resentimiento alguno.

A mi derecha, mi padre tenia el Times abierto en la pagina de las cotizaciones de bolsa, e iba murmurando algo mientras las leia. Tampoco se parecia a mi. Para empezar era calvo. Supongo que era cierto que la forma de su mandibula tenia un aire a la mia, pero, sin duda alguna, el no poseia mis ojos profundos e interrogadores. De vez en cuando le dirigia a mi madre una deferente pregunta sobre el jardin. Ella se sentaba a mi izquierda, traia el desayuno, respondia a todas las preguntas y no nos dejaba en paz con su dulzura durante el larga y silenciosa comida. Tampoco me parecia a ella. Algunas personas decian que yo tenia sus mismos ojos; aunque asi fuera, no teniamos nada mas en comun.

?Como podia estar emparentado con ellos? ?Y como podia yo no senalar esas diferencias obvias?

– Mama, ?soy un hijo ilegitimo? -(Tono de conversacion normal.)

Oi un ligero crujido de papeles a mi izquierda. Mis dos hermanos continuaron leyendo.

– No, querido. ?Tienes ya el bocadillo?

– Si. ?Estas segura de que no hay ninguna posibilidad de que sea ilegitimo?

Levante la mano senalando a Nigel y a Mary a modo de explicacion. Mi padre se aclaro la garganta silenciosamente.

– Al colegio, Christopher.

Bueno, podian estar mintiendome.

La paternidad, para Toni y para mi, era un delito de rigurosa responsabilidad. No existia la necesidad de mens rea, solo el actus reus del nacimiento. La sentencia que pronunciabamos, despues de considerar una a una todas las circunstancias en relacion con el caso y la extraccion social de los ofensores, era la de libertad condicional perpetua. En cuanto a nosotros, las victimas, los malaimes, nos dabamos cuenta de que una existencia independiente solo podia lograrse evitando estrictamente toda influencia educativa. Camus se desmadro con su Aujourd'hui Maman est morte. Ou peutetre hier. «Desmadrarse», como deciamos nosotros, saboreando el juego de palabras, era el deber de todo adolescente que se respetase a si mismo.

Pero resultaba mas dificil de lo que imaginabamos. Habia, segun averiguamos, dos estadios diferenciados. Primero venia Tierra Arrasada; rechazo sistematico, deliberada contradiccion, un definitivo y anarquico barrido total. Despues de todo, formabamos parte de la generacion de los Jovenes Airados.

?Te das cuenta -le dije a Toni una vez a la hora de comer, mientras callejeabamos sin ton ni son por la zona de recreo de los mayores- de que formamos parte de la generacion de los Jovenes Airados?

Si, y me da cien patadas en la boca del estomago. -Se le cruzaron los ojos como siempre que algo le disgustaba.

?Y que cuando seamos viejos y tengamos… sobrinas o sobrinos, nos preguntaran que hicimos durante la Gran Ira?

– Bueno, estamos metidos en ella, ?no?

– ?Pero no te parece contradictorio estar leyendo a Osborne en el colegio con el carcamal de Runcaster? O sea, ?no crees que se esta poniendo en marcha una especie de institucionalizacion?

– ?Que quieres decir?

– Bueno, que decapitan la revuelta de la intelligentsia intentando institucionalizarla.

– ?Y…?

– Pues acaba de ocurrirseme que tal vez lo mejor sea la autosatisfaccion.

– La escolastica. -Toni sonrio aliviado-. Eres un angel.

El problema era que a Toni le resultaba mucho mas comodo ser un Joven Airado. Sus padres (en parte, imaginabamos, debido a sus experiencias en el ghetto) eran: a) religiosos, b) rigurosos, c) posesivamente carinosos y d) pobres. El no tenia mas que ser ocioso, agnostico y manirroto, y ya estaba: Airado. El ano anterior, por ejemplo, se habia cargado el picaporte de la puerta de su casa, y su padre dejo de darle la paga semanal durante tres semanas. Gestos como ese eran provechosos. Mientras que, cuando yo me mostraba danino, petulante u obstinado, mis padres, vergonzosamente tolerantes, se limitaban a identificar mi condicion («Ay, querido Christopher, que dificil es siempre crecer»). Esa identificacion era lo mas proximo a la reprimenda que lograba conseguir de ellos. Podia coger un cuchillo y blandido de un lado a otro hasta cortarme una vez, y ?que es lo que haria mi madre? Ir por el yodo y vendarme hasta los nudillos.

Por supuesto, Tierra Arrasada nunca llegaba hasta el limite. Con una perspicacia impropia de nuestra edad, nos dabamos cuenta de que el mero rechazo o alteracion de los puntos de vista y la moralidad de nuestros padres, no era mas que un amargo acto reflejo. Igual que blasfemia implica religion, deciamos, un borron general y cuenta nueva de las imposiciones de la infancia representa la asuncion de algunas de ellas. Y eso no podiamos aceptarlo. Asi que, sin llegar a poner en peligro nuestros principios, acordamos seguir viviendo en casa.

Tierra Arrasada era la primera parte; la segunda era Reconstruccion. Eso estaba en el programa; aunque muy buenas razones -y buenas metaforas- apoyaban nuestra renuencia a examinar muy de cerca ese tipo de asuntos.

– ?Que hay de Reconstruccion?

– ?Por que?

– ?No crees que deberiamos empezar a planear alguna cosa al respecto?

– Ya lo estamos haciendo. En eso esta T. A.

– Hum…

– Pienso que, a estas alturas, no deberiamos comprometernos demasiado con ninguna linea de accion en particular. Solo tenemos dieciseis anos.

Eso no tenia vuelta de hoja. La vida no comenzaba de verdad hasta que se abandonaba el colegio. Eramos lo bastante maduros como para darnos cuenta de ello. Cuando uno salia al mundo empezaba:

«…a tomar Decisiones Morales…»

«…a tener Relaciones Sentimentales…»

«…a hacerse Famoso…»

«…a escoger Su Ropa Personalmente…»

De momento, todo lo que se podia hacer en ese terreno era juzgar a los padres, asociarse con los confidentes de tus odios, intentar ser muy popular entre los chicos menores sin hablar nunca con ellos, y decidir si nos abotonabamos o no el ultimo boton del cuello de la camisa. No era gran cosa.

7. Las curvas de la mendacidad

El domingo habia sido creado para Metrolandia. Los domingos por la manana, todavia en la cama pensando en como matar el dia, dos ruidos invadian el silencioso y satisfecho barrio: el de las campanas de la iglesia y el del tren. Las campanas nos despertaban con su persistencia, sonando con un vigor, por demas irritante, para detenerse con un medio repique desganado. Los trenes hacian un estruendo

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