Richard llego al pie de las escaleras, vio con asombro a unos ninos de siete a catorce anos, de ambos sexos, blancos y negros. Eran como una docena. Estaban todos callados y con los ojos muy abiertos, tristes y asustados.

– ?Te apetece uno? -dijo el traficante, como si fueran postres frescos y apetitosos en una fuente de un restaurante animado.

– No; no, gracias -gruno Richard, mientras se acumulaba dentro de el una ira ardiente. Le salio de los labios aquel chasquido suave. John Spasudo tenia una amplia sonrisa en el rostro. Richard apenas pudo contener el impulso de sacar la pistola y matar a los dos alli mismo. Se volvio en silencio y subio por las escaleras, ocupando todo aquel espacio con sus anchos hombros, prometiendose a si mismo en silencio que volveria… por un solo motivo.

Ver asi a aquellos ninos habia hecho un efecto pesimo a Richard. Si habia una cosa que aborrecia era ver maltratar a los ninos, del modo que fuera. Aquello le hacia aflorar una oleada de recuerdos reprimidos. Richard ya no sonreia al traficante ni le hablaba con amabilidad; lo miraba con un desden helado. Segun explico hace poco: No podia quitarme de la cabeza la imagen de aquellos ninos… Esto me comia por dentro. Tenia que hacer algo. No podia dejar de pensar en ellos. Ahora que han pasado tantos anos, me enfurezco solo de pensarlo… con el recuerdo, ?sabe?

Cuando salieron, Richard dijo a Spasudo que no le gustaban esas cosas; que, de hecho, las detestaba. A Spasudo aquello le parecia muy divertido. Richard no le veia la gracia de ninguna manera.

Al dia siguiente, Richard salio camino de Georgia para abrir una cuenta corriente en la que pudiera ingresar los cheques bancarios robados. No estaba seguro de que aquello fuera verdad, de que diera resultado, pero Remi ya habia cumplido una vez con lo del dinero nigeriano. Aquello habia marchado como un reloj suizo, y Richard estaba optimista. Pero mientras viajaba en su coche hacia Georgia no dejaba de pensar en los ninos, en lo que les estaban haciendo. Pensaba en sus padres y en sus familias, en como se sentiria el si alguno de sus tres hijos se encontrara en tal situacion. Puso la radio para oir musica country, intentando quitarse de la cabeza a aquellos ninos, a lo que se leia en sus ojos, a la tristeza de sus pequenos rostros, los recuerdos de su propia infancia; pero no lo conseguia.

Richard iba a abrir la nueva cuenta de empresa en Georgia porque habia vendido mucha pornografia en Georgia a lo largo de los anos y aquel estado le resultaba familiar, le gustaba su filosofia de vivir y dejar vivir. No tuvo ninguna dificultad para abrir la cuenta a nombre de la Corporacion Mercantil.

Cuando Richard volvia hacia Nueva Jersey, volvio a pensar en los ninos. Decidio regresar a aquella casa al dia siguiente, pero John Spasudo lo llamo y le dijo que Remi se habia puesto en contacto con el y que tenia que volver a Zurich lo antes posible.

– Dile que voy para alla -dijo Richard; y al dia siguiente ya viajaba hacia Zurich. Barbara estaba acostumbrada a aquellos viajes repentinos, y no dio vueltas a la marcha brusca de Richard. Dice que preferia que el no estuviera. Habia paz en la casa, explica ella.

46

«La tienda»

Pat Kane creia desde hacia mucho tiempo que la clave para llegar a

Richard Kuklinski era Phil Solimene, el propietario de «La tienda», en Paterson, que era el unico amigo que tenia Richard.

Solimene era quiza la unica persona del mundo (aparte de Barbara) en quien confiaba Richard, a quien Richard tenia por… amigo. Richard lo conocia desde hacia bastante mas de veinte anos; habia cometido a su lado todos los delitos imaginables, incluso asesinatos. Solimene hasta sabia donde vivia Richard y su familia, habia ido varias veces a tomar copas y cafe a casa de los Kuklinski con su mujer, la hermana de Percy House.

Rindiendose a la presion constante de Kane, Percy House accedio por fin a convertirse en chivato para salir de la carcel. Con un microfono, fue a «La tienda», donde consiguio que Phil hijo reconociera su participacion en un robo frustrado en una casa en el que habian asesinado a un anciano, lo habian matado al golpes. House tambien intento hacer hablar a Richard con una grabadora oculta, pero Richard no se fiaba de el, lo amenazo abiertamente con matarlo, y Percy House salio de la tienda como alma que lleva el diablo y no volvio mas por alli.

Tambien Phil Solimene padre tenia problemas con la justicia, y cuando Pat Kane se puso en contacto con el y le dijo que queria que tendiera una trampa a Richard, Solimene le escucho, aunque a disgusto. Ademas, el hijo de Solimene estaba cumpliendo condena en una carcel del Estado de Nueva Jersey, y a Kane le parecio que podria aprovechar este factor para convencer a Solimene.

– Si nos ayudas a atrapar a Kuklinski, te ira mejor en la vida -dijo Kane-. Si no nos ayudas, te ira mucho peor: tu vida sera un infierno, te lo prometo.

Con la cara de querubin inocente que tenia Kane, una amenaza suya resultaba mas inquietante si cabe.

Ademas -prosiguio-, procurare que a tu hijo le vaya bien en la carcel y que lo trasladen cerca de ti, de la estatal de Trenton a Rahway.

Con todo lo que temia Solimene a Richard -y lo temia de verdad-, temia todavia mas perder su libertad; y, despues de mantener varias reuniones con Kane y con agentes federales de la ATF (Polifrone entre ellos) y del FBI, Phil Solimene, la unica persona del mundo en quien confiaba Richard, accedio a ayudar a las autoridades; y asi se alargo de pronto un poco mas la cuerda que habia de servir para ahorcar a Richard Kuklinski; se hizo mas fuerte, una realidad tangible que oscilaba sobre la cabeza de Richard como movida por una suave brisa.

Richard llego a Zurich y se registro en su hotel. No llevaba alli diez minutos cuando aparecio Remi. Almorzaron temprano en un restaurante de cuatro estrellas que estaba cerca del hotel.

– Todo va bien -dijo Remi-. Tendremos el primer cheque manana.

– ?De verdad?

– Si, de verdad.

– ?Cuanto?

– Quinientos mil -dijo Remi con cara inexpresiva mientras se llevaba a la boca caracoles con mantequilla con la facilidad que da la practica.

– Lo creere cuando lo haya visto -dijo Richard.

– Lo veras manana -dijo Remi con absoluta certeza. Si aquello era cierto, a Richard y a Spasudo les corresponderian casi sesenta y tres mil dolares por cabeza, despues de que el banquero se quedara con su cincuenta por ciento y Remi con su parte correspondiente.

– ?Cuando… donde… a que hora? -dijo Richard, sin llegar a creerselo del todo; en efecto, aquello parecia demasiado bonito para ser cierto.

– Te lo llevare yo a tu hotel -dijo Remi.

Y, en efecto, al dia siguiente Remi se presento a la hora que habian acordado con un cheque a nombre de la Corporacion Mercantil por importe de quinientos mil dolares. Richard apenas daba credito a sus ojos, pero alli lo tenia, en su mano inmensa.

– No me creia que pudieras salirte con la tuya, pero lo has conseguido. ?Eres un buen tipo, Remi… un buen tipo! -dijo Richard, deshaciendose en sonrisas. Apreto la mano regordeta de Remi; pero advirtio que este no parecia demasiado contento para tratarse de un tipo que acababa de ganar tanto

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