puntualidad. Se esperaba que fuera puntual.
Richard salio de su casa aquella tarde a las dos. Se habia puesto dos jerseis gruesos y, encima, una gabardina. Llevaba en el bolsillo izquierdo el gorro que le habia dado Gravano, un 38 en el bolsillo derecho, dos pistolas mas bajo el cinturon. Tambien llevaba un cuchillo atado a la pantorrilla y, en el bolsillo izquierdo, el walkie-talkie que le habia dado Gravano. En vez de ir a Manhattan en su coche tomo el autobus. No queria tener que preocuparse de que nadie lo viera subir o bajarse de su coche, ni que quedara ninguna huella de que su coche habia estado en Nueva York. Llevaba puesta una gorra de un sindicato. La perspectiva de aquel trabajo, su peligro, su audacia, lo emocionaba. Aquello era lo que le gustaba hacer a Richard: tentar al destino, forzar la suerte al limite, atravesar esa frontera peligrosa. No sentia ningun miedo ni tension, solo euforia. Era un cazador que perseguia a una presa grande.
Richard salio del edificio de la Autoridad Portuaria y camino hacia la parte alta por la Octava Avenida, pasando ante muchas tiendas que vendian pornografia de la que distribuia el. Doblo a la derecha por la calle Cuarenta y Seis y se dirigio al este, hacia el Sparks. Las calles estaban abarrotadas de gente que iba de compras, turistas navidenos, gente bulliciosa en la ciudad mas bulliciosa del mundo. Habia mucho trafico, ruido constante de bocinas, tintineo metalico de campanillas en las manos con guantes blancos de los Papa Noel que habia en casi todas las esquinas.
Richard, segun sus planes, habia llegado un poco temprano y mataba el tiempo mirando escaparates, entrando y saliendo de las tiendas, avanzando poco a poco hacia el este, midiendo el tiempo cuidadosamente para llegar en el momento oportuno. Habia estado explorando aquella manzana el dia anterior y sabia exactamente donde se colocaria. Teniendo en cuenta que la calle Cuarenta y Seis era de un solo sentido hacia el este, el se pondria en el lado norte de la calle, para poder avanzar directamente hacia su objetivo por la espalda. Cuando Richard llego a la Tercera Avenida, se puso el gorro de piel ruso. El walkietalkie sono. Comunicaron a Richard que Paul llegaria a su hora. Se situo ante el Sparks, en la acera de enfrente, y se puso a esperar. Nadie se fijo en el, a nadie le importaba. Mientras estaba alli de pie, no tenia idea de quien serian los otros asesinos del equipo. No era por casualidad. Asi lo querian Gravano y Gotti.
Si alguien llevaba pistola, seria Tommy Bilotti, el guardaespaldas de Paul. Richard se aseguraria de que no le diera tiempo de echar mano a la pistola, ni mucho menos servirse de ella. Aquella era su mision. Lo haria bien, o moriria en el intento.
A Richard le parecia que todo iba a camara lenta. Las imagenes y los sonidos se volvian mas agudos, mas precisos y definidos. Espero. A las cinco y media en punto llego ante el restaurante el coche oscuro que usaba Paul para ir por la ciudad. Paul iba en el asiento trasero. El coche se detuvo. Se acercaron a el rapidamente, como aparecidos por arte de magia, hombres con gabardinas y gorros de piel. Richard salto a la accion. Se dirigio al coche, cruzando la calle con rapidez. Cuando Castellano se bajo del coche, lo estaban esperando dos hombres con gabardinas y gorros de piel rusos que le dispararon con pistolas inmediatamente. No se entero siquiera de que habia pasado. Tonnny Bilotli no tuvo tiempo de reaccionar: conmocionado, atonito, vio por la ventanilla como mataban a Paul, sin llevar la mano a la pistola, con las dos manazas apoyadas en el techo del coche. Ni siquiera vio llegar a Richard cuando este se le acerco y lo mato de un tiro, se volvio y se alejo rapidamente por la Segunda Avenida, perdiendose entre la multitud alborotada. Richard se volvio para cerciorarse de que no lo seguian. Llevaba todavia en la mano la pistola, dispuesto a matar a cualquiera que cometiera la estupidez de seguirle los pasos. No lo seguia nadie.
Paro un taxi en la Segunda Avenida e hizo que lo llevara a la parte alta. Se bajo del taxi en la calle 100 y un segundo taxi lo dejo directamente en la estacion de autobuses de la Autoridad Portuaria. Se quito la gabardina y el sombrero de piel, pago al taxista, entro tranquilamente en la estacion de autobuses y tomo un autobus para volver a Nueva Jersey, confundiendose con la multitud apresurada de trabajadores y de gente que volvia de tiendas cargada de paquetes. Se bajo del autobus en Bergenfield y echo la gabardina, el gorro y el walkie-talkie a un contenedor verde, procurando empujarlos hasta el fondo del contenedor para que no los encontraran. Acto seguido, se volvio a su casa caminando tranquilamente, disfrutando del aire frio de diciembre, contento por lo bien que habia ido todo, como un reloj. Penso que Gravano y Gotti lo habian planeado todo de manera impecable.
Cuando llego a su casa, Barbara y Chris estaban envolviendo regalos de Navidad. Richard se comio su cena, que Barbara le habia guardado caliente. Despues vio boletines de noticias que contaban que Paul Castellano y su conductor habian sido abatidos a tiros y habian muerto, y que todos los asesinos habian conseguido huir.
Cuando Pat Kane se entero del asesinato de Castellano, penso inmediatamente que Richard podia tener algo que ver con ello. Kane sabia que Richard habia tenido relaciones especiales con la familia Gambino y era logico pensar que pudiera estar complicado en el asunto. Llamo a la unidad de crimen organizado del DPNY, les expuso su sospecha, y le dijeron que todo habia sucedido con tal rapidez y eficacia que no habian podido encontrar a ningun testigo capaz de darles una descripcion detallada y aprovechable.
Unos tipos con gabardinas, todos con los mismos gorros de piel, ya sabe, de esos rusos, nada mas. Es lo unico que tenemos hasta ahora -le dijo Kenny McGabe, detective del DPNY.
– ?Era alguno de ellos un hombre especialmente grande? -le pregunto Kane.
– No podemos saberlo, de momento -respondio McGabe.
Pero algo decia a Kane que Richard estaba metido en aquello. Parecia un trabajo de los que eran su especialidad. (Y tenia razon otra vez.) Comento esto a algunos companeros suyos de la Policia estatal, al teniente Leck y al detective Ernest Volkman, pero ambos opinaron que Kane iba por mal camino, que se estaba agarrando a un clavo ardiendo. Cosa extrana, si se tiene en cuenta que Kane llevaba tanto tiempo por el buen camino.
Richard no queria pasar las fiestas lejos de su casa, de modo que dejo el viaje siguiente a Europa hasta despues de Ano Nuevo. Como de costumbre, Barbara celebro la Navidad por todo lo alto. Se gasto alegremente una fortuna en regalos, paso varios dias cocinando montanas de comida. Como de costumbre, Richard estaba callado y serio, pero cumplia fielmente con las apariencias de estarlo pasando bien. Pero si que disfrutaba al repartir los regalos la manana de Navidad, con gorro y camisa roja de Papa Noel.
Richard regreso a Zurich poco despues de Ano Nuevo. Volvio a tomar una habitacion en el Hotel Zurich. Habia intimado mas con Remi. Este habia cumplido siempre con todo lo que le habia prometido, era hombre de palabra. Richard habia llegado a apreciar a Remi en la medida en que era capaz de ello. Richard seguia participando en las operaciones de divisa nigeriana, pero no eran tan lucrativas como los cheques falsos. Y Remi todavia tenia pensado otro proyecto que expuso a Richard. No sabia como habia conseguido Richard que al arabe le diera un infarto, pero estaba tan impresionado que consideraba a Richard capaz de llevar a cabo cualquier cosa. El nuevo proyecto consistia en robar un gran cargamento de diamantes de un tratante belga. Richard tomo un tren para visitar a Remi en la ciudad donde vivia, Amberes, y Remi le explico que tenia tratos con un guardia de seguridad de un gran almacen de diamantes. Richard acompano a Remi a ver aquel lugar. Estaba en el corazon mismo del famoso barrio de los diamantes de Amberes.
Richard se quedo maravillado al ver tantos diamantes hermosos expuestos, no habia visto nunca nada como aquello, pero el plan no le gustaba en absoluto. La seguridad era mas estrecha que el culo de una monja, segun comento hace poco, y no queria saber nada de intentar hacer alli ningun robo a mano armada. Habia por todas partes guardias de seguridad armados, de cara seria, camaras de vigilancia dispuestas estrategicamente para cubrirlo todo, y solo se entraba y se salia por una calle principal, una verdadera ratonera para el que quisiera huir rapidamente.
Esto no es para mi-dijo a Remi. Aunque Richard habia disfrutado mucho viendo aquellos diamantes, no queria saber nada de robar alli.
De vuelta en Zurich, Richard recibio un nuevo cheque; se volvio a los Estados Unidos, bajo a Georgia y lo ingreso. No sabia cuanto tiempo duraria aquel negocio; por eso trabajaba con diligencia.
Cuando Richard regreso a Dumont, tenia mas recados de Phil
