consistia en encargar productos que requerian su visto bueno antes de concretar la compra definitiva. Cuando los recibia esperaba un mes, enviaba un cheque e, inmediatamente despues, ordenaba a su banco que no lo pagase. Cuando la firma en cuestion le pedia explicaciones, contestaba en seguida (pero fechando la carta dos dias antes, para que pareciese que se habian cruzado), quejandose de la calidad del articulo, exigiendo que se lo reemplazasen antes de devolver el objeto defectuoso, y pidiendo un reembolso por adelantado por los gastos de embalaje y envio. Tenia otras tecnicas aun mas bizantinas para ganar tiempo y, con frecuencia, acababa ganando un capote de un ex oficial de la Royal Navy, o un par de podadoras de jardin con mango de plastico que se autoafilaban, por el precio de unos pocos sellos usados despegados con vapor y unos sobres aprovechados.

Algunas de las dolencias de Arthur, sin embargo, debian de ser reales -aunque me pregunto si el mismo sabia la diferencia- y se aliaron para producir el ataque de corazon que resulto fatal. Su muerte no me conmovio demasiado, ni la soledad de las circunstancias en que se produjo tampoco. El lo habia querido asi. Lo que me afecto, cuando Nigel y yo fuimos a vaciar la casa, fue el pathos de los objetos. Mientras Nigel charlaba incesantemente sobre los brutales aspectos de la muerte que le interesaban a el, me fui poniendo melancolico a medida que veia la serie de cosas que habian quedado a medias y que una muerte te hace observar. La pila de platos sucios era normal en casa de Arthur, quien una vez intento que le hicieran descuento en la factura del agua basandose en que solo lavaba los platos cada dos semanas, y luego utilizaba el liquido sobrante para regar sus rosas. Pero por todas partes me asaltaban objetos diferentes que parecian recien abandonados, entreabiertos, desechados. Un paquete medio vacio de limpiadores de pipa, con uno -el que habria usado la siguiente vez- asomando de la caja. Senaladores (o para ser exacto trozos de periodico) marcando tristemente la pagina mas alla de la cual Arthur nunca llegaria (cosa que, hasta cierto punto me tenia sin cuidado). Ropas que otros habian desechado ya, pero que Arthur habia usado sus buenos cinco anos mas. Relojes que ahora se detendrian sin que a nadie se le ocurriera ponerlos en marcha. Un diario dado por terminado el 23 de junio.

La incineracion no fue peor que una navidad familiar, o que un encuentro en los vestuarios con un equipo de rugby con el que juegas de mala gana. Despues, las doce personas, aproximadamente, que convoco la muerte de Arthur, salimos en fila para encontrarnos con un calido atardecer. Deambulamos por alli, incomodos, leyendo las notas que acompanaban las coronas y comentando los modelos de coche que teniamos cada uno. Adverti que algunas coronas no llevaban tarjeta. Quiza fuera la contribucion del personal del crematorio para que no nos deprimiera la modestia de nuestro cortejo.

Mientras Marion conducia hasta casa, yo llevaba a Amy en brazos y escuchaba el parloteo de una pareja de parientes a medias identificados que provenia del asiento trasero. Meditaba, a ratos, sobre la muerte de Arthur, sobre el hecho tan simple de que ya no existiera. Luego, deje que mi cabeza divagara sobre mi propia y futura no existencia. No habia pensado en ella durante anos. Me di cuenta, repentinamente, de que podia considerarla casi sin temor. Comence de nuevo, mas seriamente esta vez, con masoquismo, a tratar de disparar el terror y el panico antes tan familiares. Pero no paso nada. Me sentiria tranquilo. Amy gorjeaba feliz, dialogando con las alternativas acelerones y frenazos del coche. Era como cuando se alejan los indios en una pelicula del oeste.

Esa noche -Marion cosia y yo leia un libro-, acudio a mi memoria la conversacion que mantuve con Toni en el jardin. Me preguntaba cuanto me faltaria para que me alcanzara la muerte: ?treinta, cuarenta, cincuenta anos? Y hasta ahora, ?habia sido fiel a mi mujer porque todavia disfrutaba haciendo el amor con ella (?por que ese todavia?)? ?Es la fidelidad una mera funcion del placer sexual? ?Si el deseo disminuia o el timor mortis aumentaba, entonces que? ?Y que pasaria en el futuro si de pronto me acababa aburriendo del mismo circulo de amigos de siempre? El sexo, despues de todo, es un viaje.

– ?Te acuerdas de la fiesta de Tim Penny? -Habia llegado el momento, pense, de refutar algunas de las suposiciones de Toni respecto a nuestro matrimonio.

– Hmmm. -Marion continuo dando primorosas puntadas.

– Me sucedio algo esa noche. -(Pero ?por que estaba nervioso?)

– ?Hmmm?

– Conoci… a una chica que intento enrollarse conmigo. -Marion me miro burlonamente. Luego volvio a la aguja.

– Bueno, me alegra no ser la unica persona que te encuentra atractivo.

– No, quiero decir que lo intento a fondo.

– No tengo razon para reprocharselo.

Era extrano. Cada vez que Marion y yo empezamos a hablar de asuntos realmente serios, nunca puedo predecir que rumbo tomara la conversacion. No quiero decir que no me comprenda, quiza sea que lo hace demasiado bien. Pero siempre tengo la sensacion de que me esta manipulando. Y se que no es asi.

– Quiero decir que a mi no me intereso.

– …

– Era muy guapa, la verdad.

– …

– Me puso un poco incomodo, eso es todo.

Mierda, sono poco convincente.

– Chris, comportate como una persona adulta, por favor. Te gusto y eso es todo.

– No es verdad… pero pensaba, bueno, que si ahora los dos tenemos alrededor de los treinta… hablo realmente en terminos generales… me preguntaba si alguna vez acabariamos acostandonos con otro.

– Quieres decir que te preguntabas si tu acabarias haciendolo.

Era como si alguien fuera continuamente cambiando las cosas de sitio mientras tu ibas poniendo la mesa.

– Y la respuesta es: claro que si -dijo ella mirandome.

– Oh, venga… -Pero ?por que mire hacia otro lado? Ya me sentia culpable, como si ella me estuviese ensenando tranquilamente fotos de mi culo subiendo y bajando a toda velocidad.

– Claro que si. Probablemente ni ahora ni aqui… eso le pido a Dios que no sea nunca en esta casa. Pero alguna vez sera. Nunca lo he dudado. Alguna vez. Es demasiado interesante para no hacerlo.

– Pero no lo he intentado, ni he querido hacerlo.

Estaba enfadado y me sentia culpable; pero, si he de ser sincero, tampoco queria que todo estuviera previsto. Quiza, secretamente, queria reservar todas las emociones -incluso las desagradables- para mas tarde.

– No tiene importancia, Chris. No te casaste con una virgen y yo no esperaba que fueses un marido fiel a ultranza. No te creas que no soy capaz de imaginar lo que es aburrirse sexualmente.

?Oh mierda!: se me escapaba el asunto de las manos. Yo no queria oir nada de todo aquello.

– Honestamente, carino, pensaba en terminos muy generales… casi en terminos de moralidad, ejem -(sin convencimiento)-, de filosofia. Y no pensaba en mi en particular. Pensaba en los dos,…en cualquiera.

– No es cierto, Chris; si asi fuera, habrias hablado primero de mi.

– ?…?

– Y en todo caso, aunque no lo preguntes, te hago saber que la respuesta es Si, una vez, y Si, solo una vez, y No, no influyo para nada en nuestra relacion pues entonces las cosas no iban muy bien entre nosotros, y No, no me arrepiento particularmente, y No, ni lo conoces ni has oido hablar de el.

Dios. Cono. Joder. Me miro de frente, con franqueza y ojos serenos.

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