regreso a la vicaria, donde les hace a sus padres una cronica abreviada de la entrevista. Decide que si la policia rechaza sus propuestas, les ayudara a pesar de todo. Publica un anuncio en el
Campbell
Cinco dias despues, el inspector fue convocado de nuevo en Green Hall. Esta vez se mostro menos timido a la hora de fisgar. Se fijo en un reloj de pie que exhibia las fases de la luna, un grabado a media tinta de una escena biblica, una alfombra turca descolorida y una chimenea atestada de lenos en prevision del otono. En el estudio le alarmo menos el alce de ojo vidrioso y vio los volumenes encuadernados del
El capitan Anson indico con un gesto a Campbell que se sentara y se quedo de pie: una artimana de hombres bajos en presencia de otros mas altos, como el inspector sabia bien. Pero no tuvo tiempo de reflexionar sobre las estratagemas de la autoridad. El talante de la misma, en esta ocasion, no era cordial.
– Nuestro hombre ha empezado a provocarnos. Esas cartas de Greatorex… ?Cuantas hemos recibido ya?
– Cinco, senor.
– Y anoche le llego esta otra a Rowley, en Bridgetown. Anson se puso las gafas y empezo a leer:
Senor, un individuo cuyas iniciales adivinara llevara un gancho nuevo en el tren de Walsall la noche del miercoles, y lo llevara guardado en un bolsillo especial debajo del abrigo, y usted o sus colegas lo veran si logran abrirselo un poco, pues es casi cuatro centimetros mas largo que el que tiro lejos de la vista cuando oyo que alguien le seguia los pasos esta manana. Llegara despues de las cinco o las seis, o si no vuelve a casa manana lo hara el jueves y cometera usted un error si no tiene a mano a todos sus agentes de paisano. Los ha despachado demasiado pronto. Vaya, piense nada mas en que actuo cerca de donde ellos estuvieron escondidos hace solo unos dias. Pero senor, el tiene ojo de aguila y los oidos tan afilados como una cuchilla, y es tan rapido de pies como un zorro e igual de silencioso, y repta a gatas hasta donde estan los pobres animales, los acaricia un rato y despues los destripa con el gancho y las tripas se les salen antes de darse cuenta de que estan heridos. Necesita cien detectives para pillarle con las manos en la masa, porque es mas listo que el hambre y se conoce cada recoveco. Usted sabe quien es, y puedo demostrarlo; pero hasta que ofrezcan una recompensa de cien libras no dire ni pio.
Anson miro a Campbell, invitandolo a hacer comentarios.
– Ninguno de mis hombres vio tirar algo, senor. Y no han encontrado nada que se parezca a un gancho. Quiza mutile o no a los animales de ese modo, pero las entranas no se les salen, como sabemos. ?Quiere que vigile los trenes de Walsall?
– Cuesta pensar que despues de esta carta vaya a aparecer un tipo con un abrigo largo en medio del verano, invitando a que le registren.
– No, senor. ?Cree que las cien libras que pide es una respuesta intencionada a la recompensa que ofrece el abogado?
– Es posible. Aquello fue una burda impertinencia.
Anson hizo una pausa y cogio otra hoja de papel de su escritorio.
– Pero es peor la otra carta, la dirigida al sargento Robinson, de Hednesford. Juzgue usted mismo.
Anson se la entrego.
Habra jolgorio en Wyrley en noviembre, cuando empiecen con ninas, porque liquidaran a veinte mozas como a los caballos antes del proximo marzo. No piense que va a pillarlos destripando a las bestias; son demasiado silenciosos y no se mueven durante horas, hasta que sus hombres se han ido… Edalji, al que dicen que encerraron, va a ir a Brum el domingo por la noche a ver al Capitan, cerca de Northfield, para hablar de como van a hacerlo con tantos detectives por ahi sueltos, y creo que van a despacharse algunas vacas a la luz del dia en vez de por la noche… Creo que pronto mataran animales mas cerca de aqui, y se que las granjas Cross Keys y West Cannock son las dos primeras de la lista… A ti, canalla abotagado, te volare esa cabezota de un tiro con la pistola de tu padre si te cruzas en mi camino o andas espiando a alguno de mis amigos.
– Esto es malo, senor. Muy malo. Mas vale que no se sepa. Cundiria el panico en todos los pueblos. Veinte mozas… La gente ya esta bastante preocupada con su ganado.
– ?Tiene hijos, Campbell?
– Un chico. Y una nina.
– Si. Lo unico bueno de esta carta es la amenaza de muerte al sargento Robinson.
– ?Eso es bueno, senor?
– Oh, quiza no para el propio Robinson. Pero significa que nuestro hombre se ha propasado. Amenazar de muerte a un oficial de policia. Si incluimos eso en la acusacion le caera cadena perpetua.
«Si atrapamos al remitente de la carta», penso Campbell.
– Northfield, Hednesford, Walsall… Intenta dispersarnos en todas direcciones.
– Sin duda. Inspector, permitame resumir, si no tiene objeciones, y digame si discrepa de mi analisis.
– Si, senor.
– Pues bien, usted es un oficial competente…, no, no discrepe todavia. -Anson esbozo la mas leve de las sonrisas de su repertorio-. Un oficial muy competente. Pero esta investigacion empezo hace tres meses y medio, y hubo tres semanas en las que tuvo a su mando a veinte agentes especiales. No hemos acusado a nadie ni detenido a nadie; ni siquiera hemos convocado a nadie para interrogarlo. Y las mutilaciones han continuado. ?Estamos?
– Estamos.
– La cooperacion local, que se que usted compara desfavorablemente con su experiencia en la gran ciudad de Birmingham, ha sido mejor que
– De acuerdo.
– Asi que estamos buscando a lugarenos, como siempre hemos supuesto. O a un lugareno. Yo me inclino por la idea de mas de uno. Tres o cuatro, quiza. Seria mas logico. Me imaginaria uno que escribe las cartas, un chico recadero que viaja a distintas localidades, una persona diestra en manejar animales y el que planea y los dirige a todos. Una banda, en otras palabras. A cuyos miembros no les gusta la policia. Que se recrean, de hecho, en intentar despistarnos. Que son jactanciosos.