—Quiza. Seria bonito creer en esa posibilidad. —Drake jadeaba con la espalda pegada a la pared del edificio. Enarbolo su barrote de metal, lo unico a lo que podia aferrarse. Las antorchas se acercaban, agolpandose para formar un apretado anillo en el que no veia ningun hueco—. Quedate hasta que muera y luego vete.

Estaban mas cerca. Sus cuerpos alargados resplandecian con un tono naranja claro a la neblinosa luz de las antorchas que sujetaban unas extremidades aracnidas. Podia ver sus afiladas tenazas. Eran lo bastante grandes como para abarcar su cabeza entera. Levanto la barra metalica, sopesandola en sus manos.

—Deseame suerte. —Inspiro hondo por la boca—. Ya falta poco.

Interludio: El holandes

Las naves de observacion habian sido disenadas por Cass Leemu y Mel Bradley con sumo cuidado e ingenuidad. Debian ser capaces de sobrevivir sin servicios externos ni mantenimiento hasta un millon de anos en orbita, sin dejar de realizar continuadas observaciones y analisis. Debian ser autosuficientes por completo, capaces de extraer la energia que necesitaran de casi cualquier fuente. Debian contener informacion almacenada suficiente para responder a cualquier pregunta que pudiera hacerles una copia de Drake Merlin, encarnado en la superficie de un planeta y aguardando la llegada del Shiva.

Los compuestos representados por Cass y Mel habian volcado atencion e ingenio en su trabajo, pero sin adornos. No habian incluido ningun rasgo que pudiera resultar superfluo en un escenario determinado.

De modo que no se habia trazado ningun plan que previera la supervivencia de una nave a su transito por una cesura. Ninguna nave habia sido disenada para funcionar en galaxias alejadas del control y la influencia de la humanidad. No se habia incluido aptitud alguna que permitiera la produccion a bordo de maquinas auto- replicantes. El diseno garantizaba que una nave cualquiera pudiera funcionar durante millones de anos, pero no durante miles de millones sin especificar.

Cass y Mel, cediendo ante la insistencia de Drake, solo habian rebasado los limites de las necesidades razonables y previsibles en un aspecto. Los primeros humanos, tiempo ha, habian salido de las cuevas de la Tierra del Pleistoceno con cerebros lo suficientemente grandes como para escribir sonetos, inventar y jugar al ajedrez, componer fugas y resolver ecuaciones diferenciales parciales. No les hacian falta estas aptitudes en un mundo donde la caza, la recoleccion de alimento, la procreacion y el cuidado de los retonos parecian las unicas constantes invariables. Pero disponer de un cerebro mayor que la necesidad habia demostrado ser una ventaja. Quiza volviera a ser necesario. Drake queria que cada una de las naves fuera no solo consciente de si, sino ademas lo bastante inteligente como para considerar las posibles consecuencias de sus instrucciones y sus propios actos.

Esta nave habia recibido unas instrucciones inusuales y especificas: Buscar una civilizacion que conociera el viaje espacial. A continuacion, sacar a Drake de su letargo para interactuar con lo que fuera que se habia encontrado, si es que habia algo. En caso de no localizarse ninguna inteligencia capaz de viajar en el espacio dentro de esta galaxia, construir un detector de senales superluminicas. Drake tendria que ser despertado de su letargo y encarnado para ayudar con esta tarea, puesto que la nave carecia de los robots especializados que requerian una construccion a escala espacial.

Las instrucciones implicaban varios imperativos anadidos. Para empezar, la nave debia sobrevivir. Debia hacer lo que fuera necesario para garantizar su actividad continuada. Debia, ademas, tener paciencia.

La nave vagaba sola por el mar de estrellas. Era imposible que aterrizara en un cuerpo mayor que un asteroide pequeno. Su propio peso destruiria su fragil estructura. Una copia de Drake Merlin, mucho mas robusta, se podria descargar en un cuerpo organico mientras la nave orbitaba alrededor de un planeta y aterrizaba en el, pero era imposible construir un detector de ondas-S de gran tamano en una superficie planetaria.

A la nave no le resultaria complicado permanecer en condiciones activas. Los materiales precisos para su auto-renovacion abundaban alrededor de muchas estrellas y en las nubes de polvo diseminadas por los brazos en espiral.

En cualquier caso, ese no seria el problema.

La nave encontro una pista abierta en la galaxia y la siguio, lejos de los perturbadores efectos de soles, singularidades y nubes de polvo. Realizo su metodico analisis: ochenta y ocho mil millones de estrellas en esta galaxia; tan solo doscientos objetivos como fuentes de inteligencia en potencia; un cincuenta y ocho por ciento de los mismos ya eliminados mediante la inspeccion directa. Examinar el resto seria una tarea sencilla, aunque prolongada. La nave podia ocuparse de ella, sin duda.

Ahora bien, supongamos que la busqueda fuera infructuosa, que no se encontrara vida inteligente capaz de viajar al espacio, que fuera preciso dar el siguiente paso. En ese caso, la escala temporal de la accion se expandia enormemente. Los anos pasaban de contarse por millones a miles de millones. Construir un detector de ondas-S —uno lo suficientemente grande como para asomarse a los confines del espacio— era una tarea monstruosa. Drake Merlin, en el momento de dar sus ultimas instrucciones desde la nublada superficie del planeta, no sabia lo que estaba pidiendo.

Pero la nave si.

Tambien sabia que no tenia eleccion. Al contrario que los humanos, el cerebro de una nave no podia elegir la auto-eliminacion.

Mientras la nave calculaba la trayectoria a la siguiente estrella objetivo, cartografio la secuencia precisa de sus futuras acciones en caso de que la busqueda actual no se saldara con el hallazgo del tipo de vida inteligente adecuado.

Encontrar la clase exacta de nube de polvo, lo suficientemente proxima a una supernova reciente como para ser rica en los elementos pesados necesarios. Encarnar a Drake Merlin, no una sola vez, sino en cientos o miles o millones de copias —Sin pensar jamas en su posible destino—. Utilizar los merlines, individualmente y trabajando al unisono, como mano de obra. A falta de robots inteligentes, los merlines deberian explotar la nube de polvo, construir las instalaciones de produccion espacial, dar forma a las antenas y extenderlas por el espacio en la configuracion exacta que exigia la deteccion de senales procedentes de fuentes de ondas-S.

Se podia hacer. La nave preveia obstaculos practicos —debia administrar bien su limitado impulso, planeando con los motores apagados durante miles de anos entre estrellas objetivo, aprovechando hasta el ultimo campo de fuerza natural y viento de particulas de la galaxia— pero no habia nada imposible.

A excepcion, quiza, del tiempo que requeriria todo esto.

La nave hizo los calculos y contemplo los resultados. No podia suspirar ni torcer el gesto, pero deseo que fuera posible regresar junto a Drake Merlin en los ultimos momentos antes de que la horda de fantasmas blancos se abalanzara sobre el, y preguntarle si era esto realmente lo que queria.

Conocia la respuesta a esa pregunta. La base de datos de a bordo lo dejaba bien claro: Drake Merlin no queria nada de todo esto. Queria a su esposa perdida. Las probabilidades en contra de eso hacian que todos los calculos de la nave parecieran halagadores en comparacion.

Se apunto la siguiente estrella objetivo, se computo y preparo la ruta de vuelo mas economica. No habia ningun motivo para prolongar la espera.

La nave emprendio su viaje de miles de millones de anos, surcando los inagotables vientos de una galaxia indiferente.

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«Lejos, lejos de la vispera y del manana y de aquel cielo que sostenian doce vientos»
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