Cuando ya oscurecia, el arabe aparecio por fin al volante de un coche gris, entro en la casa apresuradamente. Richard se alegro: sabia por fin que su victima seguia en la ciudad. Termino de comer, pago la cuenta y se dirigio de nuevo a la casa del arabe. Pensaba llamar a la puerta y echarle el espray a la cara cuando saliera a abrir. Por el camino se puso unos guantes de plastico. Pero cuando se encontraba a unos treinta pasos de la casa vio que el arabe bajaba aprisa por las escaleras con un puro Cohiba apagado en la boca. No habia viento. Parecia que habia llegado el momento oportuno. El exito en los asesinatos a sueldo dependia en buena parte de la buena coordinacion, de saber moverse con rapidez y decision. Richard se saco del bolsillo la botellita de espray. La victima se subio a su coche y saco un encendedor, lo acerco a la punta del puro, dio unas caladas… y entonces Richard aparecio de pronto a su lado. Psst, una bocanada de espray en la cara misma del hombre, y Richard siguio caminando como si no hubiera pasado nada; ni siquiera miro atras. Sabia que habia dado en el blanco. Richard tenia una rapidez y una agilidad maravillosas para un hombre de su tamano. Aparecia y desaparecia como una nube de humo.
El arabe murio. Cuando lo encontraron y se dio aviso a las autoridades, se declaro que su muerte habia sido natural, un ataque al corazon, tal como habia planeado Richard.
Mas tarde, cuando Richard se reunio con Remi y le dijo que el arabe habia dejado de dar problemas, Remi se alegro mucho y se quedo asombrado.
– ?Como lo has conseguido? -le repetia, frunciendo el ceno con gesto de curiosidad.
– Me las arregle para que le diera un ataque al corazon -dijo Richard con modestia, sin dar mas detalles y con una leve sonrisa.
Al dia siguiente, Richard abrio una cuenta bancaria numerada en Zurich, fue a Luxemburgo en tren, abrio alli una segunda cuenta y regreso a Zurich. Ahora, lo unico que tenia que hacer era abrir una cuarta cuenta en las islas Caiman, y todo estaria dispuesto.
Remi entrego a Richard un segundo cheque, este por un importe de 675.000 dolares, a favor de la Corporacion Mercantil. Richard se volvio enseguida a los Estados Unidos, se fue a Georgia en su coche e ingreso aquel cheque. Fue a las islas Caiman y abrio alli otra cuenta de empresa. Despues, Richard se ocupo de que los fondos del segundo cheque se transfirieran a la cuenta de las islas Caiman, de ahi a la cuenta en Zurich, y por ultimo a la cuenta de Luxemburgo, una serie de movimientos de fondos a los que seria casi imposible seguir la pista. Acto seguido Richard tomo las medidas necesarias para que Remi y el banquero asiatico cobraran lo suyo de la cuenta de Luxemburgo. Luego entrego a Spasudo su parte.
Richard estaba dispuesto a jugar limpio con Spasudo mientras este, como creia Richard, siguiera presentandole planes viables y sin problemas. Spasudo conto a Richard que al traficante y a dos amigos suyos los habian matado a tiros.
– Este mundo esta lleno de peligros -dijo Richard. Nada mas.
Phil Solimene volvio a llamar a Richard para animarlo a que se pasase por la tienda. Richard le dijo que iria por alli «cuando pudiera». Solimene sabia que tenia que tener muchisimo cuidado con Richard. Si este percibia algun tipo de montaje, de traicion, Solimene sabia que lo mataria en un abrir y cerrar de ojos… y todos lo demas, la Policia estatal y la ATF, lo sabian tambien.
Richard volvio a viajar a Zurich sin que lo supieran Kane ni las autoridades. Esta vez tuvo que pasarse alli casi dos semanas esperando el cheque. No le gustaba estar tanto tiempo lejos de su casa, pero no le quedaba otra opcion. Llamaba a Barbara por telefono varias veces al dia; se gastaba una fortuna en telefono, pero aquello no le importaba. Llego a echar tanto de menos a Barbara, a sentir tales deseos de hacer el amor con ella, que se volvio en avion a su casa, hizo el amor repetidas veces con su esposa y se volvio de nuevo a Zurich al dia siguiente. Richard tenia en Zurich muchas oportunidades de meterse en la cama con mujeres, Remi le ofrecio a varias; pero Richard las rechazo.
– Yo miro, pero no toco -dijo a Remi.
Richard no era infiel a Barbara. Aquello le parecia una bajeza inmoral y no queria hacerlo. Pero no aplicaba la moral en lo relativo a matar hombres, en echar seres humanos vivos a las ratas; en realidad, aquellas cosas ni siquiera lo inquietaban. Pero lo de la infidelidad… ni pensarlo. No queria hacerlo. Quiza fuera por esto por lo que podia llegar a ser tan brutal con Barbara: mas que como a un ser humano dotado de sentimientos, la veia como un objeto de su propiedad y, como tal objeto, podia hacer lo que quisiera con ella. Segun dijo Barbara hace poco: Cuando no estaba el, habia paz en la casa. No habia aquella presion, aquella tension que producia el. La verdad es que yo preferia que no estuviera. Los chicos y yo lo pasabamos mejor. No teniamos que preocuparnos de que tirara la mesa del comedor por la ventana.
Dominick Polifrone ya aparecia por la tienda casi todos los dias. Los habituales lo habian aceptado con facilidad. A veces llevaba maletas llenas de pistolas y silenciadores especiales, y los demas querian comprarle lo que llevaba; pero el siempre decia que las cosas «ya estaban prometidas»; aunque les aseguraba que tendria mas. Pasaron las semanas y los meses, y todos se dieron cuenta de que Richard ya no venia por la tienda. Esto se debia, en buena medida, a lo que hacia en Zurich. Pero si que se paso por la tienda varias veces sin previo aviso, como habia hecho siempre. Aparecia alli, charlaba un rato, jugaba a las cartas quiza y se marchaba, siempre cuando no estaba Polifrone. La investigacion no iba a ninguna parte. Pat Kane estaba desesperado, y empezaba a pensar que Kuklinski era demasiado listo para ellos; parecia como si tuviera una especie de sexto sentido que le permitiera escurrirse siempre de los problemas, fuera del alcance de la Policia, libre de todo mal. Kane sabia que Richard era un asesino frio, pero ni sus companeros ni el podian hacer nada por detenerlo. Frustrado, llegaba todas las noches a su casa con su «cara de trabajo» puesta, como decia Terry… triste y mustio, viendo que la luz al final del tunel se apagaba y llegaba a desaparecer.
47
Habia grandes cambios en la familia Gambino del crimen organizado. Paul Castellano no solo tenia grandes problemas con la justicia, sino con sus propios soldados, tenientes y capitanes. Todo el mundo sabia ya que los federales le habian puesto microfonos en la casa y que le habian grabado conversaciones interminables sobre asuntos de la Mafia y soltando declaraciones de amor ridiculas a su ama de llaves.
Se avecinaban cambios bruscos y repentinos, estaban en el viento que soplaba con fuerza desde el Club de Caza y Pesca de Bergin, que era la sede de John Gotti.
Contando con la colaboracion de Sammy Gravano, Gotti trazo un plan audaz para matar a Castellano y hacerse con el mando de la familia. Ambos sabian que se trataba de una empresa muy peligrosa a muchos niveles. Paul era jefe de una familia, y aquel golpe no tenia la aprobacion imprescindible de la comision, como la habia tenido la ejecucion de Carmine Galante. Pero Gotti, que era atrevido hasta la temeridad, estaba resuelto a quitarse de en medio a Paul y ponerse el al frente de la familia. No era ningun secreto que la mayoria de los capitanes no soportaban a Paul, y Gotti estaba seguro de que, tras la muerte de Paul, la transicion por la que el llegaria a ser el jefe seria relativamente suave; no dudaba de que todos los capitanes se pondrian de su parte enseguida; y aquello fue precisamente lo que sucedio.
Estaba concluyendo el ano 1985. Se acercaban las fiestas navidenas. Richard Kuklinski acababa de regresar de uno de sus muchos viajes a Europa, cuando le llamo por telefono Sammy Gravano y acordo con el una reunion en la casa de comidas ya conocida, en la orilla de Nueva
Jersey del puente George Washington. Gravano sabia que Richard era de confianza. Lo habia demostrado en muchas ocasiones. Tambien sabia que no tenia ningun compromiso de fidelidad con nadie y que era mi asesino extremadamente eficaz que siempre cumplia el encargo: Richard no habia dejado jamas de llevar a cabo ninguno de los encargos que habia aceptado, cosa de la que sigue estando orgulloso hasta la fecha. Gravano fue al grano y dijo a Richard que tenia «un trabajo especial» cuya victima seria «un jefe».