pasado y el presente. La llegada del Shiva marcaria un punto de inflexion en la linea temporal, un momento en el que futuro y pasado quedarian discontinuamente conectados.

Reanudo su meticulosa inspeccion de Lukoris en todos sus aspectos.

Una y otra vez.

Los inviernos se sucedieron, uno tras otro tras otro, hasta que Drake dejo de verlos en su mente como hechos unicos y empezo a considerarlos un largo continuo de cambio insignificante. Si los veranos le parecian mas memorables, era tan solo porque estaba despierto mas raramente. Formaban desagradables puntos de informacion, en los que casi todo Lukoris experimentaba unas condiciones de calor y sequedad que el cuerpo del mander apenas si podia resistir. Drake tenia la impresion de que debia complementar los instrumentos de grabacion de la superficie y en orbita con exploraciones de campo tanto en verano como en invierno, pero no resultaba sencillo. Los cambios efectuados en el cuerpo del mander permitian que estuviera despierto, si, pero a cierto nivel no se le escapaba la realidad. Conforme subian las temperaturas, hasta la ultima celula de su cuerpo ansiaba estar a diez metros bajo tierra, cobijado en la fria y serena oscuridad.

Una y otra vez.

Ano tras ano, invierno tras invierno, verano tras verano. La posible llegada del Shiva adquiria tintes de leyenda antigua. En su mente, la confrontacion definitiva era el Armagedon, el Ragnarok, el Dies Irae, el Fimbulwinter, la Ultima Trompeta. No se produciria nunca. No llegaria jamas.

Hasta que, de repente, se produjo.

Drake salio una manana de su umbrosa guarida, como hiciera antes quinientas o mil veces. Las lluvias habian cesado y el aire era agradablemente fresco. Antes incluso de perder su caparazon defensivo, supo que ocurria algo extrano.

No se trataba de un simple cambio pequeno y aislado; los cambios estaban por todas partes.

Miro al cielo. El firmamento de finales de verano de Lukoris mostraba por lo general un tinte amarillo sucio. Hoy era de un pristino azul, rayado con un delicado dibujo en espiga de nubes rosas y blancas. El aire era limpido, y a lo lejos se divisaban las colinas. No las vertiginosas alturas que senoreaban escarpadas sobre la llanura circundante, sino suaves pendientes moteadas de una vegetacion verde claro y pequenos sotos de arboles de rugosa corteza.

En Lukoris nunca habia habido arboles. Tan solo plantas de lento crecimiento que cubrian los inacabables pantanos y formaban tupidas alfombras sobre las extensiones de agua oscura.

Los pantanos.

?Donde estaba entonces la fria sensacion del cieno?

Drake miro hacia abajo. Deberia ver una cobertura de algas y charcos legamosos, no las espigadas briznas de hierba y los macizos de azules flores silvestres que se extendian a sus pies. Y esos pies deberian ser anchos, grises y palmeados, no rosados y dotados de cinco dedos.

Inhalo hondo. Olio a lavanda, a tomillo y a rosas.

Levanto la cabeza y vio que alguien caminaba hacia el por el verde tapiz de hierba. Su cabello brillaba como el oro a la luz del sol y se movia con la antigua gracia familiar de los perfectamente sanos. No hablo, pero sus labios rojos sonrieron a modo de saludo. Cuando lo abrazo Drake supo donde estaba.

Su larga busqueda habia terminado. Estaba en el Paraiso, y la unica persona que alguna vez habia querido o necesitado estaba alli para compartirlo con el.

El cuerpo del mander habia sido modificado de maneras deliberadamente ocultas para Drake. A lo largo de todos aquellos dias y noches en Lukoris, se habia enviado sin que el lo supiera un informe continuo de su condicion y sus actos, procedente del modulo de memoria aumentada de su cerebro de mander, con destino a la nave orbital y de ahi al lejano cuartel general.

Cuando empezo el comportamiento anomalo en la superficie, la copia de Drake que existia en formato electronico a bordo de la nave no se detuvo a realizar analisis ni a buscar explicaciones. No intento enviar una senal superluminica, que tantas veces en el pasado habia fracasado cuando estaba el Shiva de por medio. En vez de eso, activo la cesura.

Llevaba cerca de la nave, preparada y aguardando este momento, mas de medio millon de anos. Al interior de la cesura, una tras otra, fueron a parar los diez millones de copias distintas de cada observacion realizada en Lukoris, hasta el ultimo segundo.

La nave entera y su copia de Drake entrarian a su vez en la cesura. Resultaba casi irresistiblemente tentador esperar e intentar averiguar que habia sucedido; al parecer Drake estaba alli abajo, en la superficie de Lukoris, con Ana, milagrosamente devuelta a el.

Pero esperar era demasiado arriesgado. El Drake en orbita debia asumir que el Shiva pronto encontraria y aprenderia a utilizar todo lo que se quedara atras, igual que habia empleado otras defensas planetarias contra la humanidad. La nave y el debian correr la misma suerte que los paquetes de informacion. Inmediatamente despues de eso, la cesura se cerraria.

En los milisegundos previos a la entrada de la nave en la cesura, Drake intuyo lo que era y lo que hacia el Shiva. No habia tiempo para intentar enviar otro mensaje. Tan solo podia esperar que el Drake Merlin del cuartel general llegara a la misma conclusion.

Diez millones de conjuntos de datos habian abandonado la nave para trasladarse, no al espacio, donde podrian interceptarlos, sino completamente fuera del mismo. Ni siquiera el Shiva seria capaz de seguir la pista de algo a traves de una cesura ni de evitar el transito.

Drake conocia las probabilidades. Los compuestos las habian calculado hacia miles de millones de anos. Cabia una posibilidad entre 969.119 de que uno solo de esos conjuntos de datos llegara a su destino en el cuartel general. La misma probabilidad minuscula de que la nave y el propio Drake llegaran alli. En todos los demas casos, casi con toda seguridad, Drake se desvaneceria completamente del universo y experimentaria una muerte impredecible.

Pero se habian enviado diez millones de paquetes de informacion sobre Lukoris al interior de la cesura. Eso cambiaba por completo las posibilidades. La probabilidad de que uno o mas de ellos llegaran al cuartel general era alta: de hecho, solo habia una probabilidad entre treinta mil de que ningun conjunto de datos en absoluto llegara a su destino.

Era una apuesta aceptable. La certidumbre seria preferible; pero en el universo escaseaban las certidumbres.

Drake espero, tranquilo y sorprendentemente satisfecho, a que la cesura engullera la nave y lo arrojara al olvido.

23

«El viento arrecia, muchachos, el viento arrecia. Oh, que agradable caminar al frente, senor, cuando el viento arrecia»

Por fin.

Despues de cientos de millones de anos y cientos de miles de millones de intentos, Drake y su equipo tenian algo con lo que trabajar.

Ese algo apenas si tenia sentido, desde luego. El grupo reunido en la Sala de Guerra estaba revisando ocho copias de informes de datos, todos ellos identicos, que habian llegado a traves de la cesura.

—Es perfectamente consistente con las estadisticas —senalo Cass Leemu—. Habia un diez por ciento de

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