olvido, por algun motivo, de contar al Gobierno que Richard Kuklinski habia formado parte del equipo que habia dado ese golpe, que Richard habia matado a Tommy Bilotti por encargo expreso de Gravano.
Si Gravano no dijo nada, fue porque lo acusarian a el mismo de complicidad directa en el asesinato de un Policia, de Peter Calabro. Gravano sabia que si senalaba a Kuklinski como participante en la muerte de Bilotti, Richard contaria a las autoridades que habia asesinado a Calabro por veinticinco mil dolares con una escopeta que le habia entregado Gravano para tal efecto.
Gravano sabia que si salia a relucir que el habia encargado el asesinato de un policia, aunque se tratase de un policia corrupto, el Gobierno no estaria dispuesto de ningun modo a hacer ningun trato con el.
Pero se rumoreaba que Gravano si habia contado a los federales, en efecto, lo relacionado con la muerte de Calabro, y que estos habian decidido silenciar el asunto, echarle tierra, sabiendo que no podrian realizar jamas ningun trato con un tipo que habia matado a un policia. Si hacian tal cosa, las consecuencias serian tremendas, estallaria un escandalo que haria temblar los cimientos mismos del Departamento de Justicia, tanto por la reaccion del publico como por la de los estamentos policiales.
Como dijo el agente Anzalotti hace poco en respuesta a las preguntas de un periodista, «La verdad saldra pronto en la colada».
El 27 de septiembre de 1998, Sammy Gravano, el Toro comparecio en Brooklyn ante el juez federal Leo Glasser para recibir su sentencia.
Gravano ya habia testificado en docenas de juicios, acarreando condenas a cuarenta mafiosos, entre los cuales destacaba, por supuesto, John Gotti.
El juez Glasser, citando las palabras de diversos agentes policiales, puso a Gravano por las nubes, diciendo: «Ha hecho usted el acto mas valeroso que he visto en mi vida», y pronuncio una sentencia que suponia practicamente su puesta en libertad: en total, cinco anos. Era la pena por haber participado, reconocidamente, en la muerte de diecinueve seres humanos. Muchos policias y ciudadanos opinaron que aquello era una verdadera burla a la justicia. Las familias de las victimas de Gravano celebraron una conferencia de prensa airada y se quejaron amargamente de lo que habia hecho el Gobierno. La hija de Eddie Garofalo dijo: «Este tipo me quito a mi padre, nos lo quito. Es un asesino malvado, brutal, pero el Gobierno le va a permitir salir en libertad. Es un escandalo. Es descorazonador. Es un pecado. ?Como han podido cometer este ultraje? ?Sammy Gravano es un monstruo! Es un animal. Tiene que estar en una jaula, como el animal que es. No puedo dormir por las noches pensando que Gravano quedara libre despues de haber matado a mi padre y a todos los demas. ?Es un ultraje!».
Varios meses mas tarde, Sammy Gravano salio en libertad, en efecto, de una carcel federal despues de haber cumplido cinco anos de prision. Nunca se le acuso de haber encargado el asesinato de Peter Calabro. Se perdio de vista rapidamente en el amplio seno del programa federal de proteccion a testigos, donde lo localizo el escritor Peter Maas, que escribio un libro de exito sobre Gravano titulado Underboss (Subjefe). Muchos dijeron que debio titularse El tipo con mas suerte del mundo.
Gaby Monet, junto con el psiquiatra forense Park Dietz y un equipo de filmacion de la HBO se presentaron en la prision estatal de Trenton para rodar el tercer documental en el que apareceria Richard Kuklinski. Por entonces, Richard habia engordado por su vida sedentaria. No hacia ejercicio ni salia al patio; pero seguia siendo fuerte como un toro y muy peligroso. Llevaba ya mas de diez anos en la carcel. Se habia acostumbrado a vivir en la carcel, la habia aceptado como su hogar permanente, como el lugar donde moriria. Ya no aceptaba visitas de ningun miembro de su familia. No queria que Barbara ni sus hijas tuvieran que ser registradas al entrar por las guardias; por eso, dejo de acceder a que lo visitaran.
Richard, algo mas amable y suave que otras veces, se sento con el doctor Park Dietz y hablo por primera vez en su vida con un psiquiatra forense que ya se habia entrevistado con otros asesinos en serie. Dietz, hombre alto, reservado, de ojos azules penetrantes, habia trabajado con diversos cuerpos policiales del pais, entre ellos la unidad de Ciencia de la Conducta del FBI, y habia hablado con Jeffrey Dahmer, con John Wayne Gacy y con otros asesinos en serie tristemente celebres, y aparecia con frecuencia en programas informativos para hablar del fenomeno, todavia mal estudiado, del asesinato en serie.
Richard habia cambiado claramente. Ahora solia hacer bromas, era abierto, amistoso, reflexivo, incluso humilde. Ya no era taciturno ni tenia la cara de piedra con que habia aparecido en los dos primeros reportajes de la HBO. Una buena parte de este «nuevo Richard» se debia al trato amable y delicado que le habia dado Gaby Monet. Richard habia llegado a apreciarla. Confiaba en ella y la consideraba una amiga; quiza la unica amiga de verdad que habia tenido en su vida. Tambien Gaby apreciaba bastante a Richard. Dijo de el hace poco: «Richard es unico. Es listo, encantador, alegre, y sabe contar relatos de manera cautivadora. Tiene una faceta muy agradable; y doy gracias al cielo de que esta haya sido la unica faceta suya que he llegado a conocer».
Cuando Richard llego a la carcel pesaba 132 kilos. Ahora pesaba unos 145; pero seguia moviendose con facilidad y con agilidad de felino. Tenia la cara notablemente mas llena, con algo de papada. Tambien tenia arrugas que no habia tenido antes. Estaba claro que la carcel habia dejado su huella en Richard.
A lo largo de seis dias, Dietz paso un total de trece horas haciendo a Richard preguntas afiladas, penetrantes, sobre su violencia, preguntas que Richard respondio con sinceridad sobrecogedora. Ahora resultaba todavia mas atrayente por su caracter mas abierto y por su disposicion a expresar sus verdaderos sentimientos sobre los asesinatos que habia cometido, sobre su infancia, sobre como torturaba a los animales, sobre su fria falta de empatia hacia las personas a las que mataba, torturaba, disparaba, acuchillaba y envenenaba. Hablaba de los asesinatos como podria hablar un cocinero famoso de los ingredientes de diversas recetas. Hablo abiertamente de su padre, de la violencia que habia sufrido a sus manos, de la violencia que habia sufrido a manos de su madre. Dietz percibia con claridad que no pretendia buscar una excusa ni culpar a nadie del camino que habia seguido el en la vida; se limitaba a contar con sinceridad lo que habia sufrido de nino, lo que habia visto, lo que habia sentido, el odio que guardaba en la cabeza.
Cuando Richard hablo a Dietz de los tres hombres que habia matado en Carolina del Sur cuando volvia de Florida, Dietz le pregunto:
– ?Le parece que el que aquel hombre le cortara el paso era como para matarlo?
A Richard no le gusto aquella pregunta ni como se la habia formulado Dietz. Tuvo la sensacion de que Dietz lo estaba juzgando, que le hablaba con rechazo, y se aprecia clararamente la reaccion de Richard ante la camara, como la ira le puso la cara del color de una fresa madura.
– Ya me ha hecho usted enfadar -dijo Richard; y se quedo mirando a Dietz con ojos frios, desapegados, mortales. Si las miradas mataran, Dietz habria caido redondo alli mismo. Despues de que transcurrieran lentamente varios segundos de tension, se pusieron a discutir lo que habia molestado a Richard de la pregunta de Dietz; y Richard reconocio que se debia a que Dietz lo habia hablado con rechazo, lo habia juzgado.
– ?Como su padre, quiza? -le sugirio Dietz.
– Ni mas ni menos que mi padre -asintio de buena gana Richard; y conto a continuacion que seguia lamentando no haber matado a Stanley.
Muchos opinan que este tercer documental es el mas apasionante de todos, porque en el aparece un Richard mucho mas abierto y relajado; y el mundo pudo presenciar al poco tiempo otros sesenta minutos de Richard contando como mataba a la gente y como se deshacia de sus cadaveres, como descuartizaba a las personas con cuchillos y sierras y las tiraba por pozos de mina, con lo que impresiono y horrorizo a espectadores de todo el mundo. Al final del reportaje, Dietz dijo a Richard que tenia mucha ira acumulada por lo que le habia hecho su padre. Elemental, mi querido Watson.
Richard lo escucho con amabilidad, comportandose como un perfecto caballero, muy distinto del hombre que habia sido cuando lo habian metido en la carcel.
– Interesante -dijo Richard con aire reflexivo.
En sus conversaciones con los detectives Robert Anzalotti y Mark Bennul sobre el asesinato del detective Peter Calabro, Richard habia llegado a sentirse comodo y en confianza con