realizar un tercer documental. En este apareceria Richard hablando con un psiquiatra forense, y su titulo logico seria El Hombre de Hielo y el siquiatra. La HBO contrato al conocido psiquiatra Park Dietz para que entrevistara a Richard.
Pero a estas alturas la fiscalia general de Nueva Jersey se habia interesado de nuevo por Kuklinski. Al fin y al cabo, habian asesinado en Nueva Jersey al detective Peter Calabro, y se enviaron detectives de la fiscalia a la prision estatal de Trenton para que hablaran con Richard y vieran que podian sacar en claro del asunto.
El agente Robert Anzalotti era un joven de aspecto agradable y cara de nino que, casualmente, habia sido companero de instituto del hijo de Richard, Dwayne. Anzalotti era un investigador tenaz, pero con modales agradables y conversacion facil, que nunca se tomaba a si mismo
demasiado en serio. Estaba casado y tenia dos hijos pequenos. Lo enviaron a la carcel para ver si podia conseguir que Richard dijera quien habia ordenado la muerte de Calabro. El companero de Anzalotti era Mark Bennul, estadounidense de origen asiatico, callado e introspectivo, que decia poco pero se enteraba de todo.
Cuando los dos detectives se presentaron en la carcel, Richard se nego a verse con ellos. A esas alturas ya no queria tener nada que ver con policias, ni mucho menos si eran de la fiscalia. Le sorprendia que la Policia no se hubiera presentado antes a hacer preguntas. Dijo al guardia de la prision que si los dos detectives querian hablar con el, debian ponerse en contacto con su abogado, Neal Frank. Ellos asi lo hicieron, y el detective Anzalotti dijo a Frank que querian hablar con el del asesinato de Peter Calabro. Frank comunico a Richard esta solicitud por telefono.
– ?Debo hablar con ellos? -pregunto Richard a Frank.
– Depende de ti, Rich. La decision esta en tus manos.
Richard, movido por la curiosidad, accedio a verlos; y asi se abrio una nueva caja de Pandora, una caja de Pandora llamada Sammy Gravano, el Toro.
Por entonces, Richard ya era el preso mas celebre de la prision estatal de Trenton, o incluso de todas las carceles del pais. Todos, hasta los guardias, se habian acostumbrado a llamarlo Hombre de Hielo, cosa que a el le agradaba. Tambien le gustaba la fama que habia alcanzado. Le parecia que recibia el reconocimiento que merecia por ser el hombre «fuera de lo comun» que era.
Efectivamente, Richard se habia convertido, gracias a los reportajes de la HBO, en uno de los asesinos mas tristemente celebres de los tiempos modernos. La HBO habia emitido varias veces al mes los reportajes que habia realizado sobre Richard, y cada vez eran mas las personas que se quedaban atonitas, consternadas y horrorizadas (pero siempre interesadas) con las palabras estremecedoras y la actitud estremecedora de Richard. Ahora, millones de personas de todos los Estados Unidos habian visto, oido y conocido a Richard Kuklinski. Sus crimenes, lo que decia, se estaban volviendo legendarios. Espectadores de todo el mundo veian a Richard, ya que los programas de la HBO se emiten en toda Europa y en partes de Asia y de America del Sur.
Richard Kuklinski se habia convertido, en cierto sentido, en el Mick Jagger del asesinato.
59
Cuando Richard se reunio por primera vez con Anzalotti y Bennul, estaba callado y reservado. Pero Rob Anzalotti tenia unos modales muy agradables. Su juventud y su rostro infantil inspiraban confianza, y cuando Anzalotti dijo a Richard que habia sido companero de instituto de Dwayne, que habian estado en la misma clase, Richard se le abrio. Segun explico Richard hace poco: Yo no estaba dispuesto a decirles ni una mierda; pero cuando me entere de que Anzalotti habia ido al instituto con mi hijo, en cierto modo lo vi como si fuera mi hijo. Le… le tome afecto, y le conte el golpe de Calabro.
Los dos detectives, impresionados, escucharon el relato de como se asesino a Peter Calabro aquella noche de febrero, fria y de nieve. Anzalotti ya habia consultado el expediente del caso, y percibio inmediatamente que Richard conocia determinados datos y detalles que solo podia conocer el verdadero asesino. Cuando Anzalotti pregunto a Richard quien habia encargado el golpe, Richard se nego a decirselo a no ser que le ofrecieran alguna inmunidad. Sabia que por haber matado a un policia podia caerle encima la pena de muerte. Con todo lo que a Richard le desagradaba la carcel, a estas alturas incluso le parecia mejor que la muerte. Anzolotti hablo con su jefe, y este accedio a consentir que Richard se declarara culpable del asesinato de Peter Calabro, por lo que recibiria otra pena de cadena perpetua. Intervino Neal Frank; se llego a un trato, y Richard volvio a sentarse a hablar con Anzalotti y Bennul, y conto por primera vez que Sammy Gravano habia encargado aquel asesinato; que Gravano y el se habian reunido en el aparcamiento y habian acordado un precio; que Gravano habia entregado a Richard la escopeta y la foto de Calabro. Richard no sentia ninguna obligacion de lealtad hacia Gravano. Sabia que Gravano habia realizado un trato con los federales para testifiar contra John Gotti y muchos otros mafiosos. Consideraba a Gravano un chivato, un canalla rastrero, y no tuvo ningun reparo en contar a los policias que Gravano le habia contratado, abriendo asi la posibilidad de que a Gravano lo juzgaran por la muerte de un policia.
– Ahora me doy cuenta de que ese cabroncete se estaba aprovechando de mi -conto Richard a Anzalotti y a Bennul-. Acudio a mi porque el no queria matar a un policia, porque no queria que ninguno de los suyos matase a un policia. Ahora me doy cuenta de ello, pero entonces no, claro esta. Claro: que el tonto del polaco mate al poli El tonto del polaco… y una leche.
«La verdad es que lo habria hecho en cualquier caso, aunque el me hubiera dicho que se trataba de un policia; pero no me lo dijo, y deberia haberlo dicho.»
La fiscalia general de Nueva Jersey, provista de esta informacion, se planteo la posibilidad de presentar cargos contra Gravano por haber ordenado el asesinato de Peter Calabro. Puede que Calabro fuera un policia corrupto; era seguro que colaboraba con la Mafia; pero, con todo, era policia, y lo habian asesinado en Saddle River, Nueva Jersey.
Cuando Sammy Gravano decidio testificar contra John Gotti, los fiscales generales del Distrito Sur de Nueva York se llevaron una alegria, estuvieron a punto de salir bailando a Times Square. Tenian tantos deseos de atrapar a John Gotti, que estaban dispuestos a realizar con Gravano un trato que no solo permitiria a este pasar solo unos pocos anos en la carcel, sino quedarse con todo el dinero que habia reunido a lo largo de toda su vida criminal. El unico problema era que Gravano habia reconocido haber matado personalmente a diecinueve personas. Estaba claro que Gravano era un hombre muy peligroso, un peligro claro y y tangible, una verdadera amenaza para la sociedad, un asesino frio y despiadado; pero los federales seguian dispuestos, impacientes, al parecer, por otorgarle la libertad, por dejarlo suelto en la sociedad, con tal de que les permitiera atrapar a John Gotti.
El trato era una perita en dulce para Gravano, por asi decirlo. Se estaba enfrentando a la posibilidad de pasarse el resto de sus dias en la carcel; o, en el mejor de los casos, cumplir la pena minima por un ase-
sinato, de siete a diez anos; pero el Gobierno Federal opto por concederle la libertad y dejarle conservar su fortuna mal adquirida, con tal de que colaborara con ellos: una verdadera infamia. Si un Gobierno, en algun momento de la historia, hizo un pacto con el demonio, fue sin duda en esta ocasion, con toda su crudeza, a plena luz del dia.
Gravano salio obedientemene a declarar en el juicio de Gotti, vestido con un elegante traje azul oscuro, y conto al jurado y a todo el mundo con voz firme y creible los crimenes que habia cometido alegremente con Gotti, entre los cuales destacaba el asesinato cuidadosamente trazado de Paul Castellano y Tommy Bilotti ante el Asador de Sparks.
Es cierto que Richard Kuklinski ya estaba en la carcel, pero Gravano se