acercando. Cuando llego a la altura de Saez se detuvo. En su interior se encendio una pequena lucecita. Vio dos camisas azules y un tipo uniformado. Llevaba varias estrellas en los galones, aunque no pudo ver bien su graduacion. El falangista, rechoncho y de lentos movimientos, subio al coche y desaparecieron. ?Que estaba pasando alli? ?Por que se reunia Saez de esa forma, en secreto, con militares y falangistas? ?Que era aquello? ?Conspiraban o solo se iban de putas? La situacion en Cuelgamuros habia terminado por convertirse en un rompecabezas imposible de resolver. Alguien habia matado a Abenza. Higinio habia ayudado al asesino a falsificar el recuento y habia terminado siendo asesinado por ello. El crio, que parecia saber algo, habia fallecido en un accidente y el Julian, que probablemente habia robado las ampollas con que el asesino habia sobornado a Higinio, habia aparecido tieso por una sobredosis de morfina. Todo eran accidentes, desgracias, demasiadas para ser fruto de la coincidencia.
El asesino habia intentado desviar su atencion incriminando al jefe de los anarquistas, Perales, con una nota falsa. Era listo. Se habian producido tensiones entre anarquistas y comunistas por el asunto de la fuga de los dos presos de los que, de momento, nada se sabia. ?Por que no querian los comunistas que los anarquistas llevaran a cabo la fuga? ?Preparaban ellos otra?
?Por que estaba Tornell tan raro? ?Era solo por la muerte del Julian? ?No seria este un simple adicto, metido en una trama de trafico de morfina para asegurarse el suministro, que habia terminado matando a los demas al verse descubierto? Tornell se quitaba de en medio y el habia perdido todo control sobre el asunto. Aquello era demasiado complejo, su mente no entendia, estaba perdido. Decidio volver a casa y se fue a la cama. Paso una mala noche, agitada. Desperto pronto y se fue al comedor a desayunar. Cuando salia se encontro con el senor Liceran.
– ?Consiguio hablar usted con Tornell? ?Han arreglado las cosas?
– Si -dijo-. Anoche hablamos. Habia intentado hacerlo a mediodia pero no pude encontrarlo y…
– Si, estuvo comiendo con un amigo suyo del frente, en el deposito de explosivos.
– ?Como? -pregunto al recordar que su amigo le habia dicho que habia estado leyendo cartas a los presos. Habia mentido.
– Si, si, a la hora de la comida lo vi comiendo donde el deposito. Me parecio raro verle por alli y le pregunte. Me dijo que habia ido a ver a un viejo amigo.
– Berruezo.
– No, no, ese trabaja con nosotros. Era otro.
– Ya.
– Bueno, pero lo importante es que ustedes se hayan arreglado.
– Si, claro, no se preocupe -se escucho responder quitando importancia al asunto.
Lo vio alejarse y quedo pensativo. ?Por que le habia mentido Tornell?
?Que se le habia perdido donde los explosivos? ?Habia encontrado alguna nueva pista y no le habia dicho nada? Penso que, a aquella hora, los presos ya estaban en el tajo y tomo una de sus tipicas decisiones, impulsiva, inconsciente. Se encamino al barracon de Tornell. Estaba vacio. Fue directo al camastro de su amigo. Se tumbo y miro debajo. Quiza actuaba asi por instinto, porque ni siquiera sentia remordimientos por violar su intimidad. Levanto el colchon -si es que a aquello se le podia llamar asi- y lo echo a un lado. Nada. Aparto el catre de una patada, enfadado, harto, fuera de si, y entonces lo vio: un tablon raro, una interrupcion en el color de la madera que, normalmente, quedaba oculto por el lecho. Quito la tabla rapidamente; dentro, un diario. Bueno, mejor, una libreta que hacia las veces de diario. Lo abrio. Rezaba: «Cuelgamuros, 10 de octubre de 1943. He vuelto a la vida. Despues de tanto tiempo mi cuerpo comienza a reaccionar, a recuperar el tiempo perdido y a sobreponerse al castigo…». Mas tarde supo que habia hecho bien en leerlo.
Tornell estaba de muy mal humor y sabia por que. Hacia un frio de mil demonios y Tote no podria ir a verle de nuevo hasta despues de Navidad, que era tanto como decir que no volveria a verla. Al menos si las cosas transcurrian como el esperaba. Para colmo se habia distanciado de Roberto, a proposito, y eso le molestaba. Sabia que Roberto se habia comportado como un animal durante la guerra, que habia matado a mucha gente, republicanos como el… pero, a diferencia de otros sabia que lo habia hecho en combate. Era consciente de que, a veces, en la vida, cuando todo sale mal, comienza a experimentarse la sensacion de que todo esta negro, de que no hay futuro alguno y eso hace que te hundas. Algo asi le estaba ocurriendo a el. Quiza era porque veia cerca el objetivo que le habia permitido sobrevivir en los campos: «un dia menos para lograrlo», se decia cuando se sentia morir por esas prisiones de Dios. Quiza. ?Por que se habia metido en aquella investigacion? Las pesquisas, las preguntas y la sempiterna presencia de Aleman no eran sino obstaculos para su verdadero objetivo. ?Por que habia cometido ese error?
No habia vuelto a hablar con Aleman. Le evitaba. Desde la muerte del Julian no habia sabido por donde seguir con el caso. Habia hecho algunas preguntas sobre el asunto de la morfina mas que nada pero nadie estaba al tanto. El asesino se habia salido con la suya. Le parecia evidente que era alguien importante, con mando, porque si no… ?como iba a ser tan atrevido? Aunque, ?por que iba alguien importante a tomarse tantas molestias en acabar con varios presos si podria enviarlos a morir a un campo o a una carcel? O simplemente hacerlos fusilar por cualquier excusa… No, no tenia sentido.
Franco llegaria el dia 25 a una misa en la cripta. En aquella cueva que, de momento, no era mas que un agujero arrancado al granito. Vendrian muchos prebostes con el. Maldicion. Roberto le habia ayudado cuando no tenia por que hacerlo. Era la unica persona que le habia apoyado -al menos de entre sus captores- desde aquel desgraciado dia en que cayo prisionero. La unica persona del otro bando que le habia tratado con humanidad. ?Porque queria que le ensenara a llorar! Que cosas… Era como un nino grande. Un idiota. Estaba loco, como una cabra. Era evidente que su paso por la checa de Fomento le habia dejado tarado, aunque, en las ultimas semanas habia cambiado, si. Se habia portado bien con el, como un hermano. ?Por que? No lo sabia. Pero no le gustaba; ahora se sentia en deuda con el y eso no era bueno. ?Que pasaria con Aleman cuando todo acabara? Cuando su asunto hiciera crisis. Nada bueno. Sabia que Aleman se habia conducido como una bestia en la guerra, pero ahora conocia su historia como el era consciente de la suya. El le entendia y Aleman le entendia a el. A buenas horas. Quiza, si le hubiera conocido antes las cosas habrian sido distintas. Aleman era un joven que no se metia en politica y que acabo en una checa. Termino luchando en el bando nacional porque mataron a su familia, a todos. Estaba enfermo de odio. Queria morir.
Ahora estaba ilusionado y se alegraba por el. Se iba a casar y retomaria sus estudios. Aunque sonara raro, aunque fuera dificil de comprender, ayudando a otros se habia salvado para convertirse -quiza lo era antes- en una buena persona. Por eso le apreciaba, le estimaba, y era por eso que se sentia mal, como un traidor, un mierda. El era, en el fondo, como Roberto; pero Aleman hacia progresos, se curaba. Juan Antonio seguia enfermo de odio, los odiaba a todos, por lo que le hicieron, por lo que vio en los campos. Le parecia curioso que Aleman se creyera enfermo, cuando estaba, sin darse cuenta, dejando de odiar y el, en cambio, no podia olvidar lo que le habian hecho. Nunca. Sabia que odiaba y mucho, pero con razon. Y para terminar de complicar las cosas, todo habia cambiado. Era consciente de que ahora se abria ante el la posibilidad de una nueva vida. Reduciendo pena con el invento de ese maldito jesuita, Perez del Pulgar, sabia que saldria de alli a lo sumo en cinco anos. Aleman queria ayudarle, era probable que lograra sacarle incluso antes y Tote le esperaba, aunque… no podia… no. Resultaria mas facil aceptar aquella oportunidad, salir de alli y empezar una nueva vida. Pero se habia comprometido. Habia dado su palabra y no queria incumplirla. ?Como iba a imaginar en la profundidad de aquella celda que las cosas iban a cambiar asi?
Por eso hacia dias que no hablaba con Aleman. Por eso le evitaba, porque se sentia mal al saber como le iba a pagar lo mucho que habia intentado ayudarle. ?Como podia tener un amigo fascista? No. El no era un fascista ni nunca lo habia sido, se decia a si mismo. Era un hombre al que arrollo un tren, como a el, como a todos, esa maldita guerra que cada vez se le mostraba mas claramente como un gran error. ?No hay acaso otras maneras de arreglar las cosas que matarse?
No podia tomar lo que Aleman le ofrecia, no podia, no. Era imposible. Siempre fue un tipo tozudo. Le costaba mucho trabajo replantearse las decisiones importantes una vez tomadas. No podia, simplemente, olvidar y seguir hacia delante. ?Que le pasaria a Aleman cuando todo se supiera? Lo fusilarian. Peor, primero lo torturarian para ver que sabia. No quiso pensar en ello, como le decian en la Casa, no se puede hacer una tortilla sin romper unos huevos.