que tiene experiencia aunque sea una experiencia predecible, soy una persona con principios pero flexible. Ese soy yo.»

– No seas ridicula.

– No me negaras que estabas… ?como decirlo?… intentando engatusarme.

– Hum, no mas que tu a mi. -(Cualquiera decia un piropo a una chica hoy dia; te juzgaban por incumplimiento de promesa.)

– Pero yo intentaba largarme contigo, ?no?

– Admito que estaba… coqueteando.

– Bueno, entonces eres un calientaconos. -Y repitio, en el tono breve y condescendiente que se adopta para adoctrinar a un nino-: No calientes conos.

Lo extrano era que aun la encontraba atractiva (aunque por asociacion sus rasgos parecian haberse vuelto mas afilados). Hasta cierto punto, todavia queria cautivarla.

– Pero ?por que todo tiene que ser tan legal e indivisible? ?No te pasa a veces que solo quieres oir una cancion de todo un disco? Si tu… no se… abres un paquete de datiles, ?te los zampas todos?

– Gracias por las comparaciones. No es una cuestion de grado, tan solo de honestidad en la intencion. Has sido poco honesto. Eres…

– De acuerdo, de acuerdo. -(No queria que me pusiera otra vez el pie en el cuello para volverme a restregar la palabra por las narices)-. Admito haberte decepcionado ligeramente. Pero no mas que si te hubiese preguntado en que trabajas, y despues de contestarme te hubiera dicho «que interesante», aunque diera la casualidad de que me pareciera el trabajo mas aburrido del mundo. Es tan solo una cuestion de protocolo social.

Me miro con una expresion medio esceptica medio despectiva, y luego se fue. ?Por que se me acusaba de engano?, me decia yo dolido en mi lealtad hacia mi mismo. ?Y por que se daban tantos malentendidos sobre el sexo?

Mas tarde, en el tren de vuelta a casa, recorde la Teoria del Sexo en las Afueras, que Toni elaboro cuando ambos teniamos dieciseis anos y estabamos a punto de entrar en tierra sin senalizar.

El poder y la industria y el dinero y la cultura y todo lo valioso, importante y ventajoso se centraban en Londres, explicaba el. Por consiguiente, ex hypothesi, tambien el sexo. Para empezar mira el numero de prostitutas con cadenas de oro; y mira cualquier vagon de metro, lleno de chiquillas con vestidos ajustados, apretujadas contra caricaturas de Grosz. La proximidad, el sudor, la urgencia de la ciudad, todo era estrepitoso Sexo para cualquier observador con sensibilidad. Pero esa energia sexual, me aseguraba, se disipaba gradualmente al ir saliendo de la metropoli. Cuando se llegaba a Hitchin y Wendover y Haywards Heath, la gente tenia que consultar en los libros para averiguar en que sitio se metia cada cosa. Asi se explicaba el extendido abuso sexual de animales en el campo. Simple ignorancia. No se abusa de los animales en la ciudad.

Pero en las zonas residenciales, continuaba Toni (ayudandome, probablemente, a entender a mis padres), uno se encuentra en un area extrana e intermedia de crepusculo sexual. Se podia creer que en las afueras -por ejemplo, en Metrolandia-, el erotismo era soporifero. No obstante, el mas apremiante deseo dominaba a la gente que uno menos esperaba. Nunca sabias a que atenerte: una chica podia dejarte plantado; la mujer de un jugador de golf podia arrancarte el uniforme del colegio sin pedirte permiso y hacerte cosas perversas y extravagantes; los empleados de las tiendas de ropa podian actuar de maneras insospechadas. El Papa habia prohibido formalmente a las monjas que vivieran en las afueras de las grandes ciudades. Toni estaba bastante seguro de eso. Era en esos suburbios, mantenia, donde ocurria lo verdaderamente interesante del sexo.

Aquella noche pense que, despues de todo, algo de verdad habia en esa Teoria.

4. ?Es el sexo un viaje?

Hacia meses que Marion y yo no habiamos visto al tio Arthur cuando Nigel llamo para decirnos que habia muerto. No puedo decir que la familia se sumiera en el luto. Ninguno de nosotros fue capaz de experimentar un sentimiento mas proximo al dolor que la sorpresa. Los ultimos quince anos no me hicieron sentir mas carino por el; lo mas que puede decirse es que llegue a respetar la honestidad de su sincera aversion por mi y a valorar su afectada autosuficiencia.

Conforme fue envejeciendo, Arthur se volvio mas transparente e insultantemente mendaz. En la flor de su vida, sus estratagemas fueron siempre preparadas con esmero: primero hacia constar el entumecimiento de su rodilla y la fragilidad de su columna vertebral, consecuencias ambas de su vida de soldado. La sinceridad de su luminosa mirada hacia sospechar que estaba mintiendo, pero no se podia estar seguro. Al cabo de un rato hacia referencia a alguna tarea imposible de realizar con una espalda que «carecia de acero» o unas rodillas que parecian «de madera de teca». Entonces asumias tu derrota con una sonrisa.

Pero durante los ultimos anos Arthur actuo sin un minimo de sutileza. No hizo ninguna concesion al estilo ni a la cortesia. «?Os apetece un te?», empezaba. Luego, levantandose apenas unos centimetros del refugio acolchado de su sillon, dejaba escapar un perezoso «Aay», y se hundia en su asiento de nuevo.

– Es increible este/a rodilla/pie/higado que tengo -le aclaraba a Marion, y ya no se molestaba ni en darle las gracias exageradamente (cosa que antes le divertia), cuando ella se levantaba y se dirigia a la cocina.

Otros defectos fisicos -algunos tan viejos como suenos recurrentes, otros como novedosas libelulas de una tarde- le impedian cambiar enchufes, llegar a los estantes mas altos, zurcirse la ropa, lavar los platos o acompanarnos hasta la puerta. Un dia, despues de quejarse de artritis en un pulgar, vista borrosa y posibilidad de un pie gangrenado en menos de media hora, Marion sugirio que lo viera un medico.

– ?Que pasa, vais detras de mi dinero? Son todos unos carniceros. Les interesa que sigas enfermo, cualquier imbecil puede darse cuenta de eso. Asi pueden pedir mas dinero al Ministerio de Sanidad.

– Pero Arthur -protesto Marion -, quiza sea algo grave.

– Nada que otro cojin -(pretendiendo intentar alcanzar uno)-… no pueda aaah, aaaajj… gracias, chica.

Luego anadio sumiso:

– Condenada rodilla.

Su tacaneria, antes disfrazada de modestia, asumio gradualmente la condicion de un desenfrenado placer. Su perro Ferdinand murio poco despues de que Arthur decidiera que habia mas carne de la necesaria en las comidas para perros. Un cincuenta por ciento de carne de lata y un cincuenta por ciento de virutas de madera fue suficiente para Ferdinand. Arthur le habria aguado el agua si hubiera sabido como hacerlo.

Al envejecer fue perdiendo amigos. No arreglaba las vallas del jardin, nunca corria las cortinas, y le gustaba ofender a sus vecinos rascandose con virulencia ante las ventanas. Las postales de Navidad que enviaba eran siempre recicladas, con una ostentosa tachadura sobre la firma del remitente anterior. A veces, con una especie de humor retorcido, nos enviaba, a Marion y a mi, la misma felicitacion que le habiamos enviado nosotros a el las Navidades anteriores.

El resto de su correspondencia iba dirigida, principalmente, a los directores de las companias de venta por correspondencia, a quienes lograba timar con bastante exito. Su tecnica

Вы читаете Metrolandia
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×