importante, dijo el.
Richard accedio de mala gana a verse otra vez con Polifrone, y acordaron reunirse el 26 de octubre, otra vez en la zona de servicio Vince Lombardi, esta vez dentro del restaurante Roy Rogers de alli. Como en la ocasion anterior, habia tiempo suficiente para que el equipo montara un sistema adecuado de vigilancia y de apoyo a Polifrone. Agentes de paisano de la Policia estatal de Jersey se instalaron en el Roy Rogers y en sus alrededores. El duro de Ron Donahue estaba sentado en una mesa del Roy Rogers, ante su segundo cafe. Era todavia la hora del almuerzo, y el local estaba lleno de publico. El tiempo se habia vuelto mucho mas frio. El cielo estaba cargado, gris y amenazador, como si fuera a descargar una tormenta. Polifrone estaba inquieto. Sabia muy bien que habia perdido el impulso que habia tenido con Richard. Habia pasado demasiado tiempo y el no habia dado mas que promesas. Aquello no era nada bueno. Bien podia ser que Richard lo hubiera descubierto y que pensara matarlo. Polifrone se aseguro de tener bien a mano la pistola. Estaba enroscado en si mismo, como una serpiente de cascabel dispuesta a dar el golpe, dispuesto a pasar a la accion, de una manera o de otra.
A Polifrone lo consolaba la presencia de Roy Donahue. Sabia que, si se hacia preciso reducir a Kuklinski, derribarlo, matarlo, Ron era el hombre mas adecuado. Su dureza era legendaria en el mundillo de la Policia. En el aire helado de otono habia una tension palpable y real.
Richard se presento a la hora acordada, las dos en punto, al volante de un viejo Oldsmobile, el coche de Barbara. Llevaba gafas de sol, cosa que a Polifrone no le gustaba, porque no se le veian los ojos.
– Hola, Dom, ?que hay de nuevo? -dijo Richard saludando al agente, con aire reservado, nada amistoso. Polifrone dijo que tenia hambre.
– ?Te apetece algo, Rich? -dijo, indicando el restaurante.
– Para mi, nada… solo cafe -dijo Richard. Polifrone pidio dos cafes y, para el, patatas fritas y una hamburguesa. Se sentaron. El agente, mientras comia, pregunto a Richard por mas equipos para golpes, cuantos podia proporcionarle y cuando podria recogerlos.
– Puedes recoger todos los que quieras -dijo Richard-; pero estan alla en Delaware. Yo no pienso pasarlos por la frontera del Estado.
Asi estaba la cosa. Richard daba marcha atras; estaba claro que no estaba tan amistoso como antes.
– Claro; los recogere yo; sin problema. Pero dime donde, ?vale? ?Puedo llevarme diez?
– Puedes llevarte todos los que quieras, amigo -dijo Richard, pronunciando la palabra clave, «amigo», que indicaba que Polifrone tenia los dias contados. Polifrone le habia estado hablando desde el principio de hacerle una compra importante, de mucho dinero; pero ahora solo se queria llevar diez equipos. Esta lleno de cuentos, penso Richard. Puro cuento.
Polifrone volvio a servir a Richard la historia del chico judio rico, le dijo que queria dos kilos de cocaina, incluso tres quiza; y volvio a acosar a Richard a preguntas sobre como funcionaba el cianuro; y Richard volvio a tragarse el cebo y le describio como bastaba con echarlo a la cara de una persona, y todo habia terminado.
– Yo lo he usado -dijo-. He echado el espray a tipos, y a los pocos minutos ya estaban muertos.
– ?De verdad? -dijo Polifrone, abriendo mucho los ojos-. Caray.
– De verdad.
– Vale; entonces, cuando nos ocupemos del chico, tu acabas con el con eso; pero el cadaver, tenemos que deshacernos del cadaver -dijo Polifrone, animando a Richard a hablar todavia mas.
– ?Por que librarse de el? -dijo Richard, tragandose el cebo, pronunciando palabras que quedarian inmortalizadas-. Lo dejamos ahi sin mas. Parecera que duerme… que murio de muerte natural. Todo limpio y en orden.
– Vale; parece perfecto. Vamos a hacerlo -dijo Polifrone; y le explico que quedaria con el chico judio rico en el area de servicio, y que Richard podia venir para verlo y echarle una ojeada. Richard dijo que estaria disponible, que le avisara cuando llegara el momento.
Richard, todavia sin tener en cuenta que Polifrone podia ser policia, pensaba matar al «chico judio» y a Polifrone al mismo tiempo, y quedarse el dinero. Polifrone habia acabado por indigestarsele y no veia la hora de matarlo… si es que existia de verdad un chico judio con dinero y que queria comprar droga. Tenia sus dudas. Acordaron volver a hablarse pronto y Richard se marcho.
El 30 de octubre Polifrone hablo con Richard y le dijo que estaria con el comprador de cocaina en el area de servicio Lombardi a las diez de la manana siguiente. Richard dijo que estaria alli.
El 31 de octubre hacia tambien un dia frio y gris que parecia mas propio de mediados de febrero. Un viento helado azotaba el area de servicio Lombardi. A las diez de la manana, Polifrone y el detective Paul Smith, este ultimo en el papel del chico judio rico, estaban sentados en una mesa al aire libre en la zona de cesped. Hacia tanto frio que se les formaban nubes de vapor en el aliento. El area de servicio estaba rodeada por equipos de policias. Polifrone hizo como que daba al agente Smith una bolsa de cocaina. El detective hizo como que la comprobaba. No sabian si Richard estaba por alli, observandolos desde lejos, o no.
Aquello era completamente ridiculo, de hecho. Richard no se iba a convencer en un sentido ni en otro por haber visto aquella farsa superficial. Pero Bob Carroll y Polifrone habian pensado que valia la pena probarlo. Sin embargo, segun todos los equipos de vigilancia, Richard no estaba por los alrededores. Por fin, despues de haber pasado media hora al aire, pasando frio, Polifrone y Smith salieron en direcciones opuestas sin saber si Richard los habia visto o no.
Aquel dia, Richard no estaba siquiera en Nueva Jersey. Tenia un encargo de asesinato pendiente en Carolina del Sur. Otro jugador habia pedido prestado dinero a quien no debia y se negaba a pagar, amenazando llamar a la Policia. Enviaron para alla a Richard, que mato al hombre cuando volvia a su casa del supermercado; le pego un tiro con una pistola del 22 con silenciador cuando se bajaba de su coche. Regreso a Dumont y se llevo a Barbara de compras. Barbara ya hablaba de las navidades, del tipo de arbol que queria aquel ano, de los regalos que compraria, de que regalos recibiria cada uno, hasta de como pensaba decorar las ventanas. Richard la escuchaba en silencio. Ella sabia que las fiestas de Navidad nunca lo habian emocionado mucho, pero en esta ocasion estaba mas alejado todavia de lo que le estaba diciendo. Richard habia cambiado. ?Que le pasaba? se pregunto. Se lo pregunto a el.
– Nada -dijo el.
– ?Te encuentras bien?
– Estoy bien; solo estoy pensando -dijo el.
– ?En que? -insistio ella.
– En negocios -dijo el con tono tajante, poniendo fin a la conversacion.
Aquella noche la familia hizo una buena cena, carne asada a la milanesa con pure de patatas, uno de los platos favoritos de Richard; pero este estaba callado y retraido, se limitaba a masticar la comida con la vista perdida en un punto que solo veia el. Despues de cenar, Merrick le pregunto si queria ir a echar de comer a los patos.
– No; ahora no -dijo el, y se sento ante el televisor a ver un programa concurso, pensando en quitarse de en medio a Pat Kane, pensando en dinero… en ganar el dinero suficiente para dejar la vida, para ir por el camino recto. El dinero era la clave. Siempre lo habia sido. Al dia siguiente iba a salir para Zurich, y pensaba presionar a Remi para que consiguiera los cheques con mas frecuencia. Ahora no queria estar con gente, ni siquiera con su propia familia. Queria estar solo.
Al dia siguiente, Richard se subio a su Camaro, fue al aeropuerto sin que lo observaran y tomo un avion para Zurich. Una de las primeras cosas que pregunto a Remi cuando lo vio fue