»Dicen nombres para confundirnos. Por supuesto. Pero aun asi, hay uno mencionado una y otra vez. Edalji. Edalji, que va a reunirse con el Capitan. Edalji, al que dicen que encerraron. Edalji, el abogado de la banda. Siempre he tenido mis sospechas, pero hasta ahora he creido oportuno reservarmelas. Le dije que consultara los expedientes, Campbell. Hubo una campana de cartas anonimas, sobre todo contra el padre. Bromas, patranas, pequenos robos. Por poco le atrapamos entonces. Al final di al vicario un aviso bastante serio de que sabiamos quien andaba detras de todo aquello, y no mucho despues ceso. QED [9], diria usted, pero por desgracia no era suficiente para condenarle. Con todo, aunque no confeso, puse fin al asunto. Durante ?cuanto? Siete, ocho anos.
»Ahora ha empezado de nuevo y en el mismo lugar. Y el nombre de Edalji surge en todas partes. La primera carta de Greatorex menciona tres nombres, pero el unico de los tres al que conoce el chico es Edalji. Por consiguiente, Edalji conoce a Greatorex. E hizo lo mismo la vez anterior: se incluyo en las denuncias. Solo que ahora ha crecido y no se contenta con cazar mirlos y retorcerles el cuello. Esta vez busca cosas mas grandes, literalmente. Vacas, caballos. Y como el no es un arquetipo fisico, recluta a otros para que le ayuden en sus fechorias. Y ahora ha subido la puja y nos amenaza con veinte mozas. Veinte zagalas, Campbell.
– En efecto, senor. ?Me permite una o dos preguntas?
– Si.
– Para empezar, ?por que denunciarse el mismo?
– Para borrar el rastro. Incluye adrede su nombre en listas de personas que sabemos que no tienen nada que ver con este asunto.
– ?Y tambien ofrece una recompensa por su propia captura?
– De ese modo sabe que no la reclamara nadie mas que el. -Anson lanzo una risita seca, pero Campbell no parecio apreciar el chiste-. Y, por descontado, es otra provocacion a la policia.
Mira como mete la pata, y entretanto un pobre ciudadano honrado tiene que aportar dinero para esclarecer el delito. Puestos a pensarlo, ese anuncio podria estar redactado como una difamacion contra nosotros…
– Pero… disculpe, senor: ?por que un abogado de Birmingham reuniria a una banda de vandalos locales con objeto de mutilar a animales?
– Usted lo conoce, Campbell. ?Que impresion le causo?
El inspector repaso sus impresiones.
– Inteligente. Nervioso. Bastante afanoso de agradar, al principio. Un poco rapido en ofenderse. Se brindo a aconsejarnos y no mostramos mucho interes. Sugirio que probaramos a utilizar sabuesos.
– ?Sabuesos? ?Seguro que no dijo rastreadores nativos?
– No, senor, sabuesos. Lo raro fue que, al escuchar su voz…, una voz educada, la voz de un abogado, en un momento dado me sorprendi pensando que, si cerrabas los ojos, le tomarias por un ingles.
– ?Mientras que, si los dejabas abiertos, no le confundirias precisamente con un miembro de la Guardia Real?
– Podriamos decirlo asi, senor.
– Si. Es como si la impresion que le causo, cerrados o abiertos los ojos, fuera la de alguien que se siente superior. ?Como diria? Alguien que cree que pertenece a una casta superior, ?no?
– Es posible. Pero ?por que una persona asi destriparia caballos, en vez de demostrar, por ejemplo, que es inteligente y superior desfalcando grandes sumas de dinero?
– ?Quien sabe si no lo planea tambien? Francamente, Campbell, el porque me interesa mucho menos que el como, el cuando y el que.
– Si, senor. Pero si me esta pidiendo que detenga a ese hombre, ayudaria tener una pista sobre sus moviles.
A Anson le disgustaba esta clase de preguntas, que a su juicio se hacian cada vez con mas frecuencia en la labor policial. Habia una pasion por ahondar en la mente del criminal. Lo que habia que hacer era pillar a un individuo, detenerle, acusarle y ponerlo a buen recaudo durante unos anos, cuantos mas mejor. Carecia de interes sondear el funcionamiento mental de un malhechor cuando disparaba su pistola o te rompia la ventana. El jefe de la policia estaba a punto de decir todo esto cuando Campbell le senalo:
– Al fin y al cabo, podemos descartar el movil del lucro. No esta destruyendo su patrimonio con idea de que alguien reclame el seguro.
– Un hombre que pega fuego al almiar del vecino no lo hace con animo de lucro. Lo hace por maldad. Por el placer de ver llamas en el cielo y el miedo en la cara de la gente. En el caso de Edalji quiza haya un odio profundo a los animales. Usted sin duda hara averiguaciones a este respecto. O si hay alguna pauta fija en el horario de los ataques, si la mayoria ocurren a comienzos de mes, podria haber algun principio expiatorio. Quiza el instrumento misterioso que andamos buscando sea un cuchillo ritual de origen indio. Un kukri o algo asi. Tengo entendido que el padre de Edalji es parsi. ?No adoran el fuego?
Campbell reconocio que los metodos profesionales no habian sido fructiferos hasta entonces, pero era reacio a que los suplantaran elucubraciones caprichosas. Y si los parsis adoraban el fuego, ?no seria de esperar que el hombre fuese un piromano?
– A proposito, no le estoy pidiendo que detenga al abogado.
– ?No, senor?
– No. Lo que le pido, le ordeno, es que concentre sus recursos en el. Vigile la vicaria discretamente durante el dia, haga que le sigan hasta la estacion, asignele un hombre en Birmingham, por si almuerza con el misterioso Capitan, y tenga la casa totalmente vigilada de noche. Hagalo de tal manera que no pueda salir a escupir por la puerta trasera sin topar con un agente especial. Hara algo, se que hara algo.
George
George procura continuar su vida normal; en definitiva, es su derecho de ingles nacido libre. Pero resulta dificil cuando notas que te espian; cuando oscuras siluetas allanan los terrenos de la vicaria por la noche; cuando hay que ocultar cosas a Maud e incluso, en ocasiones, a la madre. El padre reza oraciones con la misma energia que siempre y las mujeres las repiten con la misma inquietud que antes. George confia cada vez menos en la proteccion del Senor. El unico momento del dia en que se siente a salvo es cuando su padre cierra con llave la puerta del dormitorio.
A veces tiene ganas de descorrer las cortinas, abrir la ventana y lanzar palabras sarcasticas a los vigilantes que sabe que merodean ahi fuera. «Que absurdo despilfarro de dinero publico», piensa. Para su sorpresa, descubre que esta empezando a poseer caracter. Mas aun le sorprende que le haga sentirse casi un adulto. Una noche en que, como de costumbre, recorre los caminos, ve a un agente especial que le sigue a cierta distancia. Se da media vuelta de golpe y aborda a su perseguidor, un hombre con cara zorruna y un traje de tweed, que da la impresion de que estaria mas a gusto en una tasca mugrienta.
– ?Puedo orientarle? -pregunta George, con un tono que raya en la descortesia.
– Se cuidarme, gracias.
– ?No es usted de por aqui?
– Soy de Walsall, ya que pregunta.
– Por aqui no se va a Walsall. ?Por que recorre los caminos de Great Wyrley a esta hora?
– Tambien yo podria hacerle esa pregunta. «El tipo es insolente»,