favor de decirle que me llame.

Los detectives se volvieron hacia su coche, subieron y se pusieron en camino despacio, sabiendo que no tardarian en tener noticias de Richard Kuklinski.

– Una senora dura -dijo Volkman.

– Tiene que ser dura para estar casada con Rich -dijo Kane.

Barbara estaba fuera de sus casillas. Pensaba que aquellos detectives habian echado a perder intencionadamente la fiesta de Accion de Gracias de la familia.

Cuando Richard, que seguia en el Hotel Zurich, se entero de que Kane y Volkman habian acosado a su esposa, a su adorada Barbara, de que le habian dicho que era sospechoso de haber matado a gente, de haber cometido asesinatos, tuvo un ataque de rabia. Hizo agujeros en los tabiques a punetazos. Rompio muebles. Tomo el primer vuelo de vuelta a los Estados Unidos. Sentia, mas que nunca, el deseo de matar a Kane, la necesidad de matarlo. No tenia derecho a hablar a Barbara de ese modo, a decirle esas cosas repugnantes.

Aquel ano, la fiesta de Accion de Gracias fue sombria y silenciosa en casa de los Kuklinski. Richard apenas hablaba, apenas comia. Habia adquirido una palidez notable. Estaba alli, sentado a la cabecera de la mesa, pero parecia como si estuviera en otra parte. Nadie era capaz de alegrarlo, ni siquiera Merrick. Se cernia una nube sobre la mesa. Despues de la comida subio a su despacho, se sento ante su mesa y se quedo mirando la tarjeta de Kane. Habia salido de Zurich con tanta precipitacion que ni siquiera se habia traido el cheque. Este debia ser de setecientos mil dolares.

Se quedo alli sentado, albergando fantasias de matar a Kane, de descuartizarlo, de pegarle tiros, de torturarlo, de ahorcarlo, de echarlo a las ratas. Pero sabia que no se podia permitir ninguno de estos lujos. La unica manera de asesinar a Kane impunemente y con limpieza era con cianuro; una rafaga rapida en la cara cuando estuviera cambiando una rueda. Eh, amigo… pssst. Y se acabo. Caso cerrado. Pareceria una muerte natural; el podria salirse con la suya.

Segun razonaba, cuando ya no estuviera Kane, el caso se derrumbaria. Richard suponia, con razon, que por mucho que hubieran dicho Barbara Deppner y Percy House, no bastaria para que lo detuvieran a el; de lo contrario, ya lo habrian detenido.

Richard llamo a Kane y le dijo que dejara de venir por su casa, que no tenia derecho a hacer aquello, que si queria hablar con el, se lo dijera, y se pasaria el por el cuartel con su abogado. Richard procuro estar amable; no queria alarmar a Kane en ningun sentido. Kane dijo que lo comprendia y que haria lo que le pedia Richard. Tambien el estuvo amable.

– Muchas gracias -dijo Richard, y colgo el telefono.

Kane.

?Kane tenia que desaparecer! Pero el necesitaba el cianuro para conseguirlo… Volvio a acordarse de Polifrone. Aunque Richard seguia creyendo que Polifrone era un charlatan, un cuentista, quiza pudiera conseguirle de verdad algo de cianuro. En realidad, tampoco era tan dificil, si se conocia a la persona adecuada. Richard tomo el telefono y llamo al busca de Polifrone.

Polifrone, contento, le devolvio la llamada antes de una hora, y acordaron una nueva reunion en el area de servicio Vince Lombardi. Richard se puso en contacto tambien con Solimene y le pregunto si sabia donde podia conseguir algo de veneno, «cianuro, a ser posible», le dijo.

– Vere que puedo hacer -dijo Solimene.

____________________

El 6 de diciembre, sabado, era otro dia frio y gris. La reunion se habia acordado a las diez de la manana. Por ser sabado por la manana, el area de servicio estaba mas animada de lo habitual. Polifrone esperaba a Richard junto a los telefonos publicos, como habian acordado. Richard llego puntual en su Cadillac blanco reluciente y se bajo del coche. Llevaba una camisa de seda azul, traje y corbata y un abrigo de lana de cuello alto. Tenia un aspecto elegante. Polifrone lo saludo con efusion. Bob Carroll y otros miembros del equipo de trabajo vigilaban desde puntos estrategicos alrededor de la zona de servicio. Carroll habia preparado cuidadosamente con Polifrone lo que debia decir este para que Richard se incriminara a si mismo todavia mas. Lo primero que hizo Polifrone, como si fuera amigo de Richard, fue decirle que Kane y Volkman le habian salido al paso a la puerta de la tienda y le habian hecho un monton de preguntas sobre Richard Kuklinski.

– ?Y que les dijiste? -le pregunto Richard.

– Nada. Le dije que no se nada de nadie, joder. Ese tal Pat…

– Kane -dijo Richard, escupiendo el nombre-. Lo tengo encima desde el ano ochenta. No sabe una leche. Tiene un par de chivatos, pero nadie se creera la mierda que cuentan. Si tuviera algo, ya me habria acusado -dijo; y despues conto como se habia deshecho de Smith y de Deppner, y que Percy House era «un chota» (un delator).

Polifrone estaba sorprendido y encantado, y se preguntaba por que le hablaba Kuklinski con tanta franqueza. O bien Kuklinski era en realidad un bocazas (cosa poco probable), o bien pensaba matarlo. Creyo que se trataria de esto ultimo. Polifrone le explico que ya tenia el cianuro y que le habia llamado media docena de veces para decirselo.

– Estupendo -dijo Richard-. Ahora si que me viene bien.

– Si; bueno -dijo Polifrone-; se lo devolvi a los tipos que me lo dieron. No queria ir de un lado a otro con esa mierda. Pero te lo puedo traer.

Richard estaba claramente contento; llego a sonreir. Era una sonrisa que producia escalofrios.

Polifrone volvio a sacar el tema del chico judio rico que queria comprar cocaina. Richard dijo que seguia interesado. El llevaria su furgoneta, harian subir al chico a la furgoneta, le quitarian el dinero y lo matarian. Era sencillo. Polifrone advirtio que hablaba de un asesinato como quien habla del tiempo.

Polifrone penso que el Hombre de Hielo era el mote ideal para el.

Richard dijo que si querian hacer «desaparecer» el cuerpo, podian tirarlo a alguno de los pozos de minas abandonadas que conocia el.

– Son tan profundos que ni siquiera se oye el golpe cuando llegan al fondo -dijo.

Un puto Hombre de Hielo, desde luego, penso Polifrone.

– Bien, me parece bien -dijo-. ?Y su coche? ?Lo dejamos, o nos deshacemos de el? -pregunto el agente.

– Lo uno o lo otro. Podemos venderlo a un desguace. Yo conozco un sitio… bam, bam, lo desguazan y lo venden por piezas el mismo dia.

Polifrone le pregunto si podrian enganar al forense en el caso de que envenenaran al chico rico y lo dejaran en su coche; e, increiblemente,

Richard dijo que el forense se enganaria, y conto a continuacion a Polifrone que una vez habia congelado a una victima y habia confundido con ello al forense. Polifrone sabia que estaba hablando de Louis Masgay. Bingo. Pidio al cielo que aquello se estuviera grabando bien; era mucho mas de lo que habian sonado.

A continuacion, Richard describio de nuevo las mejores maneras de administrar el cianuro, dijo que ponerlo en la comida era mucho mejor, mas facil y mas seguro. Tambien hablo de retirarse, de dejar «estos negocios sucios». Dijo, incluso, que habia apartado algo de dinero, «fuera del pais», segun dijo, por iniciativa propia.

Era verdaderamente extrano que Richard estuviera contando todo aquello a Polifrone… era sorprendente. Aquello no tenia sentido aun suponiendo que tuviera pensado matarlo mas delante. Apenas conocia a Polifrone, quien ya estaba tentado de dar un apreton de manos a Richard y darle las gracias por haber colaborado tanto. Despues de que Richard se pasara una hora cavando su propia tumba, la reunion concluyo. Los dos hombres acordaron volver a verse. Polifrone prometio a Richard el cianuro y dijo que lo

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