grandes. No es cierto, por supuesto. Es un verdadero angel.
Al escuchar el relato de su hijo, la madre no deja de observar el extrano paralelismo que la vida ha trazado. Estuvo casada durante anos con un hombre al que la sociedad tuvo la compasion de calificar de invalido, ya le llevaran a casa cocheros que le chuleaban o lo encerraran so pretexto de que era epileptico. En la ausencia e invalidez del marido, habia hallado consuelo en la presencia de Bryan Waller. Por entonces, Arthur, el hijo hosco y agresivo se habia atrevido a criticarla; a veces en silencio, hasta el punto casi de poner en entredicho la honra materna. Y de pronto su favorito, su hijo mas adorado, ha descubierto a su vez que las complicaciones de la vida no acaban en el altar; algunos dirian que es ahi donde empiezan.
La madre escucha; comprende y aprueba. La conducta de Arthur ha sido correcta y no menoscaba su honor. Y le gustaria conocer a la senorita Leckie.
Se conocen y la madre la aprueba, como aprobo a Touie en la epoca de Southsea. No es el refrendo irreflexivo de los actos de un hijo mimado. En opinion de la madre, Touie, complaciente y agradable, era la esposa adecuada para un joven medico ambicioso, pero aun aturdido, que necesitaba ser aceptado por el estamento de la sociedad que le daria pacientes. Pero si Arthur tuviera que casarse ahora, necesitaria a alguien como Jean, una mujer con aptitudes propias y con un caracter claro y directo que en ocasiones le recuerda a ella misma. No dice nada, pero toma nota de que es la primera amiga intima a la que su hijo no le ha puesto un apodo.
Hay un telefono Gower-Bell, con altavoz y forma de candelero, en la mesa del recibidor de Undershaw. Tiene su numero propio -Hindhead 237- y, gracias a la fama y el renombre de Arthur, no comparte una linea, como mucha otra gente, con una casa vecina. Aun asi, Arthur nunca lo utiliza para llamar a Jean. No se ve a si mismo acechando el momento de que en Undershaw no haya criados, los ninos esten en la escuela, Touie descansando y Wood dando su paseo cotidiano, para hablar en el vestibulo en voz baja y de espaldas a la escalera, debajo de la vidriera con los nombres y escudos de sus antepasados. No se imagina haciendo semejante cosa; seria la prueba de que vive una aventura, mas para si mismo que para quien pudiese verle en esta tesitura. El telefono es el instrumento preferido del adultero.
Por tanto, se comunica por medio de cartas, notas, telegramas; se comunica por medio de palabras y obsequios. Al cabo de unos meses, Jean se ve forzada a explicar que el apartamento donde vive solo dispone de un determinado espacio, y si bien lo comparte con amigas de confianza, el timbre del recadero se ha vuelto embarazoso. De las mujeres que reciben gran numero de presentes masculinos -o, aun mas comprometedor, de un caballero en particular- se presume que son sus queridas; como minimo, queridas potenciales. Cuando ella se lo senala, Arthur se reprende por ser tan idiota.
– Ademas -dice Jean-, no necesito prendas. Estoy segura de tu amor.
El primer aniversario de su encuentro, el le regala una sola edelweiss. Ella le dice que le produce mas placer que cualquier numero de joyas, vestidos, plantas, bombones caros o lo que obsequien los hombres a las mujeres. Con su asignacion mensual, ella satisface sin agobios sus pocas necesidades materiales. De hecho, no recibir regalos es una forma de resaltar que su relacion es diferente de los manejos monotonos de otros.
Pero subsiste la cuestion del anillo. Arthur quiere que ella luzca algo, por discreto que sea, en un dedo -da lo mismo en cual-, para enviarle un mensaje secreto cada vez que estan juntos. Jean no es partidaria de esta idea. Los hombres regalan anillos a tres categorias de mujeres: a la esposa, a la amante y a la prometida. Ella no es ninguna de las tres cosas y no llevara tal anillo. Nunca sera una amante; Arthur ya tiene una mujer; tampoco es una prometida, ni puede serlo. Serlo es decir: estoy esperando a que muera su mujer. Jean sabia que habia entendimientos asi entre parejas, pero no sera el que exista entre ellos. Su amor es diferente. No tiene pasado ni un futuro del que puedan hablar; solo tiene presente. Arthur dice que en su mente ella es su esposa mistica. Jean esta de acuerdo, pero dice que las esposas misticas no llevan anillos fisicos.
Naturalmente, es la madre de Arthur la que resuelve la cuestion. Invita a Jean a Ingleton y sugiere que Arthur vaya al dia siguiente. La noche de la llegada de Jean, la madre tiene una idea repentina. Se quita un pequeno anillo del menique de la mano izquierda y lo desliza en el mismo dedo de la mano de Jean. Es un zafiro
Jean lo mira, gira la mano y se lo quita enseguida.
– No puedo aceptar una joya que pertenece a su familia.
– Mi tia abuela me lo regalo porque pensaba que me iba bien el color. Entonces si, pero ya no. Le sienta mejor al suyo. Y la considero una mas de la familia. La he visto de ese modo desde que la conoci.
Jean no puede contrariar a la madre; pocas personas lo hacen. Cuando llega Arthur, muestra una lentitud teatral en advertir el anillo; por fin, se lo senalan. Incluso en ese momento disimula el placer que le produce, comenta que no es muy grande y da a las dos mujeres la ocasion de reirse de el. Ahora Jean no luce un anillo de Arthur, sino de los Doyle, y viene a ser lo mismo; hasta quiza mejor. Arthur se imagina que lo ve sobre el mantel de una mesa de comedor atiborrada de objetos, sobre las teclas de un piano, sobre el brazo de una butaca de un teatro o las riendas de un caballo. Lo ve como un simbolo de lo que la une a el. Su esposa mistica.
A un caballero se le consienten dos mentiras piadosas: para proteger a una mujer y para luchar cuando se trata de un combate justo. Las mentiras piadosas que Arthur le dice a Touie son mucho mas numerosas de lo que el se hubiera imaginado. Al principio supuso que de algun modo, en el trasiego de sus dias y semanas, de sus empresas y sus entusiasmos, sus deportes y sus viajes, no surgiria la necesidad de mentirle. Jean desaparecia en los intersticios de su calendario. Pero como no desaparece de su corazon, tampoco puede desaparecer de su pensamiento y su conciencia. En suma, descubre que cada encuentro, cada proyecto, cada mensaje y cada carta enviada, cada vez que piensa en ella, estan rodeados de alguna clase de mentira. La mayoria son mentiras de omision, aunque en ocasiones es inevitable que sean de comision; al fin y al cabo todas son mentiras. Y Touie es tan confiada…; acepta, siempre ha aceptado, los subitos cambios de planes de Arthur, sus impulsos, su decision de quedarse o irse. El sabe que ella no sospecha, y ello le crispa aun mas los nervios.
No entiende como los adulteros pueden vivir con su conciencia; deben de ser moralmente primitivos para sostener las mentiras necesarias.
Pero mas alla de las dificultades practicas, del insoluble dilema etico y de la frustracion sexual, hay algo mas oscuro, mas duro de afrontar. Los momentos clave en la vida de Arthur se han visto ensombrecidos por la muerte, y este es otro de ellos. El amor subito, maravilloso, que ha conocido solo puede consumarse y declararse al mundo si Touie muere. Morira; el lo sabe, y tambien Jean; la tisis siempre reclama a sus victimas. Pero la determinacion de Arthur de combatir al demonio ha desembocado en un alto el fuego. El estado de Touie es estable; ya ni siquiera necesita el aire purificador de Davos. Esta contenta de vivir en Hindhead, agradecida por lo que posee y rezuma el suave optimismo de los tisicos. Arthur no desea que ella muera; asimismo, tampoco desea que la situacion imposible de Jean se prolongue sine die. Si el creyera en una de las religiones establecidas, sin duda lo pondria todo en las manos de Dios, pero no puede hacerlo. Touie tiene que seguir recibiendo la mejor atencion medica y el mas firme sosten domestico para que el sufrimiento de Jean pueda continuar el mayor tiempo posible. Si el hace algo es un bruto. Si se lo dice a Touie tambien lo es. Si rompe con Jean es una bestia. Convertirla en su amante es una brutalidad. Si no hace nada, es un simple animal pasivo e hipocrita que se aferra en vano a todo el honor que puede.
Poco a poco, y discretamente, la relacion es reconocida. A Jean le presentan a Lottie. Presentan a Arthur a los padres de Jean, que le regalan en Navidad unos gemelos de nacar y diamante. Hasta presentan a Jean a la madre de Touie, la senora Hawkins, que acepta la relacion. Tambien son informados Connie y Hornung, aunque por esta epoca estan muy ocupados con su matrimonio, su hijo Oscar Arthur y la vida en Kensington West. Arthur garantiza a todo el mundo que Touie sera protegida a toda costa del conocimiento, el dolor y la deshonra.
Estan las declaraciones altruistas y esta la realidad cotidiana. A pesar de la aprobacion familiar, Arthur y Jean son propensos a accesos de desanimo; Jean tambien contrae una