si conocia a alguien que pudiera conseguirle cianuro.
El equipo de trabajo dejo otra vez de oir a Richard hablar por telefono. Pasaron los dias. Mantuvieron una reunion la tarde del 13 de noviembre. Por entonces, Dominick llevaba dos semanas sin tener noticias de Richard.
Polifrone queria esperar, no acosar a Richard. Dijo que Kuklinski era astuto, que se habia ido lejos para desconcentrar a la victima. El jefe Buccino estaba preocupado: ?y si Kuklinski volvia a matar? ?Y si conseguia cianuro por algun otro medio? ?Y si saltaba a la opinion publica que podian haberlo detenido pero que no lo habian hecho, y que habia matado a alguien?
– ?No podemos dejar a este tipo en la calle mucho mas tiempo! - dijo.
Su postura era valida. Pero Ron Donahue estaba de acuerdo con Polifrone: dijo que debian tener paciencia, que la paciencia era la primera regla del buen cazador.
– Este tipo es caza mayor, y asi es como tenemos que tratarlo, tenemos que trabajarnoslo -dijo.
Asi fueron exponiendo sus opiniones respectivas los miembros del equipo de trabajo mientras se servian discretamente de la botella de Jack Daniels que tenia pegada la foto de Richard.
Debatieron la posibilidad de enviar de nuevo a Pat Kane y a Volkman a casa de Kuklinski para «azuzarlo». Aparentemente, aquello habia dado resultado en la ocasion anterior.
Al final, Bob Carroll decidio ponerse de parte de Polifrone y darle algo mas de tiempo. Lo ultimo que queria era actuar de manera precipitada. La acusacion tenia que ser a prueba de bombas, tenia que estar perfectamente organizada. Solo iban a tener una oportunidad, y tenian que dar en el blanco.
– Vamos a mandar a Kane a que le haga otra visita, a ver que pasa - dijo-. La ultima vez dio resultado.
El dia 22 de noviembre de 1986, dos dias antes de la fiesta de Accion de Gracias, Richard seguia en Europa esperando el mayor cheque que habia recibido hasta entonces. Barbara fue a comprar todo lo necesario para una comida de Accion de Gracias. Entro por el camino particular de su casa de Dumont con el coche cargado de bolsas de provisiones. La madre de Barbara solia servir lasana antes del pavo, pero todos se llenaban con el primer plato y no se comian el pavo, de modo que Barbara habia dejado de hacer la lasana.
Su hija Chris se estaba viendo por entonces con un tipo llamado Matt. Era el unico hombre al que habia querido, y las relaciones intimas con el eran «especiales», no eran un acto de rebeldia como en los anos anteriores. Su hermana, Merrick, iba a casarse con Mark, su nuevo novio. Barbara lo apreciaba y estaba encantada de que Merrick hubiera encontrado a «un chico agradable», como lo consideraba ella. Cuando Barbara llego ante su casa con el coche aquel dia, salio Matt para ayudarle a meter las cajas de provisiones. Era un joven fornido, apuesto, siempre muy educado. Barbara lo apreciaba, y Richard tambien. Mientras Matt, Chris y Barbara metian en la casa todas las bolsas de alimentos, los detectives Pat Kane y Ernest Volkman aparecieron como surgidos de la nada y subieron por el camino de acceso.
– Perdone, senora Kuklinski -dijo Kane-. Soy el detective Kane, y este es el detective Volkman.
Los dos le ensenaron sus placas doradas relucientes.
– Estamos buscando a su marido -dijo Volkman. Sabian que Richard estaba fuera. Su coche no estaba. Si hacian aquello era por un motivo: para azuzar a Richard, para hacerlo reaccionar, para alterarlo, para alterar su vida familiar. El equipo de trabajo sabia que Richard queria a Barbara, que era muy protector con ella y con su familia. Aquello se apreciaba claramente en las llamadas telefonicas que habian interceptado.
Barbara, sobresaltada, los miro con sorpresa, que se convirtio rapidamente en desden.
– ?Es que pasa algo? -les pregunto, molesta por aquella presencia repentina, inesperada. ?Quien demonios se habian creido que eran?
– Tenemos que hablar con el -dijo Kane.
– ?De que? -pregunto ella.
– ?Esta en casa? -pregunto Volkman, cortante y con cara de pocos amigos… grosero, penso ella.
Barbara seguia siendo una mujer de mucho caracter, seguia teniendo una lengua cortante, una actitud algo altiva.
– ?Sabe usted donde esta? -pregunto Kane.
– No -dijo ella.
– ?Se puede poner en contacto con el?
– Acabo de decirle que no se donde esta… ?a que viene todo esto? - exigio saber ella, mas que pregunto.
– ?Tiene usted un numero suyo de contacto? -intervino Volkman.
– No lo tengo. No se donde esta, ?me han oido? -dijo ella.
Entonces salio de la casa Matt. Chris, con expresion preocupada, estaba de pie ante la puerta sujetando del collar al perro de la familia, Shaba, un perro lobo irlandes que ladraba a los dos detectives.
– ?Que pasa, mama? -dijo Chris en voz alta.
Los dos detectives se dirigieron hacia Matt.
– ?Es usted Richard Kuklinski? -le pregunto Volkman.
– No -dijo el.
– ?Como se llama? ?Que hace aqui? -le pregunto Volkman.
Barbara, ya muy enfadada, se interpuso entre los dos detectives y Matt.
– ?No es asunto suyo! -dijo-. ?Donde quieren ir a parar? ?A que viene todo esto? -volvio a preguntar.
– Tenemos que hablar con su marido de un par de asesinatos -dijo Kane.
– ?Como? ?Asesinatos? -repitio ella.
– Asesinatos que creemos que ha cometido el -anadio Kane.
Barbara no daba credito a sus oidos. Se sentia como si le hubieran dado una bofetada con una mano al rojo vivo.
– ?Tienen una orden judicial para estar aqui, en mi casa? -les pregunto.
– No.
– ?Pues largo de aqui! -exclamo ella.
Los dos se quedaron en el sitio.
– Chris, ?suelta al perro! -dijo Barbara.
Chris se quedo inmovil. No sabia que hacer, sujetando al perro enorme que ya intentaba soltarse por todos los medios.
– ?He dicho que sueltes al perro! -repitio Barbara con veneno en la voz.
Si Chris hubiera soltado a Shaba, Kane lo habria matado de un tiro. Se dispuso a sacar la pistola. Sabia que aquello irritaria de verdad a
Richard. Pero Chris tuvo el buen sentido de no soltar el collar enorme de Shaba. Los detectives habian conseguido ya lo que querian, sembrar agitacion. Kane saco una tarjeta de visita y se la entrego a Barbara.
– Senora Kuklinski -le dijo-, cuando vuelva a casa su marido, haga el