alegre desde un balneario costero. Hay momentos en que desea que Dora Charlesworth existiera de verdad. Pero no conoce chicas. Ninguna visita la casa; Maud no tiene amigas con las que podria entablar relacion. A Greenway y Stentson les gusta vanagloriarse de sus experiencias en la materia, pero George duda muchas veces de lo que cuentan y se alegra de haberlos perdido de vista. Cuando come sus bocadillos, sentado en el banco de St. Philip's Place, admira a las muchachas que pasan; a veces recuerda una cara y la ansia de noche, mientras su padre grune y resopla a unos pasos de distancia. George conoce bien los pecados de la carne, tal como los enumera el capitulo 5 de la Epistola a los Galatas: comienzan con el adulterio, la fornicacion, la impureza y la lascivia. Pero no cree que sus callados anhelos entren dentro de las dos ultimas rubricas.

Un dia se casara. Adquirira no solo un reloj con leontina sino tambien un socio y quiza un pasante, y despues una esposa, hijos y una casa en cuya compra utilizara toda su ciencia sobre propiedad inmobiliaria. Ya se ve hablando, durante el almuerzo, de la ley de venta de bienes de 1893 con los socios principales de otros bufetes de Birmingham. Escuchan con respeto el resumen que hace sobre el modo en que se esta interpretando esta ley y exclaman «?El buenazo de George!» cuando extiende la mano hacia la cuenta. No sabe con exactitud como se llega de un punto a otro: si adquieres una esposa y despues una casa o una casa y despues una esposa. Pero se imagina que estas cosas ocurren, en virtud de un proceso que aun no le ha sido revelado. Ambas adquisiciones, por supuesto, exigen su partida de Wyrley. No interroga a su padre al respecto. Tampoco le pregunta por que sigue cerrando con llave la puerta del dormitorio por la noche.

Cuando Horace se marcho de casa, George confio en trasladarse a la habitacion vacia. La mesita instalada para el en el estudio de su padre cuando estudiaba en el Mason College ya no le servia. Pensaba en el cuarto de Horace con su cama y su escritorio; se imaginaba la intimidad. Pero cuando se lo pidio a su madre, ella le explico con dulzura que consideraban a Maud lo bastante fuerte para dormir sola y que el no querria privarla de esta oportunidad, ?verdad? Comprendio que era demasiado tarde para poner en evidencia los ronquidos del padre, que habian empeorado y a veces le desvelaban. Asi que sigue trabajando y durmiendo a unos palmos del vicario. Sin embargo, le otorgan una mesita contigua a su escritorio donde puede colocar los libros adicionales.

Conserva la costumbre, que se ha convertido en una necesidad, de recorrer los caminos durante una hora o mas al volver del despacho. Es un detalle de su vida en el que es soberano. Guarda un par de botas viejas en la puerta de atras y, llueva o brille el sol, granice o nieve, George da su paseo. No presta la menor atencion al paisaje, que no le interesa, ni a los animales voluminosos y retumbantes que alberga. En cuanto a los seres humanos, alguna que otra vez cree reconocer a alguien de la escuela del pueblo en la epoca del senor Bostock, el maestro, pero nunca esta seguro del todo. Sin duda los hijos de granjeros son ahora peones de granja y los de mineros bajan ya a la mina. Hay dias en que hace una especie de saludo a medias, un desplazamiento de la cabeza hacia un lado, a toda la gente con la que topa; otros dias no saluda a nadie, aunque se acuerde de haberla reconocido el dia anterior.

Una noche, retrasa su paseo un paquetito que ve encima de la mesa de la cocina. Por su tamano y su peso y el matasellos de Londres, sabe de inmediato lo que contiene. Quiere posponer el momento todo lo posible. Desata el nudo de la cuerda y la enrolla con cuidado alrededor de los dedos. Retira el papel marron encerado y lo alisa para volver a utilizarlo. Maud esta ya aguadisima y hasta la madre da muestras de ligera impaciencia. Abre el libro por la pagina del titulo:

LEGISLACION

FERROVIARIA

PARA

«EL VIAJERO DE TREN»

CONCEBIDA SOBRE TODO COMO UNA GUIA

PARA EL PUBLICO VIAJERO EN TODAS LAS DUDAS

QUE SUELEN SURGIR SOBRE LOS FERROCARRILES

DE

GEORGE E. T. EDALJI

ABOGADO

Licenciado con honores de segunda clase en los examenes finales de noviembre

de 1898;

medalla de bronce del Colegio de Abogados de Birmingham, 1898

LONDRES

EFFINGHAM WILSON

ROYAL EXHANGE

1901

(Inscrito en la Casa de Editores)

Abre la pagina del indice: Reglamentos y su validez. Abonos de temporada. Impuntualidad de los trenes, etc. Equipajes. Transporte de bicicletas. Accidentes. Algunos puntos miscelaneos. Muestra a Maud los casos que ponderaron en el aula con Horace. Aqui esta el del gordo monsieur Payelle, y aqui el de los belgas y sus perros.

Se percata de que es el dia mas glorioso de su vida; y en la cena es evidente que sus padres acceden a que un determinado grado de orgullo sea justificable y cristiano. George ha estudiado y aprobado los examenes. Ha abierto bufete propio y ahora ha demostrado que es una autoridad sobre un aspecto de la legislacion que constituye una ayuda practica para mucha gente. Ya se ha puesto en marcha: el viaje de la vida empieza de veras.

Va a Horniman y Compania para que le impriman unos folletos. Discute en pie de igualdad, como un profesional con otro, la composicion, el tipo de letra y la tirada con el propio Horniman. Una semana mas tarde es el propietario de cuatrocientos anuncios de su libro. Deja trescientos en su despacho, porque no quiere parecer jactancioso, y se lleva cien a casa. El impreso de pedidos invita a los compradores interesados a enviar un giro postal de dos chelines y tres peniques -los tres peniques para gastos de correo- al 54 de Newhall Street de Birmingham. Da punados de folletos a sus padres, con instrucciones de que los distribuyan entre personas con aspecto de «viajeros de tren». A la manana siguiente entrega tres al jefe de estacion de Great Wyrley y reparte los demas entre pasajeros respetables.

Arthur

Guardan los muebles en un almacen y dejan a los ninos con la senora Hawkins. De la niebla y la humedad de Londres al frio seco y limpio de Davos, donde Touie fue instalada bajo una pila de mantas en el Kurhaus Hotel. Como el doctor Powell habia previsto, la enfermedad deparo un extrano optimismo que, combinado con el caracter placido de Touie, no solo la volvio estoica sino activamente alegre. Estaba muy claro que en el lapso de unas pocas semanas habia pasado de esposa y companera a ser una invalida y una persona dependiente, pero su estado no la inquietaba ni mucho menos la enfurecia, como le habria ocurrido a Arthur. El se enfurecia por los dos, en silencio, para sus adentros. Tambien oculto sus sentimientos mas aciagos. Cada tos sin queja producia un dolor no en ella, sino en el; si ella expulsaba un poco de sangre, el derramaba gotas de culpa.

Fuera o no culpa suya, fuera la que fuese su negligencia, ya no tenia remedio y solo quedaba una linea de accion: un virulento ataque contra el maldito microbio que se proponia consumir los organos vitales de la enferma. Y cuando no era necesaria su presencia, Arthur se entregaba a la unica distraccion: el ejercicio violento. Se habia llevado a Davos sus esquis noruegos y dos hermanos apellidados Branger le ensenaron el modo de usarlos. Cuando la habilidad del alumno empezo a igualar su determinacion brutal, le llevaron a la ascension del Jacobshorn; en la cumbre, Arthur se volvio y vio a sus pies, a lo lejos, que arriaban las banderas de la ciudad aclamandole. Mas tarde, aquel invierno, los Branger le llevaron

Вы читаете Arthur & George
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату