a la gente sin que lo vieran, y pronto supo donde vivia Pat Kane con su mujer y con sus dos hijos.

Acababa de suceder lo que habia temido Pat Kane desde el primer momento.

Ahora ya solo era cuestion de pensar la manera mejor de hacerlo (penso Richard); de deshacerse de Pat Kane de una vez para todas de manera que el asunto no volviera a caerle encima a el. Para divertirse, apunto a Kane con su rifle cuando este bajaba del coche. Pum, estas muerto, susurro, aunque no apreto el gatillo.

49

Tengo que librarme de unas ratas

Cuanto mas pensaba Richard en matar a Kane, mas se daba cuenta de que le caeria encima una tormenta policial. Sabia que si pasaba algo a Kane se lo achacarian a el inmediatamente. Llego a la conclusion de que, para hacer bien aquel trabajo, tenia que hacer que el asesinato de Kane pareciera un accidente: aquella era la clave, y estaba seguro de que podria conseguirlo; pero para ello necesitaba veneno. Para llevar a cabo aquello necesitaba el espray de cianuro, y no tenia. Empezo a preguntar a gente del hampa que conocia en Jersey City, en Hoboken y en Nueva York si alguien podia proporcionarle algo de cianuro. No tuvo suerte. El plan de Richard era arrojar el espray de cianuro a Kane en la cara cuando este saliera del bar despues de haberse tomado unas copas; caeria muerto alli mismo. Todos creerian que habia sufrido un infarto. Perfecto. El cianuro era muy dificil de detectar si se aplicaba en la dosis adecuada.

Empezaria por pinchar un neumatico del coche de Kane, y cuando este estuviera cambiando la rueda, iria por el. Seria facil. Sonreia al pensarlo, sabiendo que daria resultado. Pero le estaba costando mucho trabajo encontrar cianuro puro, de laboratorio. Sabia que solo tendria una oportunidad, y tendria que dar resultado. No tendria una segunda oportunidad. Kane iba armado y era peligroso.

Richard debia ir a Zurich aquel viernes, pero retraso el viaje hasta la semana siguiente. Se dedicaria a preparar y a planificar el asesinato de Pat Kane.

Entonces, por segunda vez en menos de una semana, llamaron unos desconocidos a la puerta de Richard, y este segundo incidente altero a Richard hasta ponerlo al borde de la locura. Para el fue como un Waterloo, en cierto modo, como el principio del fin. Todo aquello tenia que ver con John Spasudo.

John Spasudo habia ganado hasta entonces una pequena fortuna con Richard; pero tenia el vicio del juego, y no solo tiraba el dinero, sino que estaba en deuda con traficantes de droga, con mayoristas de cocaina. Al parecer, tomaba la droga a cuenta para revenderla, pero perdia el dinero en el juego, y estaba en situacion apurada con unos colombianos. Spasudo no habia estado nunca en casa de Richard, pero habia podido enterarse de su direccion por medio de la matricula de su coche.

Cuando los colombianos apretaron los tornillos a Spasudo, a este se le ocurrio decirles que su dinero lo tenia Richard, lo cual no era cierto en absoluto, y hasta llevo a dos de ellos hasta la casa de Richard. Spasudo creia que Richard no estaba, que se habia ido a Zurich; pero, de hecho, estaba en la casa cuando llamaron a la puerta. Richard los vio por los visillos, vio a Spasudo sentado en el coche, y se puso furioso al ver que gente de la calle, matones, se habian presentado en su casa.

Aquello no debia suceder.

Richard siempre habia procurado escrupulosamente mantener la calle, sus operaciones nefandas, lejos de su casa, de su familia. Ahora, la calle llamaba a su puerta, tocaba su timbre. Segun explico hace poco: Aquel dia comprendi que habia cometido errores. Habia permitido que lo que hacia tocase a mi familia. Era lo que siempre habia temido, y habia terminado por pasar. Para mi… Para mi fue como si me atropellara un tren. Lo arreglaria. Tenia que arreglarlo. Mi plan consistia en matarlos a todos. Matar a todos los que tenian tratos estrechos conmigo… ?quiero decir a todos!

Mientras estaban alli plantados los colombianos, Dwayne llego inocentemente al camino de entrada de la casa. Los dos hombres se acercaron a Dwayne y le preguntaron donde estaba su padre. Le hablaron con amabilidad, pero se percibia un fondo de peligro, de amenaza.

– Esta de viaje -dijo Dwayne.

Al parecer, se conformaron con aquello de momento. Dijeron a Dwayne que le comentara a su padre que habian estado alli y que volverian. Uno toco el brazo de Dwayne al hablar. Richard, que veia aquello desde la ventana, estuvo a punto de estallar de rabia. Torcio los labios en una mueca de ira. Sintio el deseo de salir corriendo y matarlos con las manos desnudas; pero aquello tendria que esperar. Se controlo, apretando los dientes, mientras le salia de los labios el suave chasquido. Los hombres volvieron a subirse a su coche y se marcharon. Cuando se iban, Richard miro fijamente a Spasudo, sentado en el asiento de atras. La cabeza le daba vueltas de rabia. Hasta tuvo que sentarse.

Aquel mismo dia, al anochecer, Richard fue a ver a Spasudo. Este se asusto al verlo.

– ?Como cono te atreves a llevar a mi casa a esos hispanos? -vocifero Richard.

– Rich, crei que estabas de viaje. Solo pretendia ganar tiempo. ?Lo siento, Rich, lo siento!

Segun explico recientemente Richard, si no hubiera sido porque estaba haciendo negocios con Spasudo, lo habria matado alli mismo, se habria deshecho de su cadaver, lo habria echado a las ratas. Pero aquel era un lujo que no se podia permitir de momento; aunque Spasudo ya tenia los dias contados. Richard saco una pistola y metio el canon en la boca de Spasudo, levanto el percutor.

– Si vuelves a traer a alguien cerca de mi casa, te matare, John. ?Lo has entendido?

– ?Si, entendido, lo juro! -farfullo el otro.

Richard fue entonces a matar a los dos colombianos. Con ello libraria a Spasudo de sus deudas, aunque desde luego que esto era lo que menos le importaba. Lo unico que pretendia era matar a los hombres que habian osado aparecer ante su puerta.

El siguiente seria Pat Kane.

La desesperacion irracional de Richard lo llevo entonces a hacer lo que Pat Kane y Dominick estaban esperando y pidiendo al cielo desde el principio. Fue a una cabina y llamo a Phil Solimene. Por pura casualidad, Polifrone estaba en la tienda jugando a las cartas.

– Hola, Grandullon -dijo Solimene al oir la voz de Richard.

– Ese amigo tuyo, ese tal Dom, ?esta por alli? -pregunto Richard.

– Si, esta aqui mismo.

– Que se ponga.

– ?Eh, Dom! -dijo Solimene en voz alta-. Es para ti; es Richard, el Grande -anadio con una sonrisa y un guino mientras entregaba el telefono a Dominick.

– ?Como te va? -dijo Dominick, muy contento de poder establecer contacto por fin con el escurridizo Richard Kuklinski, al cabo de tantos meses. Era una llamada del propio demonio.

– Estoy hien. He oido decir que tienes buenos contactos.

– De primera, joder.

– Vamos a hablar. Necesito una cosa especial. No quiero ir por alli. ?Puedes esperarme en el Dunkin' Donuts de esa misma calle?

– Claro, Rich, sin problema -dijo el agente.

– ?Dentro de cinco minutos?

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