percibia las miradas raras de curiosidad, veia como lo senalaban con el dedo, oia los cuchicheos. Merrick, la favorita de Richard, tampoco se sorprendio al enterarse de lo que decia la Policia que habia hecho su padre, pero estaba dolida y muy triste porque su padre estuviera en la carcel. Por mucho que hubiera hecho, por muy odiosos que fueran los crimenes que le achacaba la Policia, era inocente mientras no se demostrara lo contrario. Merrick lo querria y lo apoyaria y estaria a su lado hasta el final, de todo corazon.
Cuando Richard se entero de que Dominick Polifrone era un infiltrado, agente de la ATF, y de que habia grabado casi todas sus conversaciones, supo que estaba perdido. Si no se producia algun milagro, no saldria jamas de la carcel, no volveria a ver al luz del dia, seria muy facil que lo condenaran a muerte. Estaba tan enfadado consigo mismo por lo estupido y credulo que habia sido, que ni siquiera era capaz de mirarse a un espejo sin enfadarse e insultarse: Tonto, idiota, ?en que cono estabas pensando?, se decia a si mismo una y otra vez.
Recorria su celda de un lado a otro. Dirigia maldiciones en silencio al cielo y al infierno, al mundo y a todos sus habitantes.
Richard solia pensar en matar al jefe Bob Buccino, como lo torturaria y lo haria sufrir. Ay, como deseaba ver sufrir a Buccino, ver como se lo comian las ratas. Creia que Kane y Polifrone se habian limitado a cumplir con su trabajo, en terminos generales; pero lo de Buccino era otra historia. Creia que habia tratado a Barbara de una manera intolerable, propia de un maton, y odiaba a aquel hombre con pasion ardiente. Aun ahora, muchos anos despues, Richard se enfada, se pone palido, tuerce los labios, cuando piensa en el jefe Buccino. No se si ese capullo sigue vivo o si se ha muerto, dijo hace poco; pero si ha muerto, espero que haya sido de una muerte dolorosa. Espero que muriera de cancer de culo.
Poco despues de su detencion, Richard decidio no intentar siquiera montar una defensa viable. Su caso era desesperado. Cuando el jurado oyera las grabaciones en las que cavaba su propia tumba, lo declararian culpable sin mas. La unica cuestion era si lo condenarian a muerte o a cadena perpetua. A el le daba lo mismo lo uno o lo otro. La habia jodido a base de bien, y lo sabia, lo aceptaba, no intentaba culpar a nadie mas. Si, era verdad que su «amigo» Phil Solimene lo habia vendido, pero el deberia haber percibido que pasaba algo, deberia haberselo olido, deberia haber visto los indicios. Richard nunca habia sido persona confiada ni facil de enganar; pero en esta ocasion se habia metido en una trampa que le habian montado cuidadosamente, como un escolar pasmado, sin el menor sentido comun, segun dice el.
Sabia que, con toda la atencion mediatica que habia recibido el caso, los miembros del jurado tendrian unos prejuicios inevitables, y el estaria mas perdido que una bola de nieve en el infierno. Ademas, a causa de toda la atencion que le habian dedicado los medios de comunicacion, Richard era el preso mas celebre de la carcel del condado. Otro preso empezo a meterse con el y a hostigarlo cada vez que pasaba ante su celda.
– Hombre de Hielo, y una mierda -le decia-. No eres nadie; no eres tan duro.
Richard se limitaba a sonreir, sabiendo que tarde o temprano pondria las manos encima a aquel tipo. Estaba con un humor de perros, deseoso de matar a alguien, a quien fuera. Un asesinato le sentaria como una aspirina para un dolor de cabeza.
Barbara sentia alivio, en cierto modo, porque Richard ya no estuviera en la casa por fin. Estaba conociendo una nueva paz y tranquilidad por primera vez desde que se habia casado con el, segun explico. Desde la detencion de Richard, los periodistas se habian pasado varias semanas persiguiendola a ella y a sus hijos; pero ahora ya venian cada vez menos, gracias a Dios.
Pat Kane se despertaba todas las mananas con una gran sonrisa. Lo habia conseguido. El camino habia sido largo y azaroso, pero lo habia conseguido.
Se sentia como si diera con la cabeza en las nubes.
56
El juicio de Richard por los asesinatos de Gary Smith y de Danny Deppner comenzo trece meses despues de la detencion de Richard, el 25 de enero de 1988. El Estado habia decidido que se celebrarian dos juicios; el segundo seria por los asesinatos de George Malliband y de Louis Masgay. Bob Carroll habia decidido no juzgar a Richard por el asesinato de Paul Hoffman, porque, al no haber aparecido el cadaver de Hoffman, seria dificil presentar las pruebas; por ello, lo dejo de momento.
El defensor de Richard seria un joven abogado del turno de oficio, Neal Frank. Richard se habia declarado insolvente, y el Estado habia tenido que proporcionarle un abogado de oficio. Neal Frank, quiza por ingenuidad o por falta de experiencia, creyo que habia alguna esperanza, y asi se lo dijo a Richard y a Barbara. Pero Richard sabia que no. Le parecia que no tenia la menor posibilidad de salir libre.
Pero Barbara creia a Frank, creia que Richard podria rebatir las acusaciones y volver a su casa. La idea de su vuelta le producia sentimientos contrastados. Por una parte, ya se habia librado de el, no estaba sujeta a sus cambios de animo volatiles, a su dualidad, a su violencia repentina y extraordinaria. Por otra parte, echaba en falta al Richard bueno.
Con todo, se acostumbro pronto a dormir sola y, segun dice, le gustaba.
Neal Frank dijo a Barbara que la familia y ella deberian estar presentes en el juzgado para que las viera el jurado. Era importante que el jurado supiera que Richard tenia una familia querida y que lo apoyaba. Tenian que ver que Richard no era aquel asesino en serie diabolico que habia presentado constantemente la prensa. Esta historia del Hombre de Hielo habia aparecido ya en centenares de primeras planas de Nueva Jersey y de todo el pais.
El magistrado era un personaje severo, imponente, que llevaba gafas de abuelita y se peinaba hacia atras con gomina el poco pelo gris que tenia, y al que llamaban La maquina del tiempo por su tendencia a dictar las condenas mas duras que contemplaba la ley. Se llamaba Fred Kuchenmeister, y solia dar claras muestras del desprecio que le merecian los acusados. Los abogados defensores que comparecian en su tribunal afirmaban que alli los acusados eran culpables mientras no se demostrara su inocencia.
Una vez terminado el proceso de seleccion de los jurados, el juicio propiamente dicho comenzo el 17 de febrero. Con toda aquella atencion de los medios de comunicacion, a Neal Frank le habia supuesto una labor herculea reunir a un jurado imparcial; pero le parecia que habia conseguido que el jurado estuviera constituido por personas que atenderian al caso con «amplitud de miras».
Bob Carroll empezo por presentar una acusacion muy bien preparada, solida como una roca. Carroll, y su asistente, Charley Waldron, hombre alto, de cabellos grises, que sabia moverse en un tribunal, hicieron desfilar por la tribuna a una serie de testigos, empezando por Barbara Deppner. Tambien se presentaron Percy House, Richard Peterson, Pat Kane, dos medicos, el jefe Bob Buccino, Jimmy DiVita, la esposa de Gary Smith y Veronica Cisek. Carroll llamo a declarar, incluso, a Darlene Pecorato, una azafata que habia alquilado el apartamento de Richie Peterson despues de marcharse este. Era el lugar donde Richard habia pegado un tiro en la cabeza a Danny Deppner, y Pecorato conto que se habia encontrado manchas de sangre en una alfombra al llegar al apartamento, y Paul Smith dijo despues que habia descubierto manchas de sangre en la tarima, bajo la alfombra. Y, por ultimo, subio a la tribuna Dominick Polifrone. Cuando Dominick paso ante Richard, este le dijo «Eh, Dom, ?como te va?», sonriente. Richard vio con sorpresa que Dominick seguia llevando aquel peluquin horrible.
El jurado oyo entonces las palabras del propio Richard; unas palabras que abrian de par en par la puerta para condenarlo. Neal Frank intento hacer creer al jurado que Richard no habia hecho mas que fanfarronear cuando decia aquellas cosas; pero aquello era dificil de vender, y todos lo