojos eran como los de una rana, adecuados para ver objetos que se movieran rapidamente, menos eficaces a la hora de divisar algo inmovil.

Un ultimo vistazo y la nave desaparecio. La vista humana podria seguirla, pero Drake no. Daba igual. Sabia donde estaba y donde se iba a quedar, muy por encima de la atmosfera en una orbita polar de observacion.

Miro en rededor. Este planeta, Lukoris, era su nuevo hogar. Haria bien en acostumbrarse a el, porque iba a pasar aqui mucho tiempo. Medio millon de anos no parecia gran cosa… si se decia deprisa. Era probable que transcurrieran entre trescientos y quinientos mil anos antes de que llegara el Shiva. Medio millon de anos de espera, antes de que este mundo entrara a formar parte de la creciente Zona Silenciosa.

Lo primero seria comprender y sentirse a gusto en su propio cuerpo. Hacia menos de diez minutos que lo habian animado, mientras la nave se preparaba para partir. Drake examino la fisiologia del mander con no poca curiosidad. Se suponia que iba a vivir de esa guisa, despierto o dormido, durante mil vidas humanas. Segun los compuestos, este cuerpo nunca envejeceria ni se desgastaria. Aunque permaneciera consciente continuamente, lo cual no era el plan, el mander se conservaria tan fuerte y agil como hoy dentro de un millon de anos.

?Como era posible tal cosa? Aunque quiza la pregunta adecuada fuera: ?Por que no? ?Por que envejecian los organismos, para empezar?

La respuesta se habia descubierto hacia mucho, mucho tiempo, seguida rapidamente de los protocolos de longevidad. La muerte por envejecimiento era un anacronismo casi olvidado. Pero nada de eso explicaba, de forma que Drake pudiera entender, por que envejecian los seres, ni como la ciencia actual podia prolongar la edad indefinidamente.

Era como tantas otras cosas cientificas: importante, util y un completo misterio.

Drake reanudo la inspeccion de su cuerpo. Esta era, segun el especialista en alienigenas Milton, la forma mas aproximada a la humana de todo el planeta. Costaba creerlo.

Drake examino los pies del mander. Eran grandes y palmeados. Las patas eran largas y musculosas, ideales para dar grandes saltos sin perder el equilibrio. Si nada como una rana, salta como una rana y ve como una rana…

Saco una de sus dos lenguas. Era corta y no pegajosa ni con forma de porra. Ya lo sabia, intelectualmente, pero queria cerciorarse.

En otros aspectos el cuerpo del mander no parecia batracio en absoluto. Su piel era seca y suave al tacto, y estaba cubierta de un material semejante al aterciopelado pelaje de un topo. Sus dos bocas no estaban en la cabeza, donde se arracimaban los organos sensoriales, sino una a cada lado del torso, bajo las aperturas nasales. Tenia el cerebro situado entre ellas, alojado en el interior de su pecho y protegido por anillos de placas oseas. No habia nada que pudiera alcanzarlo sin matarlo antes.

Su encarnacion no era, segun Milton, la forma de vida mas inteligente del planeta Lukoris. Ese puesto lo ocupaba un monstruoso depredador volador conocido como sphexbat, una criatura que rozaba la consciencia de si mismo y cabalgaba las permanentes corrientes termicas alrededor de los riscos y los precipicios verticales de Lukoris, sin aterrizar para comer ni aparearse. La cria del sphexbat se desarrollaba dentro de la cavidad corporal del progenitor hasta el dia en que era expulsado, para volar o morir en el intento. La tasa de mutacion de Lukoris era elevada. Las probabilidades de supervivencia de los sphexbats jovenes no superaban el treinta por ciento.

A Drake le interesaban los animales principalmente porque estos estaban interesados en el; los manders eran uno de los platos favoritos del sphexbat. Un cuerpo inmortal solo lo era a efectos del envejecimiento. Todavia podian matarlo. El, evidentemente, podia ser reencarnado, pero la muerte a manos de un sphexbat sonaba extraordinariamente desagradable. Los sphexbats no se abalanzaban en picado sobre su presa para llevarsela por los aires, como las rapaces de la Tierra. Primero efectuaban una pasada a baja altura, segregando una fina neblina de vapor neurotoxico por las glandulas que tenian en la base de las alas. La cobertura que ofrecia la vegetacion no era suficiente. Cualquier mander que inhalara la niebla no moriria, sino que sentiria el impulso de salir al descubierto y quedarse alli paralizado. El sphexbat que regresara al final del dia para realizar su segunda batida encontraria a su presa viva y consciente pero incapaz de moverse. La victima era abducida de la superficie y consumida a placer. Los sphexbats tenian despensas vivas en las elevadas cornisas de piedra, donde un mander —o Drake— podia aguardar despierto e inmovilizado durante varios dias.

El peligro de sufrir el ataque de un sphexbat era un problema potencial en la superficie, pero no era ahi donde Drake planeaba pasar la mayor parte de su tiempo. Nadie podia vivir solo y consciente durante un millon de anos, ya fuera en su propio cuerpo o en otro, sin perder la cordura. Drake estaria principalmente en el fondo del pantano con los demas manders, a diez metros de profundidad, aletargado y a salvo de cualquier ataque. Su especie estivaba con regularidad.

Lo que ocurriera en la superficie no seria ignorado. Una red de instrumentos grabarian los datos hasta que Drake volviera a la superficie. Esa informacion complementaria las observaciones de la nave orbital.

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