Habia llegado el momento de quitarse los guantes.

Dos dias despues de su primera reunion, Richard llamo a Polifrone por el busca. El agente le devolvio la llamada. Richard queria saber si habia conseguido el cianuro. Estaba impaciente por librarse de Kane, y para hacerlo bien necesitaba el cianuro.

– Estoy con ello, Rich. ?Y tu? ?Has encontrado lo que necesito?

– He puesto las antenas -dijo Richard.

– Vale; me pondre en contacto contigo lo antes posible sobre ese asunto, ?de acuerdo?

– Si, bien, vale -dijo Richard.

Richard queria volver a Zurich, pero no se animaba a ir dejando todo aquello en el aire. En esos momentos lo mas prioritario era librarse de Kane. Creia que, una vez arreglado aquello, estaria libre de problemas. Pero sabia que habia que hacerlo bien, que habia que hacer que pareciera un ataque al corazon. Se imaginaba que arrojaba el espray a la cara del sorprendido Kane; veia mentalmente como sucedia.

Psst, estas muerto, que te jodan.

Barbara advirtio que, desde la visita de los dos colombianos a la casa, Richard estaba callado y retraido… introspectivo. Apenas hablaba. Segun conto recientemente Barbara: Yo no lo habia visto nunca de esa manera. Se quedaba en casa, apatico, sentado en su sillon y con la vista perdida. No queria hablar; ni siquiera queria ir a echar de comer a los patos. Yo sabia que algo marchaba mal, pero no tenia idea de que se trataba.

50

Operacion Hombre de Hielo

Bob Carroll era un fiscal trabajador y diligente. Tenia cara de nino, era cuadrado y grueso, se parecia un poco al «nino de pasta» de los anuncios de los hornos Pillsbury. Pero detras de aquel rostro de querubin se escondia un fiscal tenaz que solia ganar casi todos los juicios que presentaba ante un jurado. Bob Carroll era supervisor del equipo de la Oficina del Crimen Organizado de Nueva Jersey, una unidad relativamente nueva que se habia creado para salvar las fronteras de las jurisdicciones y preparar y presentar acusaciones por todo el Estado de Nueva Jersey, centrandose en el crimen organizado. Carroll trabajaba en un edificio discreto de ladrillo, de dos pisos, en Fairfield. La entrada del edificio estaba en la parte trasera, lejos de miradas indiscretas. Habia camaras de vigilancia dispuestas estrategicamente por todas partes. Si en Nueva Jersey habia un Pentagono, un lugar desde donde se podia dirigir una guerra, era aquel. Cuando Carroll se entero de la existencia del caso Kuklinski, se puso en contacto con Kane y le pidio que le ensenara «el expediente».

Por entonces, aquella primera carpeta de Kane habia dejado lugar a muchas carpetas organizadas cuidadosamente, que se guardaban en una caja de carton grande de color marron. Bob Carroll dedico dos dias a repasar las carpetas de Kane, cada vez mas asombrado, atonito, de hecho, al ver lo que habia reunido el joven detective trabajando en solitario. Era uno de los expedientes mas elaborados e increibles que he visto en mi vida, dijo mas tarde el fiscal.

De este modo, la fiscalia general del Estado de Nueva Jersey se sumo a la investigacion que habia puesto en marcha el detective Pat Kane.

La tarde del 6 de septiembre de 1986, cuatro dias despues de la primera reunion de Dominick Polifrone con Kuklinski, Pat Kane se sento en una sala de operaciones sin ventanas en el edificio de la fiscalia general de Nueva Jersey, en Fairfield. Estaba rodeado de altas autoridades policiales y de la justicia, entre ellos Bob Carroll, Bob Buccino, jefe de la Policia estatal, el capitan John Brialy, y los investigadores Paul Smith y Ron Donahue, de la Oficina del Crimen Organizado de Nueva Jersey, todos llenos de interes, todos reunidos alli gracias a la labor diligente de Kane. Ninguno dudaba ya de lo que habia estado diciendo Kane. John Leck tambien estaba presente y apoyaba a Pat Kane al 100%. Alli se forjo la Operacion Hombre de Hielo (llamada asi porque creian que Richard habia congelado a Masgay), y la cuerda con que habian de ahorcar a Richard Kuklinski se alargo un poco mas.

Mientras comian un almuerzo traido de un restaurante chino, Pat Kane y Bob Carroll expusieron cuidadosamente toda la informacion que habia ido reuniendo Kane a lo largo de los muchos meses que habia dedicado al caso: como habia empezado todo a raiz de una serie de robos en casas por resolver; los asesinatos de Masgay, Smith y Deppner y la desaparicion de Hoffman; la relacion de Kuklinski con Roy DeMeo y el crimen organizado. Todo lo que habia descubierto Kane resultaba utilisimo en su conjunto. Pero la fiscalia general necesitaba pruebas tangibles que no pudiera echar abajo un buen abogado defensor.

La solucion era Dominick Polifrone. Se servirian de el para hacer que Kuklinski se incriminara a si mismo. Si Kuklinski habia pedido cianuro a Polifrone en su primera reunion, parecia logico pensar que Polifrone «estaba dentro», que Kuklinski se echaria la soga al cuello.

La clave era el cianuro: aquella era la viga de la que podrian colgar la soga.

Con el permiso de sus superiores, Polifrone asistio al poco tiempo a una segunda reunion del grupo de trabajo de la Operacion Hombre de Hielo, y Bob Carroll resumio a Polifrone lo que queria. Tambien en esta ocasion estuvieron presentes Pat Kane y los importantes, los investigadores Paul Smith y Ron Donahue, el jefe Bob Buccino y el capitan John Brialy. Ron Donahue era un investigador curtido y encallecido, celebre por su dureza en las calles. Los tipos de la Mafia llegaban incluso a abuchearlo cuando aparecia en los tribunales, cuando entraba en los locales frecuentados por los mafiosos. Se parecia mucho al boxeador Jack Dempsey, y era duro como el. Paul Smith tenia poco mas de treinta anos, llevaba el pelo al estilo Beatle, tenia los ojos oscuros y ojos entrecerrados. Era un habil agente infiltrado. Solo iba de uniforme el capitan Brialy. Bob Buccino tenia una espesa mata de pelo plateado; era un hombre inteligente y paciente, buen administrador, sabia hacer que la gente trabajara bien en equipo. Todos se sentaron. En la pared habian pegado con cinta adhesiva un retrato de Kuklinski de tamano folio con una diana dibujada encima.

Bob Carroll tomo la palabra.

– Dom, en estos momentos la clave es el cianuro; procura hacerle hablar mas del asunto… como funciona, cuanto tiempo tardan los efectos, si puede enganar de verdad a un forense. Detalles. Haz que te hable de los detalles, de otras victimas…

– Se exactamente lo que quiere, y lo conseguire -dijo Polifrone. Todos sabian que Polifrone era el hombre ideal para ese trabajo. A todos los presentes les saltaba a la vista que Polifrone sabia lo que tenia que hacer y decir.

– El problema es que ya me ha avisado por el busca -anadio Polifrone-, y le he devuelto la llamada, y esta muy interesado en ese cianuro.

– Si, bueno; pues no podemos darle cianuro bajo ninguna circunstancia -dijo el capitan Brialy. Figuraos las complicaciones que podria acarrear si lo utiliza para matar a alguien.

– No podre darle largas mucho tiempo. Quiero decir, si no se lo consigo yo, lo conseguira por medio de otro, y entonces bien podria perderlo. Ahora mismo, el cianuro es el cebo, el anzuelo y el sedal.

– No le falta razon -dijo Carroll; y debatieron los pros y los contras de proporcionar a Richard cianuro autentico; pero al final se rechazo la idea. No podian dar cianuro a Richard Kuklinski, de ninguna manera.

– Dale largas -dijo Bob Carroll-, sigue dandole largas, y mientras tanto le tiras de la lengua. A mi me parece que a estas alturas se cree por encima de la ley, cree que no lo van a atrapar nunca, y nosotros nos aprovecharemos de esto en su contra.

Acto seguido, comentaron la noticia de que alguien habia puesto

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