al paso de Furka, situado a 2.700 metros. Partieron a las cuatro de la manana y llegaron a Arosa hacia el mediodia, con lo que Arthur fue el primer ingles que cruzo con esquis un paso alpino. En el hotel de Arosa, Tobias Branger escribio el nombre de los tres. Junto al de Arthur, en la casilla para profesion, escribio:
Gracias al aire alpino, los mejores medicos y el dinero, a la ayuda de Lottie como enfermera y a la tenacidad de Arthur en su empeno de derrotar al demonio, el estado de Touie se estabilizo y luego empezo a mejorar. A finales de la primavera juzgaron que estaba en condiciones de volver a Inglaterra y Arthur pudo emprender una gira de promocion literaria por Estados Unidos. El invierno siguiente volvieron a Davos. Touie habia rebasado la sentencia inicial de tres meses; todos los medicos coincidian en que la salud de la paciente era un poco mas estable. El invierno siguiente lo pasaron en el desierto, en el hotel Mena House, a las afueras de El Cairo, un edificio blanco y bajo a cuya espalda se erguian las piramides. El aire destemplado irritaba a Arthur; se relajaba jugando al billar, al tenis y al golf. Preveia una vida de exilio invernal todos los anos, cada vez un poco mas largo que el anterior, hasta que… No, no debia permitirse pensar mas alla de la primavera, mas alla del verano. Al menos conseguia escribir durante la ajetreada existencia en hoteles, vapores y trenes. Y cuando no podia escribir se iba al desierto y golpeaba con toda su alma una pelota de golf. El campo de golf era, en realidad, un vasto hoyo de arena; cayera donde cayese, la pelota entraba. En esto, al parecer, se habia convertido la vida de Arthur.
De nuevo en Inglaterra, se topo con Grant Alien: novelista como Arthur y tisico como Touie. Alien le aseguro que la enfermedad podia combatirse sin recurrir al exilio, y se ofrecio como prueba viviente. El remedio estaba en su direccion postal: Hindhead, en Surrey. Era un pueblo a la orilla de la carretera de Portsmouth, casi a mitad de camino, por casualidad, entre Southsea y Londres. Mas concretamente, el pueblo disfrutaba de un clima particular. Situado en una altura, a resguardo de los vientos, era un paraje seco, lleno de abetos y con un suelo arenoso. Lo llamaban la pequena Suiza de Surrey.
Convencio a Arthur de inmediato. Le revivia la accion, tener un plan urgente que llevar a cabo; aborrecia aguardar y temia la pasividad del exilio. Hindhead era la solucion. Habia que buscar una parcela y proyectar una casa. Encontro una hectarea y media, boscosa y aislada, cuyo terreno en pendiente desembocaba en un pequeno valle. Gibbet Hill y el Devil's Punchbowl estaban muy cerca, y el campo de golf de Hankley a ocho kilometros. Le asalto un tropel de ideas. Debia tener una sala de billar, una pista de tenis y establos; un alojamiento para Lottie y quiza para su suegra, la senora Hawkins, y por supuesto para Woodie, que habia firmado un contrato por tiempo indefinido. La casa debia ser imponente pero al mismo tiempo acogedora: la vivienda de un escritor famoso, pero asimismo la de una familia y la de una invalida. Tenia que estar inundada de luz, y la habitacion de Touie tendria la mejor vista. En cada puerta deberia haber un pomo de
Arthur bosquejo un plano de planta y encargo la obra a un arquitecto. No a cualquier arquitecto, sino a Stanley Ball, su viejo amigo telepatico de Southsea. Aquellos experimentos tempranos le parecieron ahora un adiestramiento oportuno. Llevaria otra vez a Touie a Davos y se comunicaria con Ball por carta y, si era necesario, por telegrama. Pero ?quien sabia que formas arquitectonicas no entablarian una comunicacion fluida entre ambos cerebros cuando centenares de kilometros separaban sus cuerpos?
La vidriera alcanzaria la altura de un recibidor de dos plantas. Arriba del todo, la rosa de Inglaterra y el cardo de Escocia flanquearian las iniciales entrelazadas ACD. Debajo habria tres filas de escudos heraldicos. Primera fila: Purcell de Foulkes Rath, Pack de Kilkenny, Mahon de Cheverney. Segunda fila: Percy de Northumberland, Butler de Ormonde, Colclough de Tintern. Y a la altura del ojo: Conan de Bretana (sobre banda de plata y gules un leon rampante traspuesto), Hawkins de Devonshire (por Touie) y a continuacion las armas de Doyle: tres cabezas de ciervo y la mano roja de Ulster. La autentica divisa de Doyle era
Stanley Ball y los constructores no vieron mas que impaciencia. Tras haber instalado su cuartel general en un hotel cercano, Arthur iba continuamente a incordiarles. Pero al final la casa cobro una forma reconocible: una estructura larga, parecida a un granero, de ladrillo rojo, tejado de tejas y solidos gabletes, que se extendia a lo largo del cuello del valle. Arthur se subio a la terraza recien edificada y paso revista al cesped recien sembrado y sobre el que acababa de pasar el rodillo. Mas alla, el terreno descendia formando una V cada vez mas estrecha hasta el lindero del bosque. El panorama poseia algo de agreste y magico: desde el primer momento, a Arthur le parecio que evocaba algun cuento popular aleman. Pensaba plantar rododendros.
El dia en que colocaron la vidriera del recibidor, llevo a Touie para que presenciara el acto de descubrirla. Ella recorrio con la mirada los colores y los nombres y despues la poso en la divisa de la casa.
– A madre la complacera -dijo el. Solo la pequena pausa antes de que ella sonriera le hizo comprender que habia algo que quiza no encajaba-. Tienes razon -dijo el, de inmediato, aunque ella aun no habia pronunciado una palabra. ?Como podia haber sido tan botarate? ?Rendir homenaje a tu propia estirpe ilustre y olvidar nada menos que a la familia de tu madre? Por un momento penso en ordenar a los operarios que descolgasen toda la vidriera. Mas tarde, tras una reflexion contrita, encargo una segunda vidriera mas modesta para la curva de la escalera. Su lienzo central ostentaria las armas y el nombre pasados por alto: Foley de Worcestershire.
Decidio llamar a la casa «Undershaw», por la arboleda al pie de la cual se extendia [7]. El nombre infundiria a la construccion moderna una hermosa resonancia anglosajona. Alli la vida podria continuar, aunque cautelosa y dentro de unos limites.
La vida. Con que facilidad todos, incluido el mismo, decia estas palabras. Todo el mundo aceptaba automaticamente que la vida debia proseguir. Y, sin embargo, cuan pocos se preguntaban que era y por que existia, y si era la unica vida o el mero anfiteatro de algo muy distinto. A Arthur le maravillaba con frecuencia lo ufana que la gente seguia viviendo…, la despreocupacion con que vivia su vida, como si tanto la palabra como la cosa tuvieran un perfecto sentido.
Su antiguo amigo el general Drayson habia abrazado los presupuestos espiritistas despues de que su hermano difunto le hubiera hablado en una sesion. A partir de entonces, el astronomo sostuvo que la continuidad de la vida despues de la muerte no era solo una suposicion sino un hecho demostrable. Arthur habia puesto educadas objeciones en aquella epoca; no obstante, su lista de libros pendientes de leer aquel ano incluia setenta y cuatro sobre el tema del espiritismo. Se los habia despachado todos, anotando frases y maximas que le impresionaron. Por ejemplo, la siguiente de Hellenbach: «Hay un escepticismo que supera en estupidez a la estulticia de un patan».
Hasta que se declaro la enfermedad de Touie, habia poseido todo lo que el mundo consideraba necesario para que un hombre estuviera satisfecho. Pero no lograba sacudirse la sensacion de que todo lo que habia conseguido no era mas que un comienzo futil y enganoso; que estaba hecho para otra cosa. Pero ?que podria ser? Reanudo el estudio de las religiones del mundo, pero le era tan imposible penetrar en ellas como le hubiera sido entrar en la ropa de un nino. Se afilio a la Asociacion Racionalista y juzgo su obra necesaria, pero esencialmente destructiva y, por ende, esteril. La demolicion de creencias anticuadas habia sido fundamental para el progreso humano, pero ahora que habian sido arrasados aquellos viejos edificios, ?donde iba el hombre a encontrar refugio en aquel paisaje devastado? ?Como podia un charlatan decidir que habia llegado a su fin lo que la especie, a lo largo de milenios, habia convenido en llamar alma? Los seres humanos seguirian desarrollandose y por consiguiente debia desarrollarse tambien lo que llevaran dentro. Hasta un patan esceptico entenderia esto.
A las afueras de El Cairo, donde Touie respiraba profundamente el aire del desierto, Arthur habia leido historias de la civilizacion egipcia y visitado las tumbas de los faraones. Llego a la conclusion de que si bien los antiguos egipcios sin duda habian elevado las artes y las ciencias a un nivel mas alto, su facultad de razonamiento era en muchos sentidos despreciable. En especial en su actitud ante la muerte. La