– Vale -dijo Polifrone, y colgo.

– Ya te dije que llamaria -dijo Solimene, sonriente.

– Tenias razon -admitio Dom-. Quiere verme en el Dunkin' Donuts.

– Yo me quedo aqui -dijo Phil; y Dominick salio.

Dominick salio a la calle. No tenia tiempo de llamar a Kane, ni siquiera a los suyos de la ATF. Estaba completamente solo y tenia que actuar con rapidez. Subio a su Lincoln negro y fue hasta la cafeteria de la cadena Dunkin' Donuts. Sabia que deberia haber llevado una grabadora oculta, pero no habia tiempo de organizar aquello. Eran las 10.45 de la manana. El cielo estaba lleno de tonos grises sombrios. Dominick estaba nervioso, emocionado, preocupado, todo al mismo tiempo. Llevaba tanto tiempo planeando aquello que habia llegado a creer que no sucederia nunca. Pero habia sucedido. Acababa de hablar con el demonio en persona. Dom iba armado. Llevaba en el bolsillo una Walther PPK. Era un tirador excelente. No creia que Kuklinski intentara nada a plena luz del dia, en un Dunkin' Donuts, pero tampoco tenia una idea clara de lo que pasaba, de lo que queria Kuklinski, de que se estaba cociendo. Cuando llego al aparcamiento, vio alli a Richard. Iba en el Camaro plateado de Dwayne. Polifrone aparco y se dirigio a el con sus andares contoneantes, entrando plenamente en el personaje de manoso.

– Hola, ?como te va? -dijo a Richard a modo de saludo.

– Tirando, bien -respondio Richard, bajandose del coche y apretando la mano que le ofrecia Polifrone. El agente se quedo impresionado por el tamano de Richard.

– Vamos a tomar cafe -ofrecio Richard, y los dos entraron en el local del Dunkin' Donuts. Estaba casi vacio. Richard se sento en un rincon apartado, a la izquierda, pensando que aquel tal Dominick podria tener unos contactos estupendos en el hampa y todo eso, pero que llevaba el peor peluquin que habia visto en su vida. Parecia como si llevara en la cabeza un mapache muerto, contaria mas tarde.

Aparte de lo del mal peluquin, Richard habia aceptado lo que le habia dicho su «amigo» Phil Solimene: que Dominick era «buena gente»; que se conocian de muchos anos. Los dos pidieron cale. Dominick tenia miedo al veneno, a que Richard se hubiera enterado de alguna manera que el era un agente infiltrado y consiguiera de alguna forma echarle veneno en el cafe. Por ello, no pidio nada de comer y procuro no perder de vista su cafe, sin soltarlo de la mano.

– Me alegro de que nos hayamos conocido por fin, joder, Rich. He oido decir muchas cosas buenas de ti, joder.

– Y yo de ti. ?Asi que conoces a Phil desde hace mucho tiempo?

– Si, somos viejos amigos. Tu tambien, segun me ha dicho.

– Conozco a Phil desde hace… bueno, hace ya mas de veinte anos.

– Es un gran tipo. Un tipo legal.

– Si… Asi que, te dire lo que necesito, ?de acuerdo?

– Si, claro, dime.

– Necesito conseguir algo de cianuro.

– Cianuro… ?el puto veneno ese, quieres decir? -Si.

– Oye, Rich… ve a, sabes, ve a una puta tienda de articulos de jardineria.

– No; yo quiero decir del puro, de laboratorio. Tengo que librarme de unas ratas -dijo Rich, divertido.

– Si, bueno, claro, estoy seguro de que podria conseguirtelo -dijo Dominick, muy serio. Queria tirar mas de la lengua a Richard, tenia que hacerlo. Al fin y al cabo, el cianuro no era ilegal, ni tampoco era ilegal pedirlo. Tenia que comprometer a Richard con algo que fuera claramente ilegal. Dominick conocia el juego, sabia lo que tenia que decir. La cuestion era si Richard entraria al senuelo.

– Rich -dijo-, me han dicho que tienes buenos contactos para armas importantes; estoy hablando de material pesado. El mio ha tenido que largarse hace poco. Tengo un buen cliente, una tia que esta metida en el IRA, y esos tienen pasta en serio y estan buscando material pesado. ?Puedes ayudarme tu en esto? Ya sabes, hoy por ti, manana por mi…

– Claro. Dejame que haga unas llamadas -dijo Richard.

Polifrone tenia algo que ponia incomodo a Richard, que lo desazonaba. Pero intercambiaron numeros de busca y de telefono y acordaron hacer negocios. La reunion concluyo poco despues. Salieron juntos. El cielo estaba mas nublado y mas oscuro.

– Habia pensado pasarme a saludar a Phil -dijo Richard.

Claro, buena idea. Te seguire -dijo Dominick; y se subio a su Lincoln y siguio a Richard hasta la tienda. Entraron juntos. Toda una pareja. Tan diferentes como el dia y la noche.

– ?Hola, Rich! -exclamo Phil, haciendo como que estaba contentisimo de verlo-. Me alegro de que los dos os hayais conocido por fin.

Richard abrazo a Solimene y le dio un beso en la mejilla, saludo a algunos de los presentes. A lo largo de todos los meses que Polifrone habia estado frecuentando la tienda habia ido fijandose en todo: sabia quien se dedicaba a la moneda falsa, a los asaltos a camiones, a los robos a mano armada; pero no podia hacer nada de momento. Sin embargo, cuando llegara el momento, se encargaria de que la justicia pidiera cuentas a todosaquellos criminales, a los delincuentes que solian pasar el rato en la tienda.

– Asi que Dom y tu sois viejos amigos -dijo Richard como de pasada.

– Desde luego que si, joder -dijo Phil-. Puedes fiarte de el como de mi mismo, Rich. ?Es un tipo legal al mil por cien!

– Vale. Con eso me basta -dijo Richard, aceptando sin mas lo que le decia Solimene. Aquello era raro en Richard. Solia ser especialmente desconfiado y receloso. Pero creia en Phil, y no albergo ninguna reserva acerca de Polifrone, aparte de aquel bisone espantoso. Penso que habria que detener al que se lo hubiera vendido.

Phil, Richard y Polifrone se dieron la mano a trio.

– Salud -dijo Phil en espanol, para atraer la suerte a cualquier empresa que realizaran juntos.

Al parecer, Richard se habia tragado el anzuelo. Dijo que tenia que marcharse y no tardo en desaparecer.

– Ya se lo dije; le dije que se lo traeria -dijo Solimene a Dominick.

– Y has cumplido. Buen trabajo -dijo Dominick. Estaba impaciente por contar a sus superiores que habia dado con Kuklinski por fin. Habia estado recibiendo criticas por su falta de resultados, pero ahora podia ensenar algo concreto como fruto de todos los meses que habia dedicado a trabajar en aquel caso, las partidas de cartas interminables, fumar puros, decir tonterias. Cuando salio de la tienda, recorrio varias manzanas con el coche, cerciorandose de que no le seguia nadie, busco una cabina de telefonos y conto a su gente lo que habia pasado, lo que se habia dicho.

– Nuestro hombre se ha tragado el anzuelo -dijo a su cuartel general.

A continuacion, Polifrone llamo a Kane. Cuando Kane se entero de lo que habia pasado, solto un fuerte aullido de alegria. Fue corriendo al despacho del teniente Leck y le conto la buena noticia. Se dieron un apreton de mano, palmadas en la espalda.

– De modo que ya ha picado -dijo Kane-. Ahora solo falta tirar del sedal.

Pero aquello era mas facil decirlo que hacerlo.

Lo que Kane y Polifrone necesitaban para llevar aquello a buen termino era un operativo mas amplio, mas sofisticado. No solo debian conseguir que Kuklinski se incriminara a si mismo, sino que debian registrarlo todo de manera admisible y aceptable ante un tribunal. Necesitaban ayuda, mas recursos, microfonos, vigilancia electronica, hombres, helicopteros, dinero… y para conseguir casi todo aquello recurririan a Bob Carroll, fiscal de Nueva Jersey.

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